Lea
Después de que lo saludara, se hizo un silencio sepulcral.
- Ya supuse que no me contestarías - le digo. Me levanto y le susurro al oído - supongo que no te gustará que nos estén escuchando, tener los ojos vendados... y más - noto que se tensa cuando le digo eso. Si llevas un tiempo en esto, sabes que el más mínimo gesto es muy importante - así que voy a solucionarlo - le vuelvo a susurrar.
Es entonces cuando cojo mi silla y trabo la puerta, después apago el micrófono.
- Hecho, ahora sí, vamos a conseguir que te sientas más cómodo - me acerco a él y le quito la venda de los ojos.
Casi al instante escucho la voz de Frank por el micrófono.
- Lea, abre de inmediato la puerta, conecta el micrófono y tapa los ojos a 43 - dice con un tono muy autoritario que a la mayoría le habría asustado, pero a mí no, además no me gusta que me den órdenes de esa forma.
Me acerco a la mesa y le digo a Enzo:
- Si me permites, le voy a decir unas cuantas cosas y continuaremos sin más interrupciones - espero que diga o haga algo, y después de unos segundos asiente. Es entonces cuando activo de nuevo el micrófono.
- Frank, te voy a explicar algo. Lo primero, no voy a abrir la puerta, segundo, no le voy a tapar las ojos a Enzo, tercero, que él esté donde está no significa que no se merezca un respeto y cuarto, yo trabajo a mi manera, así que respeta mis métodos, he llegado a donde estoy por algo - le digo con el tono más calmado que puedo y vuelvo a desconectar el micrófono - Bien, continuemos - es entonces cuando nos vuelven a interrumpir.
- Lea... - escucho suspirar a Frank - ¡Abre la maldita puerta, solo eres una cría! - me grita. Intento respirar calmada.
Inspiro, expiro... Inspiro y... exploto. Activo el micrófono sin esperar la aprobación de Enzo, me pongo de pie y miro a la cámara.
- ¡No me gusta que me griten y me den órdenes, mucho menos alguien que no sabe cómo funciona esto! -respiro hondo - Frank... Todavía no me conoces y te puedo asegurar que no quieres verme enfadada porque, si es lo que quieres, el menor de tus problemas van a ser todas estas personas que están aquí, así que te pido que me dejes trabajar a mi manera y, ¡te calles! - cuando acabé de hablar, no se escuchó nada más. Cogí una silla que había en la esquina y me volví a sentar mientras apagaba el micro.
- Siento todas estas interrupciones, continuemos. Sé que querrás que te quite las esposas pero a cambio quiero poder tener una conversación del tema que tú quieras, ¿estás de acuerdo? - pregunté. Cuando pasó un minuto, tal vez dos, le escuché hablar.
- Está bien - dijo muy bajito. Le dediqué una pequeña sonrisa.
- Tienes una voz muy bonita Enzo, deberías hablar más - vi como se sonrojaba. El informe tenía razón, es muy tímido, él no podía haber hecho lo que dice el informe - ¿de qué quieres hablar? - le pregunto y él se encoge de hombros - está bien, ¿qué te parece si jugamos al juego de las diez preguntas?, cada uno tiene diez preguntas, iremos por turnos, cuando tú respondas yo también diré la respuesta a esa pregunta y así nos conoceremos un poco mejor.
- Bien.
El juego nos llevó casi tres horas. Con algunas preguntas que le había hecho, le había sacado información sobre el caso sin que se diese cuenta y es ahí donde confirmé mi sospecha. Él no era culpable. Además este juego me sirvió para conocerlo mejor.
- Mañana no podré venir, pero cuando vuelva seguiremos hablando - él asintió lentamente con la cabeza.
- Gracias Lea - me dijo cuando estaba a punto de salir por la puerta, me giré en su dirección.
- ¿Por qué?
- Por darme una oportunidad y defenderme del guardia de seguridad.
Le dediqué una sonrisa sincera y le dije:
- No lo haría si no lo merecieras - entonces salí de la habitación.
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Mi destino
RomanceLea es una chica como cualquier otra que vive en un pueblecito en California. Ella desde la adolescencia se enamoró de la psiquiatría, al principio todos la apoyaron pero cuando llegó el momento se dio cuenta que estaba sola. Lea eligió cumplir su...