Capítulo 18 La cruel realidad de mi vida sentimental

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Lea

- Lea, Jake es mi mejor amigo pero tú eres como mi hermanita pequeña, entonces creo que tendrías que saber esto - cogió aire y continuó hablando - pero para eso voy a tener que remontarme tiempo atrás para que lo entiendas. Jake nunca se ha enamorado o ha tenido una relación. Siempre ha sido un chico de salir de fiesta o intentar conquistar a una chica, acostarse con ella y después adiós. Él siempre se lo deja claro pero hay veces que la chica se encapricha y bueno... - suspiró - pero ese no es el tema, el caso es que él para intentar "conquistarlas" es muy majo y simpático, no digo que él no lo sea aunque no quiera nada, lo que pasa es que siempre usa la misma táctica para despedirse, un beso en la mejilla, un cumplido y un guiño de ojo.

Se quedó callado y yo no sabía qué decir, entonces al ver mi cara y la de Blake añadió:

- Sé que te gusta desde hace mucho y no quiero que caigas en su juego y que acabes con el corazón roto.

Me quedé pensando unos minutos en sus palabras hasta que oí como una voz que me llamaba.

- ¿Lea, estás bien? - me preguntó Marc.

- Sí, estoy bien, solo que me siento como una idiota al pensar que le podía llegar a gustar a un chico como Jake.

- Te puedo asegurar que le puedes llegar a gustar a cualquier chico, y si no es, así es que es un tonto o gay - me dijo Blake giñándome un ojo y yo no pude evitar reír ante eso.

- Muchas gracias por contarme esto Marc - le sonreí - la próxima vez que lo vea le dejaré claro que no quiero nada, creo que estos dramas prefiero que se queden entre las páginas de mis libros - ambos soltaron una carcajada.

Seguimos hablando un buen rato hasta que tuvieron que irse y yo me quedé pensando en las palabras de Marc. Sinceramente, Jake me parecía demasiado perfecto para ser real, encantador, guapo y simpático, pero como dijo Albert Einstein (con una pequeña modificación de mi parte) "Todos sabemos que la luz viaja más rápido que el sonido. Es por eso que algunas personas nos deslumbran cuando las vemos hasta que escuchamos la realidad".

Cuando me despierto, no tengo ganas de hacer nada, quiero quedarme en mi cama todo el día pensando en lo tonta que soy.

La realidad es muy cruel con mi vida sentimental, creo que en ese aspecto soy gafe.

No eres gafe, lo que pasa es que hay mucho idiota suelto o los imprevistos más inimaginables están cerca y tú tienes un imán para ellos, pero eres muy dulce y buena.

Mi conciencia puede llegar a ser un incordio a veces pero también mi mejor aliada en momentos en los que me siento horrible, pero no me lo podéis negar con los hechos que os voy a contar.

Cuando estaba en segundo de bachiller me iba a dar mi primer beso con el chico más guapo de Astorga, moreno, ojos verdes y encima divertido, cuando nuestros labios se iban a juntar me dieron un balonazo en la cabeza y yo acabé dándole un cabezazo en toda la nariz, como os podréis imaginar, no hubo primer beso.

En mi primer año de universidad estaba dando una vuelta con Marc y otros chicos, entre ellos un chico que me gustaba mucho, ese día estábamos en el parque y me iba a declarar. Le pedí que nos alejáramos del grupo para poder hablar sin que nos interrumpiesen, cuando estábamos caminando y yo estaba a punto de declararme, me estampé contra un árbol, al final no le dije nada acerca de mis sentimientos, lo que sí, nos estuvimos riendo durante días.

En el cuarto año tenía un amigo que era cariñoso, divertido, amable y guapo, un día después de darnos un beso (no fue mi primer beso) nos acercamos más y más. Después de un tiempo fuimos a ver una película en su casa. Empezamos a besarnos y me llevó a su habitación con la intención de acostarnos y como a mí me gustaba, me parecía muy majo y me daba seguridad, pensé que era una buena opción para perder mi virginidad, pero cuando me echó en la cama y sus labios empezaron a recorrer mi mandíbula, mi cuello... de pronto, debido a mis nervios y a que tengo muchas cosquillas en esa zona, empecé a reírme como una desquiciada y al final no pasó nada.

Y así podría contaros muchas más.

Vale, admito que eres un poco gafe, pero ahora sal de la cama y no dejes que nada ni nadie te apague estrellita, menos un chico que no te llega ni a los talones.

Con ese pensamiento en mente me levanté y me preparé un café que podría resucitar a cualquiera.

Salí al jardín y me senté en el suelo. Milo y Kiko vinieron a mi de inmediato y se tumbaron a mi lado, ahí vi que no había un amor más puro que el de mis perros, y la verdad, tampoco iba a quejarme.

Por la tarde recibí un mensaje de Beca.

Beca: ¿Te apetece una noche de chicas?, mis abuelos tienen que ir hoy a Lokley y no vuelven hasta mañana, además, mi hermano va salir.

Lea: Claro, ¿por qué no?

Beca: A las seis y media en casa de mis abuelos.

Lea: Ok.

Me preparé para dar un paseo con mis perros y salí de casa con música y con ganas de despejarme de mis problemas.

El paseo fue muy tranquilo, pero, cuando llevaba aproximadamente una hora, un pelaje negro y unos ojos verdes aparecieron ante mí. Al principio me asusté pero después de un par de segundos lo reconocí.

Él se acercó a mí y yo me agaché para poder acariciarlo. Milo y Kiko al principio estaban atentos a todos los movimientos del lobo pero después de un rato se relajaron.

- ¿Quieres venir conmigo a un lugar muy bonito? - le pregunté al lobo y este me lamió la palma de la mano - me lo tomaré como un sí - sonreí.

Entonces empecé a caminar hasta donde estuve ayer con Jake. Al llegar me senté en el suelo, mis dos perros se pusieron a jugar y el lobo se tumbó a mi lado. Le empecé a hacer caricias y él cerró los ojos.

No sé cuánto tiempo estuve ahí pero, cuando vi la hora me levanté para irme porque si no no me iba a dar tiempo a prepararme.

El lobo también se puso de pie. Llamé a Milo y Kiko y los cuatro nos pusimos en marcha.

El lobo nos acompañó hasta que estuve enfrente de mi casa, cuando abrí la puerta él ya había desaparecido.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora