Capítulo 14 Propuesta de traslado parte II

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Lea

¿Disculpe?, creo que la he entendido mal - me dice, pero al ver que no digo nada, sigue hablando - ¿por qué quiere hacer eso?

- Porque hoy he conseguido que Enzo me explique lo que pasó esa noche, además por la conversación y por lo que dice el informe, creo que es probable que él no sea el culpable - le digo.

Cojo mi bolso y saco las notas que he tomado las dos veces que he estado con Enzo y se las entrego. Él las revisa atentamente durante un largo rato y después me las devuelve.

- Está bien, tiene mi autorización para llevar al señor Beckman a su centro - como me da su aprobación, no puedo evitar que se me forme una gran sonrisa en la cara - mañana vaya a mi despacho a firmar los papeles del traslado y se lo podrá llevar.

- Muchas gracias señor, le puedo asegurar que ha tomado una buena decisión, pero le quería pedir una cosa más - digo y él hace un pequeño gesto para que continúe hablando - ¿podría ser yo quien le diera la noticia a Enzo?

- Por supuesto, no hay ningún problema - me dice tranquilo.

Acabamos de comer y quedamos para mañana al mediodía en su despacho. Nos marchamos y yo en vez de ir a mi casa cojo un desvío y voy a mi centro, el CAVC. Este está a unos diez minutos de Sunset, a las afueras de un pequeño pueblo, casi en medio de la naturaleza.

Tengo que ir para informar y organizar el traslado, además, he de reconocer que me gusta mucho ir a ver a las personas que he ayudado y hablar con ellas porque sinceramente, me encanta ir más allá de lo estrictamente profesional y crear un vínculo de amistad con ellos. Amo mi trabajo y cuando tengo un caso, intento conectar al máximo con las personas. Esto lleva a que poco a poco se vaya creando una conexión con esa persona.

Otra de las razones por las que me gusta tanto interactuar con estas personas es porque quiero que sepan que tienen a alguien que las escucha e intenta ayudarlas incondicionalmente, pues a muchos de ellos, sus familiares y amigos no los quieren ver por sus enfermedades y sus pasados, algo que a mí me duele mucho, ya que si están ahí es porque sus enfermedades no son muy graves o sus pasados no han sido bien juzgados.

Al llegar informo del nuevo traslado y el personal se pone a preparar todo. Mientras tanto, relleno un par de papeles con los datos de Enzo.

Cuando acabo, voy a ver a las personas que hay por aquí, aproximadamente habrá unas veinte más el personal. Estoy toda la tarde hablando con los que veo por el pasillo y yendo a las actividades que hay, como por ejemplo un grupo para hablar de los problemas abiertamente, pintura, juegos de mesa y bastantes cosas más. Cuando se hace tarde, tengo que irme a casa.

Al día siguiente me levanto antes de que amanezca y veo que tengo un mensaje de Beca que me mandó ayer por la noche

Beca: ¿Quieres quedar mañana?

Le respondo ahora para que lo pueda ver cuando se levante.

Lea: Buenos días Beca. Ayer no vi tu mensaje, lo siento.

Cuando le iba a escribir algo más, me llega un mensaje de ella que me sorprende bastante.

Beca: Buenos días Lea. No te preocupes.

Lea: ¿Qué haces despierta tan pronto?

Me sorprende mucho que esté levantada a estas horas

Beca: Es que me gusta mucho ver el amanecer.

Lea: Te entiendo, hoy me tengo que ir al mediodía pero si quieres podemos quedar ahora y dar un paseo para ver el amanecer juntas.

Beca: Me gusta la idea.

Lea: ¿En quince minutos en la puerta de la casa de tus abuelos?

Beca: Perfecto.

Me preparo con un vestido azul claro pegado a la parte de arriba y suelto de cintura para abajo, con unas sandalias plateadas y una coleta alta. Cojo una mochila con una pequeña manta para poder sentarnos además de una botella de agua. Llevo a Milo y Kiko para poder darles un paseo, ya que ayer no estuve y hoy tampoco voy a estar mucho tiempo en casa.

Cuando salgo, voy hacia la casa de mis vecinos donde ya me encuentro a Beca en la puerta con un pantalón corto y un top blanco, lleva el pelo con una trenza y unas sandalias rosa rubor. Se acerca y nos abrazamos.

- Buenos días Beca.

- Buenos días Lea - me saluda alegre y se agacha para acariciar a Milo y Kiko. Ellos la huelen y se dejan acariciar gustosos - son una monada, ¿cómo se llaman?

- El negro es Kiko y el otro es Milo - le digo - ¿tienes algún lugar concreto en el que te gustaría ver el amanecer?

- La verdad es que no - me dice.

- Si quieres, podemos ir a un lugar que a mí me gusta mucho.

- Vale, ¿dónde es?

- En una parte de la playa poco concurrida - le digo - una cosa, ¿tus abuelos no se preocupan si no te ven en casa por la mañana?

- No te preocupes, mi abuelo estaba levantado y se lo he dicho a él.

Vamos a la playa y cuando llegamos, empezamos a andar un ratito hasta que llegamos a un lugar poco transitado en el que hay varias palmeras.

- ¡Wow!, esto es precioso - me dice Beca mientras mira al horizonte, donde ya se pueden ver los primeros rayos de sol. Saco la manta, que he cogido y la extiendo sobre la arena, nos sentamos y vemos cómo el sol empieza a bañar el cielo.

- ¿Sabes por qué este pueblo se llama Sunset? - le pregunto a Beca.

- La verdad es que no, ¿y tú?

- Sí, el pueblo se llama así porque se dice que tiene los mejores lugares para ver el amanecer - le cuento - aunque poca gente lo sabe.

Seguimos hablando durante unas horas sobre cualquier cosa hasta que llega la hora en la que tengo que irme. Nos vamos y, cuando llegamos a la casa de mis vecinos, nos despedimos.

La verdad, las dos veces que he hablado con Beca, me he dado cuenta que es muy fácil hablar con ella y de que se sabe expresar muy bien. También me he dado cuenta, de que tras estas dos ocasiones empiezo a conocerla bastante bien.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora