CAPÍTULO VIII - DINAMITA

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EMILIA

— Fue una larga semana, ¿no es así? — pregunta mi padre mientras caminamos por el parque.

— Bastante, con mucho trabajo — concedo.

— Yo me he sentido un poco estresado — reflexiona — a veces se me olvida que no todo es trabajo, no quiero que eso te pase. — Me mira a los ojos, los cuales he notado empiezan a brillar más.

— Es inevitable papá — no puede ocultar la sonrisa que se forma en su rostro cuando lo llamo así.

Me gusta llamarlo así, no solo porque lo es, sino porque se la ha ganado, así es como se adquieren estos títulos, por méritos no simplemente por procrear.

— Te equivocas Lisie, si aprendes a separar tu vida personal de la laboral no tendría que pasar, sin embargo cuando tu vida se concentra únicamente en lo laboral, ahí es cuando debes tener cuidado.

— Por el momento solo es mi vida profesional.

— Entonces a mí solo me ves como tú jefe? — Frunce el ceño deteniéndose — ¿a June la ves como una abogada más de la firma? ¿A Matt como tú superior y a Cony como tú asistente?

— No — admito — Tu eres mi padre y ellos mis amigos.

— Entonces tienes ambas, no descuides a tus amigos por concentrarte en el trabajo. Al final del día los casos, los ganes o pierdas se terminan cerrando y el trabajo se acaba, pero la amistad nunca caduca, a menos que la descuides.

— Entiendo. — concedo reflexiva.

Continuamos nuestra caminata, veo como Steven corre por todas partes como si fuera el dueño del lugar,  deteniéndose ocasionalmente para comprobar nuestra posición.

Durante nuestro recorrido le platico a mi padre la salida que tuve con Jake, parece que no le hace gracia pero no dice nada.

Sonrío porque me hace gracia ver que frunce el ceño pensativo, como si entrara en un debate interno consigo mismo.

Aunque me gustaría decirle acerca del anónimo que recibí y a dónde me llevo, no lo hago pues no quiero preocuparlo.

Seguimos caminando y platicando,  en el parque hay vendedores ambulantes, niños y otros perritos corriendo y padres vigilando. Los colores estallan en el lugar, el verde vibrante de los árboles, las flores decorativas y silvestres, el profundo azul del cielo que empieza a distorsionarse en naranja por el atardecer inminente, todo forma un cuadro perfecto de esta tarde de domingo.

— ¿Quieres un algodón de azúcar? — Propone mi padre deteniéndose frente al vendedor, el cual se encuentra concentrado en su tarea de hacer la golosina.

— Si por favor — mi niña interior da saltitos de alegría, nunca me imaginé que algo tan sencillo me llenaría el pecho con una sensación tan cálida.

Mi padre compra dos algodones recién hechos y me entrega uno para mí y él se queda el otro.

El algodón se deshace rápidamente en mi boca cuando lo pruebo.
Mi padre me mira mientras él prueba su dulce.

— Sabes, hace mucho tiempo que no pruebo uno de estos — comenta — había olvidado lo dulces que son.

— ¿No te gustan las cosas dulces? — pregunto, son este tipo de cositas las que son interesantes saber.

— Precisamente a eso me refiero, hace tanto que no los pruebo que olvidé que me gustaban.

Lo mismo me pasa a mí, había olvidado lo ricos que son. Por alguna extraña razón no puedo recordar la última vez que comí algo dulce.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora