Lea
- ¿Disculpe?, creo que la he entendido mal - me dice, pero al ver que no digo nada, sigue hablando - ¿por qué quiere hacer eso?
- Porque hoy he conseguido que Enzo me explique lo que pasó esa noche, además por la conversación y por lo que dice el informe, creo que es probable que él no sea el culpable - le digo.
Cojo mi bolso y saco las notas que he tomado las dos veces que he estado con Enzo y se las entrego. Él las revisa atentamente durante un largo rato y después me las devuelve.
- Está bien, tiene mi autorización para llevar al señor Beckman a su centro - como me da su aprobación, no puedo evitar que se me forme una gran sonrisa en la cara - mañana vaya a mi despacho a firmar los papeles del traslado y se lo podrá llevar.
- Muchas gracias señor, le puedo asegurar que ha tomado una buena decisión, pero le quería pedir una cosa más - digo y él hace un pequeño gesto para que continúe hablando - ¿podría ser yo quien le diera la noticia a Enzo?
- Por supuesto, no hay ningún problema - me dice tranquilo.
Acabamos de comer y quedamos para mañana al mediodía en su despacho. Nos marchamos y yo en vez de ir a mi casa cojo un desvío y voy a mi centro, el CAVC. Este está a unos diez minutos de Sunset, a las afueras de un pequeño pueblo, casi en medio de la naturaleza.
Tengo que ir para informar y organizar el traslado, además, he de reconocer que me gusta mucho ir a ver a las personas que he ayudado y hablar con ellas porque sinceramente, me encanta ir más allá de lo estrictamente profesional y crear un vínculo de amistad con ellos. Amo mi trabajo y cuando tengo un caso, intento conectar al máximo con las personas. Esto lleva a que poco a poco se vaya creando una conexión con esa persona.
Otra de las razones por las que me gusta tanto interactuar con estas personas es porque quiero que sepan que tienen a alguien que las escucha e intenta ayudarlas incondicionalmente, pues a muchos de ellos, sus familiares y amigos no los quieren ver por sus enfermedades y sus pasados, algo que a mí me duele mucho, ya que si están ahí es porque sus enfermedades no son muy graves o sus pasados no han sido bien juzgados.
Al llegar informo del nuevo traslado y el personal se pone a preparar todo. Mientras tanto, relleno un par de papeles con los datos de Enzo.
Cuando acabo, voy a ver a las personas que hay por aquí, aproximadamente habrá unas veinte más el personal. Estoy toda la tarde hablando con los que veo por el pasillo y yendo a las actividades que hay, como por ejemplo un grupo para hablar de los problemas abiertamente, pintura, juegos de mesa y bastantes cosas más. Cuando se hace tarde, tengo que irme a casa.
Al día siguiente me levanto antes de que amanezca y veo que tengo un mensaje de Beca que me mandó ayer por la noche
Beca: ¿Quieres quedar mañana?
Le respondo ahora para que lo pueda ver cuando se levante.
Lea: Buenos días Beca. Ayer no vi tu mensaje, lo siento.
Cuando le iba a escribir algo más, me llega un mensaje de ella que me sorprende bastante.
Beca: Buenos días Lea. No te preocupes.
Lea: ¿Qué haces despierta tan pronto?
Me sorprende mucho que esté levantada a estas horas
Beca: Es que me gusta mucho ver el amanecer.
Lea: Te entiendo, hoy me tengo que ir al mediodía pero si quieres podemos quedar ahora y dar un paseo para ver el amanecer juntas.
Beca: Me gusta la idea.
Lea: ¿En quince minutos en la puerta de la casa de tus abuelos?
Beca: Perfecto.
Me preparo con un vestido azul claro pegado a la parte de arriba y suelto de cintura para abajo, con unas sandalias plateadas y una coleta alta. Cojo una mochila con una pequeña manta para poder sentarnos además de una botella de agua. Llevo a Milo y Kiko para poder darles un paseo, ya que ayer no estuve y hoy tampoco voy a estar mucho tiempo en casa.
Cuando salgo, voy hacia la casa de mis vecinos donde ya me encuentro a Beca en la puerta con un pantalón corto y un top blanco, lleva el pelo con una trenza y unas sandalias rosa rubor. Se acerca y nos abrazamos.
- Buenos días Beca.
- Buenos días Lea - me saluda alegre y se agacha para acariciar a Milo y Kiko. Ellos la huelen y se dejan acariciar gustosos - son una monada, ¿cómo se llaman?
- El negro es Kiko y el otro es Milo - le digo - ¿tienes algún lugar concreto en el que te gustaría ver el amanecer?
- La verdad es que no - me dice.
- Si quieres, podemos ir a un lugar que a mí me gusta mucho.
- Vale, ¿dónde es?
- En una parte de la playa poco concurrida - le digo - una cosa, ¿tus abuelos no se preocupan si no te ven en casa por la mañana?
- No te preocupes, mi abuelo estaba levantado y se lo he dicho a él.
Vamos a la playa y cuando llegamos, empezamos a andar un ratito hasta que llegamos a un lugar poco transitado en el que hay varias palmeras.
- ¡Wow!, esto es precioso - me dice Beca mientras mira al horizonte, donde ya se pueden ver los primeros rayos de sol. Saco la manta, que he cogido y la extiendo sobre la arena, nos sentamos y vemos cómo el sol empieza a bañar el cielo.
- ¿Sabes por qué este pueblo se llama Sunset? - le pregunto a Beca.
- La verdad es que no, ¿y tú?
- Sí, el pueblo se llama así porque se dice que tiene los mejores lugares para ver el amanecer - le cuento - aunque poca gente lo sabe.
Seguimos hablando durante unas horas sobre cualquier cosa hasta que llega la hora en la que tengo que irme. Nos vamos y, cuando llegamos a la casa de mis vecinos, nos despedimos.
La verdad, las dos veces que he hablado con Beca, me he dado cuenta que es muy fácil hablar con ella y de que se sabe expresar muy bien. También me he dado cuenta, de que tras estas dos ocasiones empiezo a conocerla bastante bien.
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Mi destino
RomanceLea es una chica como cualquier otra que vive en un pueblecito en California. Ella desde la adolescencia se enamoró de la psiquiatría, al principio todos la apoyaron pero cuando llegó el momento se dio cuenta que estaba sola. Lea eligió cumplir su...