CAPÍTULO XXXVI -SI LA VIDA ETERNA EXISTE.

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EMILIA

—¿Que les voy a decir a todos cuando me pregunten cómo me propusiste matrimonio? — le reprocho a  Max — además no estoy segura de haber dicho que sí.

Acabamos de llegar a México y vamos de camino a la casa de mi padre para verlos a él, Elvira y los niños.

—Oh Kätzchen, incluso lo gritaste tan fuerte que estoy seguro que todos en el hotel te escucharon.

—Grité sí, por el fabuloso orgasmo — bromeo con él, obviamente grité mi respuesta porque aceptaba ser su esposa, pero me gusta molestarlo.— estoy segura que fui coaccionada.

—Síguete diciendo eso amor — me da un beso en los labios — en cuanto a decirles cómo te lo propuse, tienes para escoger, puedes decirles que fue en el atardecer frente a la playa, pues así habría sido si tú papá— pone especial énfasis en papá   y levanta un dedo de su mano para enumerar sus propuestas fallidas, — no nos hubiera interrumpido o con un postre en dónde se encontraba el anillo, si no hubiera acabado en el suelo o también en la playa pero con la luna llena de fondo si esos perros del demonio no me hubieran arrollado.

No puedo aguantar la carcajada  que brota de mis labios, no puedo creer que no me di cuenta que en todo el día intentó pedirme matrimonio.

El auto que nos transporta llega a nuestro destino y bajamos tomados de la mano.

No sé por qué me siento nerviosa cuando estamos parados frente a la puerta de la casa de mi padre, pero lo estoy, las manos me sudan y mi corazón late con fuerza, una cosa es que sepa que Max y yo estamos juntos y otra es anunciarle nuestro compromiso.

Cuando entramos el primero en saltar sobre nosotros es Steven, Max y yo lo abrazamos y llenamos de caricias, Dina, la pequeña diva de la casa y consentida de papá, se acerca reclamando su parte de atención.

Saludamos a papá y a Elvira y nos conducen al jardín trasero para charlar con la fresca brisa de la tarde acariciándonos.

Mi padre inmediatamente nota el anillo en mi dedo, el cual debo añadir, es perfecto.

Max me conoce muy bien, pues es lo que siempre soñé de una sortija de compromiso, es sencillo  y nada ostentoso. Se trata de una banda de oro blanco bifurcado y entrelazado, unido a un pequeño diamante.

Mientras que mi padre está paralizado, Elvira esboza una enorme sonrisa, pero ninguno de los dos dice nada hasta que yo tomo la palabra.

—Papá, como ya sabes Max y yo estamos juntos, me propuso matrimonio y nos vamos a casar.

Elvira chilla de emoción y mi papá parpadea un par de veces.

—Suegro — habla Max, escucharlo llamarle así a mi padre me provoca cosas inexplicables que hacen que mi corazón se salte un latido, mientras que mi papá lo mira de una manera intensa, no sé si le agrada el término pero juro que veo que su ojo izquierdo parpadea — sé que apresar de que me conoces desde que era pequeño, realmente nunca hemos convivido, no vengo a pedirte permiso para casarme con Emilia, pero sí vengo a pedirte tu bendición y que me des la oportunidad de conocernos por la felicidad de mi futura esposa.

Mi padre se yergue frente a mi prometido.

—Para mí nadie es digno de ella —contesta mi padre — así que ese título está descartado para ti y para cualquier otro, sin embargo me concentraré en su felicidad, en la cuál me guste o no, tú contribuyes y espero que te comportes como todo un hombre y te mantengas a la altura, solo te pido que si en algún momento, algún día ya no puedes hacerla feliz o ya no quieres, no la lastimes ven y entrégamela así como hoy me estás anunciando que te la llevas.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora