Extasis

4.2K 164 132
                                    

·͙⁺˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚⁺‧͙⁺˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚⁺‧͙⁺˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚⁺‧͙

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

·͙⁺˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚⁺‧͙⁺˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚⁺‧͙⁺˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚⁺‧͙

💌

2:17 a.m

Abre ese perfecto culito para papi, amor.— ordenó desde su lugar, relamiendo sus labios con una sonrisa.

El menor gimoteó con su carita de costado contra el colchón al igual que su pechito, sosteniéndose con sus rodillas y manteniendo ambas piernitas lo más abiertas que podía mientras estiraba sus manitas hacia atrás, separando sus regordetes glúteos aún más.

Harry gruñó con su mirada clavada en la empapada entrada de su omeguita, viendo claramente como un chorro de lubricante escapó de ella apenas dividió sus mejillas. Se veía tan apetecible completamente desnudo y a su disposición sobre la cama frente a él, con su pequeña erección rozando las sabanas bajo él y su rosita agujero contrayéndose a la nada, casi rogando ser llenado.

El celo del alfa había llegado tan pronto como regresaron de comer con los demás. Los síntomas habían aparecido al instante y el chiquillo no tardó en comenzar a quejarse bajito por el penetrante olor a alfa en celo, por lo que pasaron el resto del día entre insinuaciones hasta este momento.

—Tócate, bebé. Déjame ver cómo llenas tu apretado agujero con tus deditos.— gruñó deslizándose un poco hacia abajo sobre la silla frente a la cama, apretando su erección debajo del bóxer entre su mano.

Louis arqueó su espaldita y se quejó bajito cuando escuchó la profunda voz de su alfa sin poder verle. Sus dilatados ojitos se mantenían entrecerrados y perdidos en algún mueble de la habitación, con boquita salivando de más y uno de sus deditos intentando alcanzar su intimidad.

—Mételo, omega, está bien.— habló a sus espaldas cuando solamente le vió acariciarse con la punta de su dedito índice.

—Hmhh... t-tú, alfita...— gimoteó como un pucherito, apenas poniendo un poco de presión contra su entrada para luego volver a alejar su dedito. Le daba un poco de miedo hacerlo él, creía que se iba a lastimar y sabía que su alfita podía hacerlo a la perfección.

El rizado rió engreído y se levantó de su lugar, avanzando hasta él como todo un lobo acechando a su presa.

—Vas a hacerlo tú, conejito.— demandó estampando su mano con fuerza contra su glúteo— Obedece las órdenes de papi.— habló después, volteándolo en su lugar luego de verle saltar un poco por el golpe anterior.

Lo acostó boca arriba sobre las manchas mojadas de pre semen y lubricante en las sábanas, viendo sus azules ojitos dilatados y sus mejillitas tan sonrojadas en ese tono rosáceo que le hacía lucir como un angelito. Lo jaló por sus piecitos y le hizo abrir de nuevo sus piernitas, empujándolas hacia arriba contra su pechito.

Vanilla Milk (with an extra of chocolate...) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora