Capítulo 38 El incidente EM

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Lea

Lo primero que hago cuando llego a casa es escribirle a Enzo.

Lea: Hola, ¿podemos hablar?

Como no recibo respuesta me meto a la ducha en la que aprovecho para relajarme y organizar un poco mis pensamientos.

Al salir ya con el pijama veo que tengo un mensaje de Enzo de hace dos minutos.

Enzo: Claro, llámame cuando quieras.

- Hola - lo saludo.

- Hola, ¿qué tal van las cosas por ahí?

- Más o menos bien, pero han pasado ciertas cosas con las que no se que hacer.

- Está bien, cuéntame lo que ha pasado - entonces le empecé a contar todo lo que me había pasado con Jake desde que llegué y él me escuchó atentamente sin interrumpirme - Wow, no me esperaba tanto la verdad.

- Yo tampoco y no se que hacer, si acepto puede que salga bien y pueda decir "Al fin una oportunidad con el chico que siempre me ha gustado" o "estoy con el corazón roto por el chico que siempre me ha atraído", es frustrante...

- Lea, ya hemos tenido esta conversación, puede que sí que acabes con el corazón roto o que ambos sintáis lo mismo o incluso puede que sea él quien acabe con el corazón partido en dos.

- Seguro que sí, va a acabar con el corazón tan roto que no lo va a superar - ironice mientras ponía los ojos en blanco.

- Lea, ten más autoestima, eres una chica increíble, no sería tan difícil que eso pasara.

- Está bien, lo tengo que pensar pero has sido de gran ayuda.

- Me alegra haberte ayudado, por cierto, quitando esos momentos, ¿cómo va todo?

- Muy bien, siento como si no hubiera pasado el tiempo, además lo estoy arreglando con mi madre y mi hermana.


Seguimos hablando un rato más y al final nos despedimos y le aseguré que le mantendría al tanto de todo.

Al día siguiente me desperté ya que escuche a Milo y Kiko gimotear al lado de mi cama mientras que me miraban queriendo que me levantara, mire la hora en el reloj y eran las seis de la mañana.

Vamos, arriba, es hora de levantarse.

Haciéndole caso a mi conciencia me levanté medio dormida, me puse unas mallas negras, mi sudadera favorita de pumba y me hice un moño un poco desarreglado ya que a estas horas por la calle no había nadie.

Todavía era de noche, no había salido ni el sol.

Fui a un descampado por el que no solía haber nadie y era muy tranquilo.

Me senté en el suelo contra un muro de piedra mientras Milo y Kiko corrían y jugaban entre ellos. Tras unos minutos cerré los ojos y apoyé la cabeza contra la pared disfrutando del silencio y de que mi mente me había dado un descanso, pero solo duro unos minutos ya que me lleve el susto de mi vida al escuchar a alguien hablar muy cerca mío.

Me levanté rápidamente del suelo y quise matar a esos dos tontos, Marc y Jake.

- Madrugar nunca ha sido lo tuyo Lea - me dijo Marc mientras ambos se reían y yo los fulminaba con la mirada haciendo que se riesen más.

Cuando los iba a mandar a la mierda porque como bien ha dicho Marc, madrugar no es mi fuerte, me fije en que iban con ropa deportiva y a Jake le quedaba impresionantemente bien, y puedo asegurar que ayudaba mucho a la imaginación.

Sinceramente, el haber madrugado ya no me molestaba tanto, pero no iba a dejar que se notara.

- Tienes razón, y por eso sabrás que no debes molestarme hasta que me haya tomado un café.

- Puede ser, pero me gusta el riesgo.

- Además, no exageres, no es para tanto.

- ¿A no, y no te sonará por casualidad el incidente EM?

- Dijimos que eso iba a ser un secreto y que no lo íbamos a mencionar más - lo acusé.

- ¿Qué es el incidente EM? - pregunto Jake un poco perdido.

- Nada - dije yo rápidamente dirigiendo una mirada a Marc que decía, "No digas nada", pero él la interpretó como "Cuéntalo a quien quieras".

- El incidente EM viene de Erik Murfi. A finales de cuarto año de carrera conseguí que Lea viniera conmigo a una fiesta y tras unas copas la vi hablando con un amigo del equipo de fútbol americano, él medía un metro noventa y cinco y era bastante corpulento, tenía talento para el fútbol. Siguieron bailando y bebiendo y al final se fueron juntos. Al día siguiente me encontré con Murfi y me dijo "Que sepas que tu amiga parece muy delicada pero cuando recibí una llamada por la mañana soltó un gruñido que no parecía salido de esa carita tan tierna". Pobre Murfi, se traumatizó para siempre - dramatiza en la última frase.

En mi defensa nos dormimos a las cinco y le llamaron a las ocho y media y tenía mucha resaca - pero eso no evitó que ellos se estuvieran riendo a carcajadas - no se lo puedes contar a nadie - le dije a Jake apuntando con un dedo pero me estaba ignorando.

Creo que tendrías que aprender a intimidar más.

Yo también lo creo.

Al final me acompañaron de vuelta a mi casa y me despedí de Marc con un abrazo mientras que le recordaba a qué hora habíamos quedado. Antes de irse Jake se acerco a mi y me dijo muy cerca de mi oído:

- Que sepas que me he dado cuenta del repaso que me diste, tus mejillas te delataron - y antes de irse me guiño un ojo.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora