Capítulo 15

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Doce semanas y tres días. Addison oficialmente había entrado en el segundo trimestre. El mejor de todos según las experiencias que sus pacientes le contaban. Las hormonas empiezan a estabilizarse, los malestares y el cansancio disminuyen, las pataditas pronto comenzarían a sentirse, el crecimiento del bebé se vuelve más repentino y la pancita por fin sería la protagonista.

Derek se encontraba caminando hacia el ala de recién nacidos donde Addison estaba ese día. La noche anterior había estado leyendo su revista médica para estar informado de lo que ocurriría durante esa semana. El feto –que ahora oficialmente era un feto y no más un embrión–, a esta altura tenía las extremidades bien diferenciadas del resto del cuerpo e incluso ya tenía uñas en sus deditos. También comenzaba a deglutir pequeñas cantidades de líquido amniótico, ya que gran parte de su aparato digestivo estaba formado; además ya tenía diafragma, por lo que podía comenzar a tener hipo. Derek no podía dejar de sonreír al imaginárselo tan chiquitito teniendo ese tipo de reacciones dentro del útero de su madre.

Los genitales externos ya estaban formados, y si encontraban una buena posición durante la ecografía de esta tarde, probablemente conocerían el sexo. Estaba ansioso de encontrarse con Addie y decirle todo esto que había aprendido. Quizás fuera un poco ridículo, ya que ella sabía mejor que nadie como eran las etapas del desarrollo de los fetos, pero de todas maneras, vivirlas con su propio bebé eran diferentes.

—Hey... —dijo asomándose por la puerta con dos vasos de chocolate caliente en las manos.

—Hey... —Addison se levantó de la silla al lado de la incubadora y fue hasta su encuentro— ¿y esto? —tomó el vaso que Derek le ofreció.

—Chocolate caliente, tiene dos sobres de azúcar. Para que el bebé se mueva hoy —le dio un ligero beso en la mejilla, costumbre de toda la vida que de a poco habían vuelto a retomar.

—Oh, Der. Es muy pequeño para que notemos sus patadas aún —sonrió mientras bebía un sorbo.

—Lo sé. Es para poder ver el sexo en la ecografía de hoy.

—Oh, sobre ese tema...

—Sé que es difícil y que no se puede comprobar al 100% a esta altura, pero sus genitales están formados ya y en el caso de ser varón se podría notar ahora mismo. Sería un poco más difícil si fuera niña poder confirmarlo pero...

—Estaba pensando y creo que no quiero saber el sexo del bebé hasta que nazca.

—¿Perdón? ¿Me vas a torturar seis meses más con esta intriga?

—Escucha, el sexo del bebé no cambia nada. No va a hacer que lo amemos más o menos solo por el tipo de genitales que tenga, ¿o si?

—Obvio que no, pero...

—Lo único que haría saber el sexo es darnos pie para comenzar a crear expectativas sobre él o ella. Porque desde el primer momento en que lo sepamos vamos a empezar a proyectar cosas sobre el bebé. Y quiero evitar que nosotros mismos caigamos en eso y que la gente externa también lo haga. Al fin y al cabo será la información menos relevante de su vida saber si es niña o niño.

—Pero...

—Quiero que desde este momento lo empecemos a amar de forma incondicional y que ese amor no cambie según lo que tiene entre sus piernas. Porque eso es meramente biológico.

—Addison, por supuesto que lo amaré incondicionalmente. Eso pasará de todas formas, sabiéndolo o no.

—¿Entonces para qué lo quieres saber?

—¿Pero qué hay de malo en saberlo?

—Ya te dije, caerías en las expectativas y en los roles de género que la sociedad tiene impuestos. Empezaríamos a comprar ropa color celeste o color rosa, a comprar juguetes de "niño" o de "niña", a pensar en sus futuras actividades extraescolares, si es danza clásica o baseball, o en su formación profesional ¿y si en un futuro no se siente identificado con su género biológico y decide cambiarlo?

Baby StepsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora