Capítulo 45 Saber perdonar
Lea
Al despertar me doy cuenta de que no estoy en la cama, sino en el sofá. Intento estirarme y noto que el brazo de Jake está rodeando mi cintura mientras me aprieta contra él. Los recuerdos de ayer me vienen a la mente y mi pregunta al vernos en esta posición es: ¿estaremos pasando los límites de los amigos con derechos?
Lea, ambas sabemos que lo estáis haciendo, esa pregunta es absurda, pero la verdadera pregunta es: ¿acaso te importa? y si la respuesta es afirmativa pregúntate ¿cómo podría acabar esto si te enamoras si no lo estás ya?
Pensando en lo que ha dicho mi conciencia me levanto y me preparo para salir con Milo y Kiko.
Antes de irme le dejo una nota a Jake para que sepa que no estoy y me voy.
Suelto a mis dos perros y ellos no se alejan mucho.
Me pongo a recordar la conversación que tuvimos ayer para acabar en esa posición.
Flashback
- Te recuerdo que la última vez que te pusiste así acabamos en esta situación, así que ahora siéntate y escúchame - él puso mala cara pero aun así me hizo caso - sé que perdonar es una de las cosas más difíciles que puede haber y más cuando no solo tú has salido herido.
- ¿Y tú qué sabrás? - dijo en un bufido.
- Pues lo sé mejor de lo que parece. He tenido un padre de mierda que antes que mirar por mi hermana y por mí solo se interesaba por él y sus intereses y ten claro que nosotras no entrábamos dentro de ellos. Cuando era pequeña para mi él era el mejor, pero a base de decepción tras decepción te vas apagando lentamente. ¿Qué crees que es peor, nunca haber tenido nada, o haberlo tenido todo y que te lo vayan quitando todo lenta y tortuosamente delante de tus ojos sin que tú puedas hacer nada porque la realidad te golpea de lleno? - él no supo qué decir por lo que continué - las dos cosas son un asco, pero yo lo hice, lo perdoné. Esto nunca lo hablé con él pero para mí, sí que lo hice. Un día me dije que para sanar y aprender a quererme tenía que liberarme. Le escribí una carta que nunca mandaré y le contaba algunas de las cosas que más me habían dolido o decepcionado y mis sentimientos, por ultimo le puse "Te perdono por ti y por mí, para empezar a sanar y para poder cerrar esta etapa de mi vida que tanto ha durado. Te perdono a ti y a mis dos tías, lo que sí, os quiero lejos, y esto sí que es por mí. No voy a caer otra vez con la misma piedra. Sé que nos tendremos que ver porque somos familia, pero recuerda, familia de la boca para fuera" - cuando acabe de contarle, una solitaria lágrima resbalaba por mi mejilla, la sequé rápidamente y seguí hablando - lo que quiero decir es que perdonar no significa olvidar y hacer como si nada, no, significa quitarte un peso de encima pero sin dejar posibilidades de que te sigan lastimando - no me había dado cuenta pero él sujetaba mi mano y daba pequeñas caricias en ella mientras que con su otro brazo me rodeaba los hombros y me atraía hacia él.
Tras un silencio que se prolongó durante unos minutos, él habló.
- Tienes razón, tengo que aprender a perdonar.
Fin del Flashback
Cuando llegué a casa vi que Jake seguía durmiendo.
Fui al baño y me di una larga ducha que me ayudó a relajarme y a dejar de pensar.
Después de salir me sequé el pelo y cuando acabé me di cuenta de que se me había olvidado la ropa. Cogí una toalla que me cubría lo justo y abrí la puerta para ir a vestirme.
Al salir del baño me choqué contra Jake. Tenía el pelo revuelto y cara de acabar de despertarse, lo que no entendía era por qué él tenía tan buen aspecto cuando se levantaba y yo parecía que me había peleado con una manada de leones.
- Podría acostumbrarme a despertar con estas vistas - dijo con voz ronca y divertida.
Sentí que mis mejillas iban enrojeciendo mientras él me daba un repaso de arriba abajo.
- Voy a vestirme - dije intentando pasar por su lado, pero él me cogió de la muñeca consiguiendo que nuestros cuerpos chocaran.
- ¿Para qué?, no es nada que no haya visto ya, o mejor dicho - se acercó hasta que su boca quedó pegada a mi oreja - recorrido.
Mi respiración se agitó y él fue repartiendo besos por mi cuello, mandíbula, hasta llegar a mis labios donde empezamos una pequeña lucha por ver quién tenía el control. Mis manos se colaron rápidamente debajo de su camisa y él se la quitó en un ágil movimiento; mientras nos volvíamos a besar, él llevó su mano al nudo de la toalla y lo deshizo lenta y tortuosamente hasta que cayó al suelo. Nos dirigimos a mi habitación y la mañana se nos pasó sin darnos cuenta.
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Mi destino
RomanceLea es una chica como cualquier otra que vive en un pueblecito en California. Ella desde la adolescencia se enamoró de la psiquiatría, al principio todos la apoyaron pero cuando llegó el momento se dio cuenta que estaba sola. Lea eligió cumplir su...