Capítulo 7 Enzo Beckman

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Lea

Después de que lo saludara, se hizo un silencio sepulcral.

- Ya supuse que no me contestarías - le digo. Me levanto y le susurro al oído - supongo que no te gustará que nos estén escuchando, tener los ojos vendados... y más - noto que se tensa cuando le digo eso. Si llevas un tiempo en esto, sabes que el más mínimo gesto es muy importante - así que voy a solucionarlo - le vuelvo a susurrar.

Es entonces cuando cojo mi silla y trabo la puerta, después apago el micrófono.

- Hecho, ahora sí, vamos a conseguir que te sientas más cómodo - me acerco a él y le quito la venda de los ojos.

Casi al instante escucho la voz de Frank por el micrófono.

- Lea, abre de inmediato la puerta, conecta el micrófono y tapa los ojos a 43 - dice con un tono muy autoritario que a la mayoría le habría asustado, pero a mí no, además no me gusta que me den órdenes de esa forma.

Me acerco a la mesa y le digo a Enzo:

- Si me permites, le voy a decir unas cuantas cosas y continuaremos sin más interrupciones - espero que diga o haga algo, y después de unos segundos asiente. Es entonces cuando activo de nuevo el micrófono.

- Frank, te voy a explicar algo. Lo primero, no voy a abrir la puerta, segundo, no le voy a tapar las ojos a Enzo, tercero, que él esté donde está no significa que no se merezca un respeto y cuarto, yo trabajo a mi manera, así que respeta mis métodos, he llegado a donde estoy por algo - le digo con el tono más calmado que puedo y vuelvo a desconectar el micrófono - Bien, continuemos - es entonces cuando nos vuelven a interrumpir.

- Lea... - escucho suspirar a Frank - ¡Abre la maldita puerta, solo eres una cría! - me grita. Intento respirar calmada.

Inspiro, expiro... Inspiro y... exploto. Activo el micrófono sin esperar la aprobación de Enzo, me pongo de pie y miro a la cámara.

- ¡No me gusta que me griten y me den órdenes, mucho menos alguien que no sabe cómo funciona esto! -respiro hondo - Frank... Todavía no me conoces y te puedo asegurar que no quieres verme enfadada porque, si es lo que quieres, el menor de tus problemas van a ser todas estas personas que están aquí, así que te pido que me dejes trabajar a mi manera y, ¡te calles! - cuando acabé de hablar, no se escuchó nada más. Cogí una silla que había en la esquina y me volví a sentar mientras apagaba el micro.

- Siento todas estas interrupciones, continuemos. Sé que querrás que te quite las esposas pero a cambio quiero poder tener una conversación del tema que tú quieras, ¿estás de acuerdo? - pregunté. Cuando pasó un minuto, tal vez dos, le escuché hablar.

- Está bien - dijo muy bajito. Le dediqué una pequeña sonrisa.

- Tienes una voz muy bonita Enzo, deberías hablar más - vi como se sonrojaba. El informe tenía razón, es muy tímido, él no podía haber hecho lo que dice el informe - ¿de qué quieres hablar? - le pregunto y él se encoge de hombros - está bien, ¿qué te parece si jugamos al juego de las diez preguntas?, cada uno tiene diez preguntas, iremos por turnos, cuando tú respondas yo también diré la respuesta a esa pregunta y así nos conoceremos un poco mejor.

- Bien.


El juego nos llevó casi tres horas. Con algunas preguntas que le había hecho, le había sacado información sobre el caso sin que se diese cuenta y es ahí donde confirmé mi sospecha. Él no era culpable. Además este juego me sirvió para conocerlo mejor.

- Mañana no podré venir, pero cuando vuelva seguiremos hablando - él asintió lentamente con la cabeza.

- Gracias Lea - me dijo cuando estaba a punto de salir por la puerta, me giré en su dirección.

- ¿Por qué?

- Por darme una oportunidad y defenderme del guardia de seguridad.

Le dediqué una sonrisa sincera y le dije:

- No lo haría si no lo merecieras - entonces salí de la habitación.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora