Capítulo 31 La llegada a la ciudad de los recuerdos

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Lea

Acabamos de aterrizar en el aeropuerto de León que es el más cercano a Astorga. Recogemos todas nuestras cosas y nos vamos hacia la estación de tren.

Ya ahí le mando un mensaje a mi abuela para informarla de todo.

Lea: Buenos días, ya estamos en el tren para Astorga, en cuarenta minutos llegaremos.

Abuela: Me alegro, que ganas tenemos de verte.

- ¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos? - pregunta Marc.

- Yo voy a dejar todo el equipaje a casa de mis abuelos - les digo.

- Está bien, nosotros iremos a casa de mis padres para dejar todo esto.

- No sabia que os ibais a quedar en casa de tus padres - le digo.

El resto del viaje transcurre en una tranquila conversación entre los tres.

Cuando empezamos a andar por las calles de Astorga me vienen recuerdos de todo lo que viví cuando era pequeña.

Al llegar a la parada de taxis yo voy por un lado distinto al de ellos ya que la casa de mis abuelos está en la otra dirección.

Ya en la plaza de la catedral me meto por una calle peatonal y allí veo la casa en la que pasé tanto tiempo de mi vida.

Llamo al timbre y es mi abuelo quien contesta.

- ¿Quién es? - pregunta.

- Soy yo abuelo - le contesto y él abre la puerta.

En la entrada cojo el ascensor para ir al segundo piso.

La casa de mis abuelos tiene tres pisos.

El primero casi no lo utilizan, el segundo es donde está todo, cocina, baños, habitaciones, salón... Y el tercero es un salón bastante amplio con terraza.

Cuando las puertas del ascensor se abren, veo a mis abuelos. Están como siempre, mi abuelo sin barba, con el pelo blanco, ojos verdes y de la misma estatura que yo, y luego mi abuela con su pelo rubio, sus ojos color miel y un poco más baja que yo.

- Que alegría verte - me dice mi abuela mientras me abraza.

- ¿Qué tal el viaje? - pregunta mi abuelo mientras repite el gesto de mi abuela.

- Bastante bien, estuve la mayor parte del tiempo durmiendo.

Seguimos hablando mientras llevamos mis cosas a la habitación que usaba de pequeña.

Está como la recordaba, con dos camas y una está pegada a la pared con un montón de peluches de todos los tamaños. Enfrente está un armario con espejo que ocupaba toda la pared. El resto de las paredes están llenas de dibujos que pinte para pegarlos porque la habitación me parecía muy aburrida. Todo estaba igual.

- Pensé que habréis cambiado la habitación - les comento sorprendida.

- Está todo tal cual lo dejaste - me dice mi abuela.

- Esta siempre será tú habitación - me dice el abuelo - te dejamos para que te acomodes, cuando acabes podemos preparar el desayuno como hacíamos antes.

- Puedes avisar a Marc para que venga, tengo ganas de verlo - me dice mi abuela.

- La cosa es que Marc ha venido con un amigo... - les empiezo diciendo pero mi abuela me interrumpe.

- ¿Y qué tal es ese chico, es majo?, podría venir también - me pregunta mi abuela.

Antes de responder medito la respuesta, podría decirles que es un idiota y que no merece la pena, pero en el fondo se que no lo es tanto, puede que cuando me lo encontrara en la cocina me lo pareciese un poco pero al hablar con él en el jardín comprobé que es un buen chico.

- Es bastante simpático, la verdad - les digo. Mi abuela me dice que los llame y después de eso me deja sola.

Coloco la ropa en el armario, saco las cosas de Milo Y Kiko y acabo de organizar el resto de las cosas. Al acabar llamo a Marc para preguntarle por lo del desayuno pero este no me lo coge. Entonces recuerdo que tengo el número de Jake, pero la verdad no me apetecía hablar con él.

Tienes que hacerlo, tus abuelos quieren verlos.

Pero es que no me apetece hablar con Jake.

Entonces, ¿por qué le has dicho a tus abuelos que era un buen chico?

No se que responder. ¿Por qué les diría eso?

Mientras encuentras la respuesta llama a Jake.

Mi conciencia tiene razón, decido llamarlo y cuando pienso que no lo va a coger, responde.

- Ya me extrañas enana, no ha pasado ni una hora - me dice bromeando - sé que tengo un gran impacto en las chicas pero no me imaginaba que fuera para tanto - ruedo los ojos de manera inconsciente.

- ¿Está Marc por ahí?, no me coge el teléfono y tenía que hablar con él.

- Está en la ducha pero te puedo ayudar yo - se ofrece.

- Mis abuelos y yo vamos a preparar el desayuno y me han dicho que os avise por si queréis venir - le digo.

- Me sorprende que me inviten si ni siquiera me conocen - me dice confundido.

- El caso es que les dije que Marc vino con un amigo y me preguntaron cómo eras y bueno... yo le dije que eras majo.

- Marc acaba de salir, hablo con él y te aviso.

- Está bien - dicho esto colgamos.

Salgo de la habitación y me encuentro a mis abuelos hablando en el salón. Voy hasta allí y me siento enfrente de ellos.

- ¿Qué te han dicho? - pregunta mi abuela curiosa.

- Que lo hablan y me dicen - les digo.

- ¿Y qué quieres que preparemos para desayunar? - me pregunta mi abuelo.

Lo pienso durante un rato hasta que un recuerdo me viene a la mente.

- ¿Te acuerdas de ese local al que fuimos cuando estuvisteis de visita en Sunset? - mi abuelo lo piensa y asiente - pedimos unos crepes y unos gofres, y tu dijiste que podríamos hacer unos mejores, ¿qué te parece si lo intentamos?

- Es una gran idea, la verdad - me dice y justo me vibra el teléfono.

Jake: Marc ha dicho que le apetece bastante. ¿Cuándo tenemos que estar ahí?

Lea: En cuarenta minutos, Marc sabe la dirección.

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