Frida explica lo que ocurrió entre Margrethe, Hvitserk y ella.
—Quise demasiado a esa chica, pero Ivar la asesinó por mi culpa —Ubbe se acerca para abrazarla.
—Las decisiones de los demás son las de ellos. Algo como eso jamás será tú culpa.
—Lo que pasó con Hvitserk pudo haber sido diferente. No sólo desaparecí sin decirle algo, lo dejé solo con Ivar, fue como entregarlo para que él lo asesinara a cambio de mi vida, y lo mismo pasó con Margrethe. Por eso, he llegado a un punto en el que siento que no me queda nada más por hacer. Lo único que me mantuvo viva fue darle un cierre a todo esto, por eso debo encontrar a Hvitserk a como dé lugar, buscar al rey Harald, a todos aquellos a los que siento que les debo algo, después podré estar en paz conmigo misma.
A Ubbe le parece otra Frida, una que tiene propósitos propios, no los que eran impulsados por Ivar, y eso le parece maravilloso. Ubbe no puede evitarlo, jamás podría resistirse a verla con deseo; y rogar por su atención y cariño una vez más, por eso la sujeta por el cuello y comienza a besarla con desesperación. Ella corresponde a esa petición, tocándolo de la misma forma en que él lo hace. Pronto comienzan a desnudarse y entregarse. No les interesa el ambiente tétrico y desastroso de ese lugar, sólo desean sentirse.
¿Qué habría ocurrido con ellos? Lo que Aslaug y el vidente visualizaban, era una vida de viajes; una pareja cosmopolita que se encargaría de formar relaciones con el reino sajón, con los francos, los reinos árabes, con la gran China, la nueva Rus; los veían como descubridores de mundos; con hijos sanos y fuertes que vivirían para propagar la sangre Lothbrok. No sólo convertirían a Kattegat en el centro comercial más grande de Europa, sino que Ubbe sería rey, y ganaría fama por ser el gobernante más educado, pacífico, respetado y amado de los reinos más poderosos de los mundos existentes. Todos se arrodillarían ante él, y su reina: Frida.
Apenas terminan de amarse, ambos vuelven a vestirse, dispuestos a marcharse.
—¿Estarías dispuesta a convertirte en mi esposa ahora? —Frida suelta una risita.
—Soy una mujer libre. Todo este tiempo he decidido que, a lo único que quiero estar atada es a la libertad —Ubbe sonríe.
—¿Sabes lo mal que eso sonaría si lo dices a alguien más? —Frida suelta una risita.
—Lo sé, y eso es una de las pocas cosas de las que no me arrepiento.
Cuando regresan al Gran Salón, la comida ya está lista, y todos aprovechan para volver a saludar a la chica y preguntar por sus aventuras. Ahora ella tiene un ánimo mayor.
—Creí que no te volvería a ver. Te creímos muerta —Frida busca esa voz, encontrando a Gunnhild detrás de ella. Frida se inclina ante ella, siendo respetable con los protocolos.
—Yo sabía que regresaría a Kattegat, lo que no sabía es que te volvería a ver aquí, y siendo reina. Me siento feliz por ti, reina Gunnhild —ambas se abrazan. Fue poco el tiempo que compartieron juntas en York, pero los ratos fueron agradables, formaron una buena amistad, interrumpida por la desaparición de Frida y la captura de Gunnhild a manos de Björn.
Después de que esa gran celebración ha terminado, Björn designa una pequeña cabaña para Frida. Ella decide que es hora de descansar, mientras esquiva a todos los ebrios en el suelo del Gran Salón, después de despedirse y agradecer a los reyes por la bienvenida.
Cuando ella se mueve a su cabaña observa a Ubbe con Torvi. Él la está besando, entonces ella comprende que desde aquella última plática que tuvo con Ubbe, probablemente ellos dos se han casado. No puede evitar sentirse mal por lo que hizo con el chico hace unos momentos.
Se siente mal por Torvi. Ahora, si ella hubiera estado enterada sobre ese romance, no se habría metido con Ubbe. Cometió ese terrible error aquel día en Inglaterra, cuando aun sabiendo que Ubbe estaba casado con Margrethe, decidió acostarse con él. Sin embargo, ella recuerda lo que sintió al encontrar a otra mujer acostándose con su Ivar, y ese sentimiento no desea causarlo a alguien más, jamás en su vida, por eso se siente asqueada y miserable.
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FRIDA [Parte II] (Ivar The Boneless)
FanficLargos caminos de miseria y sufrimiento. Sin embargo, aunque todos hubieran sido claros, tal vez no habría diferencia. Si los dioses no lo hubieran querido, jamás nos habrían reunido. ¿Acaso los dioses gozan con ver nuestra angustia al borde del a...