✧･ﾟ: *✧･ﾟ:* Vanilla Milk Parte 2 ✧･ﾟ: *✧･ﾟ:*
Simplemente la vida del pequeño Louis y su amado alfa, Harry.
O donde Louis es un encantador omeguita mimado, amante de los conejitos, las burbujas y los abrazos y besos de Harry; un alfa sobre protecto...
Louis yacía sentadito en la pequeña silla de madera frente a su escritorio del mismo material.
Apoyaba sus manitas abiertas sobre una hoja con escritos en su cuaderno y escuchaba atento a lo que su profesora decía, con ojitos azules de par en par.
Era sumamente temprano y ya estaba por terminar sus clases del día. Había sido despertado por el alfa al rededor de las cinco de la madrugada y en no más de una hora ya se encontraba bañadito y vestidito para estudiar.
Por alguna razón el chiquillo se había dejado hacer con facilidad desde que fue despertado. No había habido berrinches ni llantos de por medio cuando el rizado le bañó o vistió. Había amanecido bastante tranquilito y sereno, al parecer con pronta voluntad propia por ayudar al mayor.
Escondió sus manitas debajo del escritorio y las tapó con las mangas del hoodie negro del ojiverde que vestía, y que cubría hasta sus muslitos y el pequeño short que vestía junto a unas calcetitas altas.
—¿Tienes alguna duda, Louis?.— preguntó Matilde de pronto, asomándose por encima de sus lentes.
Louis apretó su boquita luego de tenerla entreabierta y revoloteó su mirada de un lado a otro, nervioso.
—N-No, Mati...— susurró jugueteando con sus deditos.
—Bien, entonces... es todo por hoy, nos vemos mañana.— respondió en un leve asentimiento— No olvides hablarlo con el señor Styles, no permitiré ningún error.— recordó alzando sus cejas antes de alejarse.
El pequeño escuchó a Lola despedirse de su profesora y se quedó un momento más sentadito, simplemente pensando en aquello que le había puesto tan nervioso.
Apenas cuando escapó de sus pensamientos y regresó a la realidad, se levantó y caminó en búsqueda de su alfa, moviendo su naricita de un lado a otro para encontrar su aroma aun cuando sabía donde se encontraba.
Llegó hasta el segundo piso entre escalones inseguros que ya se acostumbraba a subir y abrió la puerta de la habitación.
Olía a shampoos, crema de afeitar y perfume masculino, demasiado.
Arrugó su naricita y caminó hasta la puerta del baño donde seguramente estaba su alfa.
