Baby Steps

Capítulo 35

Lunes 23 de diciembre. 10:45 a.m.

Estar sola en casa nunca había sido algo que realmente le molestara a Addison, de hecho, de vez en cuando le gustaba tener esos momentos para ella misma. Solía aprovechar ese tiempo para leer un libro, tomar un baño caliente de inmersión, ver alguna película, estudiar algún procedimiento quirúrgico nuevo, disfrutar de una copa de vino tinto al compás de una buena canción. Sin embargo, desde que estaba embarazada eso había cambiado. Bueno, en realidad desde la baja por maternidad. Ya no disfrutaba tanto de esa soledad.

Derek y Amelia se habían ido al hospital a primera hora, como hacían siempre, y ella se había quedado descansando en la cama. No se quejaba de eso, de hecho necesitaba cada hora de sueño extra que pudiera coger. Era lunes, y como todos los lunes cumplía una semana más de embarazo. En total eran 36 semanas, entrando en el noveno mes. Estaba más cansada de lo habitual, por supuesto, llevar un bebé de más de 2,700 kg no era broma.

Su rutina últimamente se basaba en dormir la mayor parte de la mañana –o intentar dormir, ya que muchas veces la bebé se oponía al descanso de su madre–, almorzar algo mientras veía esos reality shows donde la vida de las personas parecía ser mucho más complicada que la suya, después regresaba a la cama y practicaba ejercicios de respiración y meditación, porque si sus pacientes lo hacían quizás significaba que servían ¿no?

Derek con suerte llegaría unas horas después del almuerzo, eso siempre y cuando no estuviera comprometido en el quirófano o surgiera una emergencia que lo retuviera más de lo adecuado. Y Amelia... Amelia no tenía horarios ni rutinas después del trabajo. Realmente nunca sabía a qué hora podía volver ella.

La cosa es que ahora estaba aburrida, acostada en su cama. Aburrida y cansada. Cansada y al mismo tiempo ansiosa. Ansiosa y preocupada. Quizás ya debería comenzar a lavar y organizar toda la ropa de la bebé, o terminar con los detalles que faltaban para su habitación, o armar el bolso para el hospital, porque a partir de la semana que viene ya se consideraría bebé a término y podría nacer.

A pesar de estar cansada del embarazo, la idea de parir en una semana tampoco le gustaba. Aún necesitaban la cuna, el asiento para el coche, la carriola, las cámaras y walkie-talkies, el cambiador y... básicamente muchas cosas que, como siempre, habían postergado por falta de tiempo. Vida de médicos, pocos lo entenderían.

El timbre del departamento sonó y la hizo olvidarse de sus pensamientos de planificación. ¿Quién sería a esta hora? ¿Acaso Derek había regresado porque había olvidado sus llaves? No... le hubiera mandado un mensaje de texto al menos, ¿no? Pero... a todo esto ¿donde estaba su teléfono móvil? ¿Lo había cargado la noche anterior?

El timbre volvió a sonar una y otra vez con tanta insistencia que no tuvo otra opción que levantarse a ver quién era. Al abrir la puerta, sintió como se le congelaba la sangre de golpe.

—¡Feliz Navidad! —gritó Nancy, seguida por Carolyn y Kathleen.

Addison parpadeó un par de veces, no entendía que estaba pasando. ¿Realmente estaban aquí o se había levantado tan rápido de la cama que seguía mareada?

—Addison, que cara. Parece que has visto un fantasma —se rió Nancy.

—¿Que están haciendo aquí? —dijo confundida.

—Venimos a pasar Navidad aquí, ya que ustedes no pueden viajar este año... decidimos traer la fiesta a Seattle.

—Oh, Dios... voy a matar a Derek... —susurró para si misma mientras les daba espacio para que entraran.

—Dios mío, este vientre está a punto de explotar —dijo Nancy apoyando ambas manos en la gran barriga de Addison.

—Lo sé, y aún me faltan 4 semanas más...