Baby Steps

Capítulo 26

Addison se despertó al escuchar el brusco ruido que hizo su ventana al chocar contra la pared. Era una mañana fresca y ventosa de otoño y la noche anterior había olvidado cerrarla bien.

Parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz del lugar. Por un momento se sintió desorientada al ver esas paredes bordó y esas cortinas de terciopelo con estampados florales que hacía muchos años no veía.

Giró su cabeza hacia la izquierda. Derek aún dormía profundamente a su lado. Así que no había sido un sueño, realmente estaban ahí...

Addison cubrió su cuerpo desnudo con una sábana y se levantó de la cama. Caminó unos pasos hacia la ventana para cerrarla. Al estar ahí, no pudo evitar mirar hacia afuera. Notó cómo el viento agitaba los árboles, arrancándoles las hojas y llevándolas por el aire frío. Era una vista hermosa, siempre lo había sido. Sin embargo una sensación de soledad la consumió de repente.

Se sentía como viajar al pasado. Recordaba todas las tardes que se había sentado en el sofá a mirar el paisaje, sola. Nunca había tenido muchos amigos, al contrario de Archer, que casi nunca estaba en casa. Y sus padres siempre parecían estar demasiado ocupados en cosas de adultos, como para ponerse a jugar con ella.

Por supuesto, tenía a sus niñeras. Ellas si jugaban con ella. Hacían todo lo que ella les pidiera. Jugar con muñecas, armar rompecabezas, leer libros, jugar juegos de mesa, colorear libros infantiles... sin embargo, cuando acababa su turno, se iban. Y ella volvía a quedarse sola, mirando por esa ventana hasta que el sol se escondía.

Volvió despacio hacia la cama, aún era temprano. El desayuno en su casa se solía servir a las 8:00 a.m., y las agujas del reloj en la pared marcaban que recién eran las 6:40 a.m.

Derek se movió un poco al sentir su presencia cerca otra vez, pero no llegó a despertarse. Addison se arrimó aún más a él y se acurrucó contra su cuerpo. Derek seguía desnudo y ella quería sentir su calor corporal. Hacía frío esa mañana. Bueno, en realidad siempre hacía frío en Connecticut. Pero en otoño e invierno se intensificaba más.

Apoyó la cabeza en el pecho de Derek y siguió observando los detalles de la habitación. Había un mueble blanco con todos sus libros de medicina, algunos portarretratos, algunos trofeos de campeonatos de equitación que ganó de joven.

Había un gran tablero de corcho, el cual tenía varias fotos colgadas que ella misma había tomado con su cámara analógica. La mayoría eran de ella y Derek en su época de estudiantes. Derek sosteniendo un hot dog con mostaza en una esquina del Times Square. Addison montando una yegua color café. Addison y Derek en el mar. Addison y Derek en el bosque. Addison y Derek en la nieve, armando un muñeco de nueve bastante desproporcionado. Sam, Naomi y Mark en el cumpleaños de Derek. Derek y Mark en su piscina. Addison y Derek besándose debajo de un árbol del club de golf. Addison levantando el diploma de médica. Y podría seguir, había muchas fotos colgadas en esa pared. Alguna vez se las debería llevar, pensó.

Miró hacia el escritorio. Aún estaban algunos de sus juguetes viejos. Rosas y adornos de decoración. Algunos perfumes, probablemente vencidos. Candeleros con velas. Estaba también la caja musical con su bailarina de ballet que El Capitán le había regalado cuando cumplió 8 años.

Todos los objetos materiales de su vida pasada, una muy lejana a decir verdad, estaban ahí. Intactos, como si estuvieran esperándola a ella otra vez para que los usara.

—¿Addie? —Derek comenzó a despertarse.

—Der, te desperté. Lo siento.

—¿Estás bien? —preguntó mientras la rodeaba con su brazo.

—Si... me desperté por el ruido de la ventana... está bien.

—¿Tienes frío?

—No, tú estás caliente...