Capítulo 30

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A la semana siguiente de lo ocurrido, Eddie se había encargado de traer a la artillería pesada: la doctora Geraldine Ginsberg. Sabía que ella era especialista en este tema y haría todo lo posible para que su esposa despertara.

—La doctora Montgomery Shepherd está aquí... —susurró Eddie al oído de Kayla apenas vio a Addison entrar— la doctora Ginsberg llegará en unos momentos... 

Derek venía con ella, quería ver por su cuenta de qué se trataba el caso.

—Sé que piensan que no me escucha pero... pero tal vez si. Y cuando la doctora Ginsberg llegue y la despierte... quiero que ella sepa que nunca me di por vencido.

—Eddie, necesito hablar contigo... —dijo Addison—, la doctora Ginsberg es una neurocirujana experta pero... Kayla ha estado en coma por cinco semanas. No quiero que te esperances.

—La doctora Ginsberg revivió a un paciente que estuvo en coma por 17 años. También tendré mi milagro. Tendremos nuestro milagro, ella va a despertar. No tiene por qué ser tan negativa. ¿No siente esperanza?

—Eddie, a lo que la doctora Montgomery Shepherd se refiere es a que no se cree ilusiones antes de tiempo —dijo Derek.

—Lo siento... es solo que... desconecté al amor de mi vida y no murió. ¡No murió! Eso tiene que significar algo ¿no creen?

—Soy la doctora Ginsberg y este es mi equipo. ¿Quién es usted? —dijo la mujer anunciándose por la puerta, seguida de un equipo de médicos detrás. Addison y Derek se voltearon a verla.

—Oh, Addison Montgomery —le estrechó la mano, y luego Derek hizo lo mismo—, un gusto conocerla. Él es Eddie, el esposo de Kayla. Este es Derek, mi marido, neurocirujano...

—Muchas gracias por venir —Eddie le estrechó la mano emocionado.

—Prefiero que las familias esperen afuera durante el diagnóstico —dijo la mujer firme, sin mostrar una sola gota de emoción.

—Doctora Ginsberg... —dijo Addison.

—No, está bien. Lo que usted necesite —dijo Eddie saliendo de la habitación.

La neurocirujana avanzó hacia la paciente y la revisó con su linterna.

—Umm... Kayla Lindy, 32 años, madre de alquiler, embarazada de trillizos. Durante el embarazo se produjeron complicaciones tales como un coágulo pulmonar y...—dijo Addison.

—Ya conozco su caso —dijo Ginsberg interrumpiéndola.

Derek levantó una ceja al notar su soberbia. Addison solo contrajo los labios.

—Okay, necesito un electroencefalograma, una resonancia magnética y un estudio del flujo sanguíneo cerebral. Vamos gente, vamos. Oh, que bueno que se una a nuestro equipo, doctora Shepherd.

Addison y Derek se voltearon confundidos.

—No creo que quiera tomar una decisión sin ver el cisternograma del radioisótopo...

—¿Amy?

—Hey, Addie. Hace tanto que no nos veíamos... wow, no puedo creer que estes realmente embarazada.

—¿Amy que estás haciendo aquí? —Derek estaba aún más sorprendido que Addison.

—¿Ustedes se conocen? —preguntó Ginsberg.

—Es mi hermana menor —respondió Derek.

—Por Dios, Amy, ¿que estás haciendo aquí? —preguntó Derek disgustado. Realmente cruzarse con Amelia en Seattle era lo que menos se esperaba ese día.

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