Capítulo 28

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—Kayla, se supone que deberías estar descansando —dijo Addison entrando en la habitación de su paciente, seguida por Alex.

—El reporte de Drew de Afganistán, le dije que lo revisaría —se excusó ella.

Addison hizo una pequeña sonrisa y se acercó a su camilla.

—La secundaria era mucho más fácil cuando yo iba... —dijo Kayla— o tal vez nunca me importó mucho. Estaba demasiado interesada en chicos... Bueno, solo en Eddie en realidad.

—¿Está Eddie aquí? —interrumpió Addison, con un tono preocupado.

—No, fue a casa a chequear a los niños. Pero Simón y Angie si, fueron por un café. Angie está enloquecida por los trillizos. Pero cuando veo los latidos en el monitor... están estables. ¿Solo soy yo la que se sienta mal, verdad?

Addison se sentó a su lado en la camilla. Alex seguía con cara de preocupación.

—¿De cuántas semanas estás, doctora Montgomery? —preguntó mirando su vientre. No era la primera –ni la última– paciente en interesarse por su embarazo.

—25 semanas... escucha, Kayla...

—¿Como están? —dijo Angie entrando en la habitación. Era la madre biológica de los trillizos.

—Están bien —respondió Addison poniéndose de pie— ¿podrían darme unos minutos a solas con Kayla?

—¿Qué pasa? —preguntó Angie.

—Calma, cariño. Démosles espacio —dijo su marido, Simón.

—Es solo que nos preocupan nuestros bebés.

—Está bien, pueden quedarse —dijo Kayla.

—Okay... Kayla, revisé los estudios que te hicimos esta mañana y... el coágulo no se está disolviendo, está empeorando.

—¿Entonces que hacemos? —Angie se acercó preocupada y su marido la tomó del brazo.

—El problema es que el embarazo múltiple ejerce mucha presión en tus venas. Así que, aún con la heparina, estás formando coágulos nuevos.

—¿Entonces que pasará? ¿Que van a hacer? —preguntó Kayla asustada.

—El embarazo... o los tres fetos, ejercen mucha presión sobre tus venas... así que tengo que aliviar esa presión lo antes posible... la forma más segura sería reducir el embarazo a solo un feto.

—¿Entonces está diciendo que quiere matar a dos de mis bebés? —Angie se acercó hacia Addison, conmocionada.

—Si estuviéramos hablando de su propio hijo, doctora, ¿usted diría lo mismo? —preguntó Simón enojado.

—Sr. McConnell... —Alex intervino, tratando de tranquilizarlo y que no se metiera con Addison.

—No es lo mismo, mi embarazo no está poniendo en riesgo mi propia vida —respondió ella firmemente.

—Son 20 semanas, unas semanas más y los bebés serán viables —suplicó Angie.

—Kayla no tiene un par de semana más, si no operamos podría morir —dijo Alex.

—Hice dos exámenes rectales hoy, dos. Se supone que es trabajo de internos ese —dijo Bailey sentándose al lado de Addison en la cafetería.

—Estoy a punto de eliminar dos de tres trillizos a las 20 semanas... —murmuró ella.

—Oh... Addison, lo siento. ¿No hay nada que puedas hacer?

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