Desesperado

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8:15 a.m

Come, anda... tienes que comer o vas a enfermar como yo.— hablaba un achacoso omega sentado en el comedor de su hogar, peleando con su mascota.

Totopo también se mantenía sentado sobre una de las sillas al lado del chiquillo quien no paraba de acercarle tiras de zanahoria que él mismo había cortado antes bajo la atenta supervisión de Lola.

Luego de terminar su desayuno con dificultad y en silencio junto al alfa, había decidió alimentar a su conejito cuando el rizado se alejó a vestirse para poder salir a trabajar, avisándole que después le vestiría a él. Le pidió a su tita que le ayudara a cortar varias verduras sin querer explicarle para qué eran, moviéndose cuidadoso al rededor de la cocina cuando ambos mayores se alejaron y tomándose el atrevimiento de subir al animalito a una de las sillas del comedor.

Si alguno de los mayores le veía, seguramente estaría metido en un lío grande, pues ambos estaban locos por la limpieza y los gérmenes en especial. Jamás le permitirían subir a su conejito ahí.

Sorbió su congestionada naricita y talló sus hinchados y ojerosos ojitos con debilidad. Respiraba por su boquita inevitablemente y ocasionaba ese terrible ardor en su garganta que le hacía no querer comer ni beber ni una sola gota de nada, pues le dolía bastante cuando lo hacía y en realidad había perdido el sabor y un poco el olfato también.

Lo peor había sido el no poder oler el aroma de su alfa. Se la había pasado toda la noche buscándolo con desesperación, restregando su naricita con fuerza contra su cuello y chillando irritado cuando no lo lograba.

La gripe seguía tan presente como al inicio y se sentía tan agotado. Por otro lado, su molestia contra el ojiverde era aún existente. Seguía sin dirigirle la palabra y no le había besado ni una sola vez, esquivando cada uno de sus besos y protestando cuando volvía a querer intentarlo.

Le había escuchado querer disculparse en distintas ocasiones durante la mañana, sin embargo, no le había dejado. No quería escucharle aún y con eso bastaba para no hacerlo.

—Comételo...— gruñó fastidiado viendo al conejito no querer ceder. Solo movía de un lado a otro su pequeña nariz y olfateaba las verduras que le acercaba sin tomarlas, ajeno a la irritación del omeguita.

Bufó y regresó la zanahoria al platito donde yacían el resto de verduras. Tosió con pechito constipado y gimoteó adolorido, dejando caer su cabecita sobre la mesa y cerrando sus ojitos un par de segundos.

No había podido descansar nada durante la noche, pues tan pronto como quería caer dormidito entre los brazos de su alfa, una ronda de tos le atacaba o se desesperaba al no poder olfatear al mayor. Había dormido por cortos lapsos de tiempo hasta el amanecer y fue casi había sido obligado a tomar una ducha calientita para ayudar a la fiebre, que después de todo, le hizo relajarse un poco más.

Vanilla Milk (with an extra of chocolate...) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora