Lea
Cuando me doy cuenta de que se está haciendo de noche, sé que ya es la hora de volver a casa.
Me voy tranquila, ya que Enzo ha conocido a un par de chicos con los que parece llevarse bastante bien.
Al llegar a casa, me la encuentro muy tranquila. Milo y Kiko ya están durmiendo en sus respectivas camas y yo me dirijo hacia mi habitación para hacer lo mismo.
Me pongo mi pijama y dejo que Morfeo se apodere de mí.
Al despertarme, miro la hora y veo que no es muy temprano. Me levanto y me voy a la cocina para poder prepararme un café con nata y vainilla. Al acabar de prepararlo, salgo al jardín donde veo a mis dos perros jugar. Hoy hace muy buen día, hay un sol radiante que te da calor pero no demasiado. Me siento en la mesa blanca que hay y pongo un poco de música. Al acabar de ponerla llega a mis oídos la melodía de una de mis canciones favoritas, ya que su letra me recuerda a una historia que leí recientemente, "Porfa no te vayas, de Morat". Disfruto de la canción y cuando acaba me pongo unas mallas negras con un top deportivo lila para dar una vuelta con Milo y Kiko.
Después de casi dos horas de un buen paseo llego a casa bastante cansada y me doy una ducha de agua fría, ya que tengo mucho calor porque ha subido la temperatura hasta los treinta y tres grados.
Por la tarde Marc me llama.
- ¿Te apetece quedar?, hace mucho que no nos vemos - me dice con su dramatismo habitual nada más responderle.
- Marc, eres muy exagerado, no ha pasado ni una semana. - le digo divertida.
- Dañas mi corazoncito de angelito inocente con tu frialdad - me dice, fingiendo que he herido sus sentimientos, además, es como si pudiera ver que se ha puesto una mano en el corazón.
- No eres un angelito y mucho menos inocente - le digo divertida y escucho una carcajada de su parte.
- Puede que tengas razón - admite - pero bueno ¿te apetece quedar o no?
- Sí, tardo diez minutos en prepararme, ¿dónde quieres quedar?
- ¿En la playa te parece bien?
- Perfecto.
Cuando colgamos, me voy a preparar. Me pongo una falda suelta larga con una abertura en la pierna, es blanca con manchas negras y un top también negro, lo combino con mis deportivas y gafas de sol.
Al llegar a la playa, veo a mi amigo usando su celular, me acerco a él pero está tan absorto que no se da ni cuenta de que he llegado, así que le muevo un poco el brazo y se sobresalta.
- Hola linda - me abraza y cuando me suelta, me dice - me gusta tu outfit.
- Gracias - le digo con una pequeña sonrisa.
- ¿Te apetece un granizado? - yo asiento con la cabeza y nos dirigimos hacia el local de Blake.
Al llegar pedimos un par de granizados y nos sentamos a hablar de todo un poco. Sinceramente, me gusta mucho hablar con él. Podemos tener todo tipo de conversación, desde una de estar a punto de llorar de la risa hasta una bastante seria. Es una de esas personas que es muy divertida y alocada pero, si se tiene que poner serio, sabe hacerlo, además, da unos consejos increíbles.
Cuando me estoy riendo por una chorrada que ha dicho Marc escucho una voz que hace que me ponga nerviosa nada más escucharla.
- Hola - saluda esa voz, sé de quién es pero no me atrevo a girarme. Es Jake. Miro de inmediato a mi mejor amigo pero solo recibo una mirada inocente como si no hubiese hecho nada, ahora ya sé qué estaba haciendo tan pendiente de su móvil.
- Por fin llegas, te estábamos esperando - dice Marc y yo le lanzo una mirada asesina que él ignora categóricamente - siéntate.
Se hace un silencio durante unos segundos que acaba rompiendo Jake.
- ¿Y tú qué tal estás Lea? - me pregunta mirándome.
Carraspeo buscando mi voz y respondo.
- Bien, gracias - respondo con una pequeña sonrisa tímida.
- ¿De qué estabais hablando?, parecía que os estabais divirtiendo mucho - dice mirándonos a ambos.
Abro mucho los ojos al recordar de lo que estábamos hablando antes y sin pensarlo respondo antes de que Marc hable.
- No era nada importante - digo fingiendo una tranquilidad que no tengo. Mi mejor amigo me lanza una mirada malvada y dice:
- Estábamos recordando viejos tiempos, más concretamente el discurso que hay que dar cuando se acaba la carrera - Jake levanta una ceja curioso - Lea se ponía muy nerviosa cuando tenía que hablar en público así que cuando empezó el discurso en vez de decir "Buenos días y gracias a todos" dijo " Días buenos y a todos gracias" - Cuando Marc acabo de contarlo, yo estaba roja como un tomate y ellos dos riendo a carcajadas.
Voy a matar a Marc lentamente, pienso en mi mente.
Tienes todo mi apoyo.
Seguimos toda la tarde hablando, bueno, mejor dicho, ellos dos hablan y yo escucho y en un par de ocasiones miro a Jake
¿A estar mirándolo el ochenta por ciento del tiempo lo llamas " un par de miradas"?
Mi conciencia siempre tan sincera.
Jake recibe una llamada y se aleja para hablar, es entonces cuando aprovecho mi oportunidad.
- Te voy a matar Marc - le digo en un susurro.
- ¿A mí?, si no he hecho nada -me dice haciéndose el inocente.
- Vale, no has hecho nada, has dicho mucho. ¡Cómo se te ocurre contarle esa anécdota tan vergonzosa! - le digo y él me devuelve una sonrisa inocente.
- No es vergonzosa, es divertida - me dice y yo le fulmino con la mirada haciendo que se ría - vale, puede que también fuera un poco vergonzosa.
Cuando iba a volver a hablar, Jake regresa a la mesa.
- Tengo que irme - se despide - me lo he pasado muy bien - sonríe y yo me quedo embobada mirando esa sonrisa hasta que se va.
Miro la hora y decido que yo también me voy a ir a casa. Me despido de Marc y me marcho. Al llegar a casa, me preparo para ver una película tranquilamente.
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Mi destino
RomanceLea es una chica como cualquier otra que vive en un pueblecito en California. Ella desde la adolescencia se enamoró de la psiquiatría, al principio todos la apoyaron pero cuando llegó el momento se dio cuenta que estaba sola. Lea eligió cumplir su...