Nueva vida

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Louis era el omeguita más satisfecho y emocionado de todo Canadá por su reciente hogar.

Habían pasado ya cinco meses desde que dejaron aquel departamento en el que vivieron sus primeros años de amor donde experimentaron la mayoría de sus primeras veces como pareja, y no podían creer que ya se encontraban compartiendo un nuevo hogar. Cinco largos pero cortos meses que hicieron sus días lucir como si duraran tres minutos, pues el montón de cosas y experiencias nuevas que estaban viviendo les hacían tener la sensación de que tan pronto como amanecía, volvía a anochecer, manteniendo a ambos tan ocupados que el tiempo les pasaba volando.

Y a pesar de ya haber pasado el suficiente tiempo desde su primera noche en la casa o en el 'castillo', como el menor seguía llamándole, era éste quien seguía tan ilusionado como el primer día.

Eran las seis y cuarto de la mañana y ya movía sus piecitos con inquietud de un lado a otro mientras miraba aquella película de hadas que tanto le gustaba, esperando paciente desde la sala a su alfa quien terminaba de vestirse en la habitación.

Intentaba posar su completa atención a las imágenes en la gran pantalla plasma frente a él, sin embargo, la emoción que sentía en ese momento le hacía distraerse muy fácilmente, por lo que sus ojitos azules de pronto se mantenían fijos en la puerta principal por donde en cualquier momento entraría su profesora, Matilde.

Había comenzado a recibir clases desde casa hace apenas medio mes. Tenía a esta profesora de carácter autoritario y firme pero a la vez tan amable y comprensible; ella le enseñaba un montón de cosas que lo dejaban boquiabierto y asombrado, hambriento por siempre aprender más y más. Hasta ahora solo había aprendido un poco de matemáticas y gramática de español, pues Matilde y su alfa decían que era preferible comenzar de poco a poco y que le ayudaría a su cabecita a concentrarse en pocos temas y no hacerle explotar con tantas cosas nuevas tan repentinas.

Aunque en una vaga plática que tuvo con su profesora sobre las distintas asignaturas, ella le había contado sobre artes, con lo cual quedó tan maravillado que le pidió aprender de ello también, chillando emocionado cuando Matilde creyó que seria buena idea el dejarle desenvolverse en su lado artístico desde ahora. Su clase de artes la tomaba todos los jueves de todas las semanas, justo como ahora.

Soltó un suspirito y recorrió su mirada por toda la casa de nuevo, notando como todo estaba sumido en un tranquilo y acogedor silencio, pues a pesar de ser una casa enorme, el ambiente hogareño y cálido se sentía muy presente. Lo amaba.

Bajó del sillón acomodando el gorro de osito que llevaba sobre su cabecita y que era parte del pijama completo que usaba. Cubría desde sus piecitos con unas pantunflas falsas hasta esas mangas afelpadas que mantenían su cuerpecito cálido en este septiembre que había comenzado bastante frío.

Vanilla Milk (with an extra of chocolate...) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora