Epílogo

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Enero este año había sido algo más frío de lo habitual. Aquella era una mañana helada y neblinosa de invierno en Seattle. Addison miraba por la ventana de la cocina y el bosque lucía como si estuviera envuelto en un manto de terciopelo blanco.

Abrió un poco la ventana para sentir el olor a pino fresco ingresando de a poco en el hogar. A pesar del clima húmedo y frío, aquel era un lugar de belleza y encanto. Desde las ramas más altas de los árboles, se escuchaba el crepitar de las hojas y el canto de los pájaros, que parecía que sabían que día era hoy y querían celebrar a coro.

Ese día, era el cumpleaños número 44 de Derek. Él se había tomado el día libre en el hospital, pero una cirugía de emergencia lo obligó a salir apurado esa mañana. Si todo salía como lo esperado, antes del almuerzo estaría de vuelta en casa. En la casa del bosque, por supuesto. Se habían mudado a la casa soñada antes de que Olive cumpliera su primer año.

—Ollie, ven a ayudarme con el regalo para papá —dijo Addison sentándose en el sofá de la sala de estar.

La pequeña niña de casi cuatro años estaba acostada en la alfombra y fue corriendo ante el llamado de su madre.

—¡Podemos poner en la caja el regalo que le hice hoy!

—¿Si? ¿Qué regalo, mi amor?

—¡Un pastel de lodo y rocas!

—Hija...

—Y tiene hormigas también.

—Mmm... no creo que a papá le gusten las hormigas dentro del regalo.

—Pero están muertas, no lo van a picar. ¿Quieres que lo traiga?

—No, ven. Quiero que le hagas un dibujo.

—¡Pero siempre le hago dibujos!

—Pero a él le gustan mucho tus dibujos, los cuelga en su oficina. El otro día los viste, ¿no es así?

—Mmm... ¿y si le cocinamos un pastel?

—Mamá no sabe hacer pasteles, hija.

—¿Y si hacemos un álbum de fotos para papá?

—¿Quieres poner fotos?

—¡Si! ¡Ya las elegí! —dijo poniendo sobre la mesa unos portarretratos que Addison había puesto de decoración en la sala de estar.

—Ollie, si queremos hacer un álbum tenemos que usar otras fotos que no estén en los cuadritos... —dijo mientras tomaba una de Mark y Olive en el hospital, era del día que nació.

—¡Pero me gusta esta con el tío Mark!

—Pero amor, ¿y papá donde está en la foto?

—Él la tomó —sonrió pícaramente.

—¿Y cómo sabes tú eso?

—Porque estoy en la foto, mamá. Yo lo vi.

—¿Cómo lo viste? Estabas durmiendo.

—No, estaba jugando a que dormía. Pero en realidad tenía los ojitos casi casi cerrados pero veía un poquito así chiquito —hizo el gesto con las manos.

—Claro, lo siento. Tienes razón —dijo conteniendo la risa. Olive siempre la sorprendía con sus respuestas espontáneas.

Addison se despertó pasado el mediodía y vio a Derek sentado en el sofá del acompañante, mandando mensajes de texto y mails. Probablemente les estaba avisando a todos que Olive había nacido. Él había dicho que se encargaría de eso.

Baby StepsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora