Capítulo 57 Fin del problema

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Un par de días después convencimos a Beca para ir a hablar con nuestro padre. Ella al principio estaba reacia ante esa idea pero al final conseguimos convencerla.

Mientras que Lea conducía hasta la casa de mis padres, mi hermana nos avasallaba con preguntas acerca de esta visita.

Al llegar Beca y yo bajamos pero al ver que Lea no hacía el ademán de bajarse me acerqué a su lado y la miré confuso. Ella al instante comprendió la duda en mi mirada.

- Esto es algo que tenéis que hacer Beca y tú, yo no tengo nada que hacer en esta conversación - cuando iba a protestar se me adelantó - tengo que resolver otro asunto pero si necesitas algo, lo que sea, me llamas y vengo enseguida, ¿sí? - tras pensar en sus palabras finalmente asentí.

Nos despedimos y le aseguré que cuando acabáramos de hablar la llamaría. Lea esperó a que entráramos en la casa para irse.

Nos abrió la puerta la misma señora que lo hizo la última vez que estuve aquí.

- Pasen señoritos, su padre los está esperando - entramos y nos detuvimos impresionados por todas las cajas de cartón que había en la entrada.

Fuimos al salón donde nos esperaba nuestro padre. Al vernos entrar se le dibujó una sonrisa sincera en la cara.

- Hijos, os estaba esperando, sentaos - nos instó.

Mi madre no estaba por ningún lado y la verdad, nunca había visto esta faceta de mi padre. Se le notaba tranquilo. Hicimos lo que nos dijo y fui el primero en hablar.

- ¿Qué son esas cajas de la entrada?

- Bueno... el caso es que tu madre y yo nos vamos a divorciar.

- ¿Qué? - preguntamos mi hermana y yo al unísono. Antes de que mi padre respondiera, mi mente lo entendió todo.

Durante la tarde mi padre nos explicó las causas del divorcio sin entrar en muchos detalles ya que Beca no sabía nada de la antigua vida de nuestra madre. También se disculpó por todos estos años que había pasado sin prestarnos atención y nos aseguró que si nosotros queríamos todo cambiaría para mejor. Mi hermana no tardó en aceptarlo y lo abrazó. Yo en cambio fui más reacio al principio pero finalmente acepté. Durante esa tarde hablamos sobre lo que habíamos sentido estos años y empezamos a aprovechar el tiempo como se merece. Otra cosa que nos explicó es que él iba a tener la custodia completa de Beca, ella podía ir a ver a nuestra madre cuando quisiera pero viviría con él, con esta noticia me pareció que Beca no iba a tener ninguna queja.

Cuando ya se hizo tarde, llamé a Lea para avisarla de que ya habíamos acabado.

Lea

Cuando vi a Beca y Jake entrar en la casa de sus padres, me fui a resolver un asunto que tenía pendiente desde hacía un tiempo.

Estuve conduciendo durante media hora hasta llegar a Sizon. Como no sabía la dirección exacta a la que tenía que ir, pregunté a una pareja de abuelos que estaban paseando con sus nietos.

- Disculpen, ¿les importaría decirme dónde viven los señores Beckman? es que habíamos quedado pero se me olvidó preguntarles la dirección - les mentí ligeramente. Si no lo hubiera hecho, nunca me hubieran dicho lo que necesitaba saber.

- Claro - habló el hombre - en la siguiente calle gire a la derecha y unos doscientos metros más tirando todo recto encontrarás su casa, es la número 23.

- Muchas gracias - me despedí de ellos y siguiendo sus indicaciones conseguí llegar al lugar que quería.

Me acerqué a la puerta y llamé al timbre.

Una señora de unos cuarenta y pocos años me abrió la puerta y me dedicó una sonrisa.

- ¿Qué necesita, querida? - me preguntó muy amablemente.

- ¿Es usted la señora Beckman? - ella me miró confundida y asintió - me presentaré, soy Lea Vera y me gustaría hablar con usted y su marido.

- Lo lamento señorita Vera pero mi marido no se encuentra en casa - la verdad, no esperaba esa posibilidad - pero si es muy importante, me lo puede contar a mí y luego se lo haré saber - lo pensé y finalmente acepté.

Ya en la sala de estar me ofreció algo de beber y yo decliné su oferta.

- ¿Qué es lo que quería hablar con mi marido y conmigo?

- Me gustaría hablar sobre su hijo, Enzo Beckman.

- Él ya no es mi hijo, ha hecho cosas muy graves.

- ¿Se refiere al caso de la familia Strauch?

- ¿Cómo sabe usted eso?

- Yo fui la psiquiatra que investigó su caso y le puedo asegurar que Enzo no es culpable de nada de lo que se le acusó en su día - ella me miraba sin mucha confianza.

- Si se equivocaron una vez, nadie nos puede asegurar que no se hayan vuelto a confundir y que en realidad Enzo sea el culpable.

- Yo se lo aseguro, además hay pruebas y confesiones que demuestran quién es la verdadera culpable. Cuando se acusó a Enzo las pruebas eran falsas y él no pudo hacer ninguna declaración - su mirada seguía demostrando desconfianza -. Enzo es un chico maravilloso y no se merece que lo traten de esa forma y más aún cuando se ha demostrado que no hizo nada - ella no dijo nada y me di por vencida. Le entregué un papel con mi número - en cinco días es su cumpleaños, recapaciten y si cambian de opinión llámeme, seguro que a él le hace mucha ilusión verlos ese día - me levanté y ella me acompañó hasta la puerta - un placer conocerla señora Beckman.


Como todavía tenía tiempo, antes de que Jake me llamara volví a Lokley para dar un paseo por el parque central.

Cuando se empezó a hacer de noche, Jake me avisó de que ya habían acabado.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora