ꕊ˘˖˙14 ◠ ⋆ ☄

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Era un día miércoles lluvioso en el que cierto chico de cabellos rubios había terminado de revisar el informe que tenía que entregar el día siguiente para luego volver del baño unos minutos después de una ducha refrescante. Suspiró con cierta pesadez al mirar la casa de al lado desde la ventana, extrañando a su novio porque éste había ido a reunirse con su familia esa mañana pero él no pudo ir debido a la desgraciada universidad.

Miró su teléfono durante un largo rato pero todo le parecía aburrido, así que optó por hacer lo que normalmente comenzó a hacer –desde hace unos pocos meses– cuando estaba aburrido.

Ni-ki no le respondió las primeras cuatro llamadas así que prefirió dirigir sus pasos perezosos al armario, de dónde sacó una caja del fondo que estaba bajo llave por motivos muy personales y entendibles para cualquiera o eso quería creer para no sentirse tan vulgar y perverso.

Aunque quizás esa era una faceta suya que a Ni-ki debía gustarle, ¿No?

Tal vez estaba muy equivocado, para ese entonces.

Decidió dejar de pensar demasiado y hacer lo que había aprendido a hacer por su cuenta desde la última vez que tuvo sexo con su novio, porque desde entonces, había comenzado a desear conocer cada vez más su propio cuerpo y esos lugares que claramente lo dejaron inquieto desde aquella vez.

Lo único que quería en ese momento es que su novio llegará, lo besara con brusquedad, lo empujara contra una pared y le arrancará la ropa para luego tocarlo como quisiera, que lo pudiera en cuanto, tomara sus caderas de manera posesiva y comenzará a follarlo con rudeza, sacándole gritos de placer hasta que se corriera.

Se quitó su ropa por completo al sentir su cuerpo caliente ante la imagen mental, comenzó a pasar su mano por encima de su miembro semi-erecto, teniendo en mente la imagen del castaño en cada momento, comenzando a tirar y acariciar sus propios pezones con algo de brusquedad para después acariciarlos. Tal y como lo haría Ni-ki.

Un jadeo bajo escapó de sus labios al pensar en él, su cuerpo tonificado, su voz gruesa cuando se excitaba, su pene erecto y enorme.

Se mordió su labio inferior ante la imagen que tuvo ese día al estar con el japonés, lo recordaba con claridad aún, podía jurar que llegaba a sentir sus toques.

Se apoyó de sus rodillas al estar en el suelo, luego tendría moretones de seguro pero eso poco le podía importar al excitado rubio que comenzó a chupar de manera sonora dos de sus dedos, guiándolos a su agujero rosado después de unos minutos en los que logró empaparlos por completo, haciendo que su saliva se deslizara por su mano.

Soltó un gemido algo alto una vez metió el primer dígito, adentrando el otro después de unos minutos más para comenzar a embestirse con sus dedos, moviéndolos de adelante hacía atrás, en círculos o abriéndolos para estirarse poco a poco.

Una vez sintió la necesidad de querer algo más que solo sus dedos, sacó el dildo de tamaño mediano que estaba en la caja, cubriéndolo en lubricante previamente para apoyar su espalda de la pared por un momento, abriendo sus piernas de par en par para luego meterlo de un solo empujón, gimiendo en alto el nombre del castaño.

— ¡A-ahmg! H-hyung... Por favor.— con sus ojitos apenas abiertos, comenzó soltar gritos ahogados en cuanto sintió como el aparato comenzaba a vibrar con intensidad dentro de él mientras se encargaba de meterlo y sacarlo en repetidas ocasiones.

El rubio se mordió su labio inferior con demasiada fuerza hasta hacerlo sangrar para intentar callar sus ruidos en un vago intento, sintiendo su piel arder a la par que su débil cuerpo se sacudía con cada vibración que era emitida a través de sus sentidos, gimió con un tono desgarrado, queriendo acostumbrarse de una puta vez por todas a un tamaño más grande para poder follar con su novio en vez de estar encerrado en esas cuatro paredes, imaginándose escenarios en los que podía llegar a estar con el castaño en esa situación.

𝐍𝐞𝐢𝐠𝐡𝐛𝐨𝐮𝐫『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora