Capítulo 25.

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—¿Es todo lo que Barou mencionó?

La mirada Chigiri se movía de lado a lado para poder cerceorarse de que todo estuviera en orden.

La lista que Barou había enviado tan de repente había hecho que se sintiera un tanto torpe. ¡¿Cómo había conseguido su número?! ¿A caso Emily se lo había dado?

[No.]

Era totalmente imposible si ella se encontraba descansando, ya había pasado 1 hora y ya tenían lo más importante.

[¡La comida!]

Ahora solo necesitaban tomarse su tiempo para poder comprar algo extra ya que para su gusto ese día, no quería comer nada de lo que él había pedido.

Ahora solo necesitaban tomarse su tiempo para poder comprar algo extra ya que para su gusto ese día, no quería comer nada de lo que él había pedido

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—Creo que es todo...

—Pasemos lista —le dijo Reo acercándose a las bolsas, Nomi tuvo mucha paciencia para ambos. Aquella mujer ni siquiera se quejó ante las dudas que ambos adolescentes habían tenido pero estaba tan acostumbrada a su pequeña Emily, que no iba a ponerse a discutir con niños con los que recién platicaba— ¿Hamburguesas sin cebolla?

—Listo.

—¿Bandeja de pollo agridulce?

—Listo.

—¿Seis unidades de pan de ajo?

—Listo.

—Uhm... Faltan los Daifukus —mencionó dándose la vuelta, buscando con la mirada algún lugar donde pudieran vender algo de dulces— ¿Qué sabores fueron?

—Mandarina y uva —dijo Hyoma volteandose en dirección a dónde Nomi se encontraba hablando por teléfono, al parecer aquella mujer estaba ocupada así que era mejor no molestarla— Yo los buscaré, lleva ésto al auto.

—De acuerdo.

Chigiri se separó de Reo, era hora de ir por algunos dulces así que esperaba que los Daifukus que él había mencionado estuvieran disponibles.

El centro comercial tenía algunos puestos, ¿Dónde era su mejor opción? Chigiri decidió llevar unos ricos dulces que a él gustaran, ¿Era posible llevar algunos extras?

[Por supuesto.]

Para los mellizos cualquier sabor era delicioso mientras no tuviera fresas dentro.

—Hola, ¿Puedo ayudarte en algo?

Las mejillas de Hyoma estaban sonrojadas, aquella mujer pudo darse cuenta que era un chico bastante hermoso. ¡El más lindo que había visto en mucho tiempo! ¿A caso necesitaba comprar algunos dulces para alguien especial?

Él parecía nervioso, ¿Cómo alguien tan lindo y delicado podía ponerse tan nervioso por comprar unos simples dulces?

—Daifukus de mandarina y uva.

Crónicas de un futbolista. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora