CAPÍTULO VII- QUIERO SER YO

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IKNAS

¿Cómo llegó ella aquí? Pienso mientras los hombres que me cuidan me escoltan hasta  la camioneta, casi ve mi rostro, si hubiera llegado unos segundos antes bien me hubiera podido ver por el reflejo del espejo y entonces… todo mi plan se hubiera ido al diablo antes de tener la oportunidad de acercarme a ella.

Se suponía que la iba a buscar después de que toda esta mierda de eventos terminara.

Ahora piensa que la acoso como un pervertido, lo que no está muy alejado de la realidad, pero no quería que lo supiera así, quería que nuestros encuentros fueran bajo mis términos.

Al cruzar el umbral del hotel me paralizo cuando la veo con ese estúpido inglés de mierda.

¿Él la trajo aquí?

La observo mientras él, como el caballero que finge ser con ella, la ayuda a subir a su auto.

— Suba señor o se nos hará tarde — habla uno de los escoltas, no quiero irme, quiero  seguirlos y ver a dónde se dirigen, pero no puedo hacer eso, porque tengo el tiempo contado para llegar a los compromisos que tengo en el autódromo.

En contra de mi voluntad me subo a la camioneta y ésta arranca, una segunda camioneta de seguridad nos sigue por el tráfico de la ciudad.

— Quiero que la otra camioneta siga al auto que estaba estacionado tras nosotros cuando salimos— le digo al copiloto.

Él se voltea para mirarme sin entender nada.

— ¿Hay algún problema señor? ¿Pasa algo que pasamos por alto? — pasa que me están ganando el mandado y  yo sin poder hacer nada.

— Solo ordénales lo que te digo — espeto tratando de controlarme. — quiero que los sigan a discreción y me informen a tiempo real a dónde se dirigen.

— A la orden — acepta e inmediatamente habla por el intercomunicador con la otra camioneta acatando mi petición.

Nosotros seguimos la ruta planeada y al copiloto le informan la ruta que Emilia lleva.

Se dirigen al sur de la ciudad es todo lo que me pueden informar.

Cuando entramos al estacionamiento del autódromo me indican que se dirigieron a un restaurante en dónde se encontraron con más personas.

— Quiero que me envíen fotografías — ordeno y el copiloto da las indicaciones antes de que baje de la camioneta y  me dirija al paddock  para prepararme para las actividades que tendré que realizar durante el día.

Unos minutos después me muestran las fotos donde aparece Emilia saludando a sus amigas, no puedo evitar sonreír al ver que no tendrá un almuerzo a solas con el inglés pendejo, sino que también estarán June, Sara y Cony, su asistente.

Me siento tan orgulloso como un perro que cuida bien su hueso.

Solo que ella no es un hueso, es un maldito Rote Grütze, mi postre favorito, pues a eso huele, a deliciosos frutos rojos que me alivianan la saliva, no sé de dónde saqué fuerzas para no comérmela, incluso tocarla en ese cuarto de hotel.

Estaba a mi merced, tan cerca que podía sentir tu calor, pero tan lejos que no podía tocarla, no todavía.

¡Dios! No sé qué tiene esa mujer pero me vuelve loco, pensar en ella hace que el pantalón me apriete de la entrepierna, me debo obligar a pensar en otra cosa, no puedo andar por todo el puto autódromo con una erección.

— Llegas justo a tiempo — dice Pierre en cuanto me ve bajando de la camioneta.

— Agradece que estoy aquí —respondo con hastío.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora