Capítulo 50 Confesiones

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Jake

A la mañana siguiente cuando me desperté, sentí un pequeño peso sobre mí. Fijé la vista en la chica que tenía su cabeza apoyada en mi pecho. Los recuerdos de la noche anterior hicieron que una sonrisa tonta se extendiera por mi rostro. Esa pequeña chica de ojos color miel había conseguido algo que ninguna otra había logrado. Que me enamorara de ella.

El destino no se equivoca y, aunque lo intentes evitar, siempre vuelve a coger su rumbo inicial.

Cosmo tenía razón, intentaba negar la verdad. Ella era mi Luna y la verdad es que no podía alegrarme más por ello.

Después de unos minutos, que usé para observar sus lindas facciones, ella empezó a removerse. Lentamente fue abriendo sus ojos y quedaron conectados con los míos.

- Buenos días - saludé en un susurro.

- Buenos días - me dijo. Un silencio muy cómodo nos envolvió hasta que ella se estiró para coger una camisa que tenía al lado de la cama - voy a preparar el desayuno - antes de salir de la habitación se acercó a su armario para agarrar unos shorts y su ropa interior porque la que usó ayer estaba inservible.

Antes de seguirla me vestí.

La vi preparando un bol de frutas y si me quedaba alguna duda de que ella era perfecta, se esfumó en ese mismo instante.

Se notaba en sus facciones que estaba concentrada. Se había hecho una coleta alta muy desordenada pero que le quedaba increíble.

Entre los dos acabamos de preparar el desayuno y pusimos la mesa.

Estuvimos hablando de algún tema sin importancia y cuando acabamos lo recogimos todo para a continuación irnos al salón.

- Jake, creo que tenemos que hablar.

- Lo sé - ninguno habló y tras unos minutos ella cogió aire y tomó la iniciativa.

- Sobre lo que pasó ayer, no sé si con lo de que querías que fuera solo tuya, te referías en el aspecto sexual o ibas mucho más allá, pero creo que si todo esto es por lo primero, necesito que esta relación de amigos con derechos terminé aquí y ahora porque desde hace un tiempo estoy teniendo sentimientos hacia ti que no son solo de amigos y, si no son correspondidos, no quiero seguir haciéndome ilusiones.

- Lea, no me refería solo al aspecto sexual - empecé a explicarme, ella me miraba expectante para que continuara hablando - yo siento lo mismo que tú desde hace un tiempo pero no quería aceptarlo por miedo a salir herido pero en todas las relaciones hay que arriesgarse ¿no?, así funcionan las cosas, puede que salgamos malparados ambos o no pero si es contigo haría lo imposible para que esto funcionara aunque de antemano supiera que no iba a salir bien porque tú te mereces todo. Eres increíble no solo por fuera sino por dentro, tu forma de ayudar a los demás, de buscar lo bueno de las personas aunque puede que no lo merezcan, por nunca rendirte... por eso y por un millón de cosas más te mereces una persona que te apoye en los momentos más oscuros, que te diga que puedes con todo aunque tú no lo creas y yo intentaré ser esa persona que esté para ti - vi cómo sus ojos se humedecían ligeramente - no sé si sabrás lo que es la Luna para los hombres lobos - asintió ligeramente - pues tú eres mi Luna, eres mi destino y siempre lo has sido aunque haya tardado tanto en darme cuenta. Lea, ahora mismo eres la única persona que podría destrozarme el corazón pero si haciéndolo podemos llegar a pasar una vida entera juntos, merecerá la pena. ¿Qué me dices, aceptas ser mi Luna?

- Acepto eso y mucho más - dijo con la voz temblorosa.

La abracé pegándola a mí. Ahora que la tenía, no la iba a soltar nunca más.

No sé cuánto tiempo estuvimos así pero se me hizo muy poco.

- Si hubiéramos hablado, podríamos haber estado juntos antes - reflexionó ella mientras se reía.

- Sí, a partir de ahora hablaremos todo para que no pasen estas cosas- ella asintió - por cierto, no me gustó tu amigo - dije con la mandíbula apretada.

- ¿Quién? ¿Enzo? - preguntó y yo asentí. Ella soltó una carcajada - estás celoso - afirmó.

- Pues la verdad es que sí.

- No tienes de qué preocuparte. Él está con Blake, se marcaron la primera vez que se vieron.

No supe reaccionar a sus palabras por lo que dije.

- ¿Cómo? - pregunté aún muy perdido.

- Enzo es gay y está saliendo con Blake, creo que no se interesa mucho por mí sentimentalmente hablando.

- ¿Y me lo dices ahora? - pregunté muy indignado.

- Nunca preguntaste - la miré mal y ella se empezó a reír - no te preocupes, solo tengo ojos para ti - dejó un beso en mi mejilla.

- Por cierto, quería pedirte algo - ella me miró curiosa - el otro día te dije que el fin de semana que viene tendría que ir a ver a mis padres y todo eso. Te quería pedir que me acompañes - antes de que pudiera negarse seguí hablando -. Sinceramente, quiero hablar con ellos para cerrar un problema y sé que si estoy a solas con ellos las cosas pueden terminar muy mal y la verdad no me apetece en absoluto, tú fuiste la que me dijo que tenía que hablar con ellos pero sé que si voy solo, no voy a ser capaz de mantener la calma pero si estás tú, todo será más fácil.

Se lo pensó durante unos instantes pero finalmente asintió.

- Está bien, te acompañaré.

- Genial.

El timbre de la puerta sonó y ella se levantó a abrir.

- Lea, por algún casual no sabrás dónde está mi hermano, mis abuelos están un poco preocupados por lo que llamé a Marc y él me dijo que la última vez que lo vio estaba con una chica pero de pronto desapareció - mi hermana sonaba más molesta que preocupada.

- Pues la verdad no lo sé, yo también lo vi con otra por lo que decidí venirme a casa antes - mintió y no quise intervenir para ver lo que hacía mi hermanita.

- Que sepas que cuando lo vea, lo voy a matar, ¿cómo se atreve a irse con otra cuando debería estar contigo? Además no te preocupes, antes o después se dará cuenta de que ha perdido a una diosa - intentó animar a Lea que supuse que estaba fingiendo tristeza, pero que finalmente acabó por reírse y yo me acerqué a ellas.

- Ya veo el apoyo que le brindas a tu hermano mayor - le dije y ella parecía atónita por verme allí.

- Me has mentido - acusó a Lea.

- Merecía la pena por la cara que has puesto al verlo aquí - se reía Lea.

- Más te vale contármelo todo - dijo mi hermana.

- Claro, luego me paso y hablamos - le aseguró.

Mi hermanita se despidió de nosotros y se fue. Nosotros aprovechamos el rato que teníamos a solas y seguimos hablando. Con ella la más insignificante de las conversaciones era especial.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora