CAPÍTULO V - COLOR ROSA

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ENZO

Diría que podría morirme feliz ahora mismo y sería verdad, pero no lo quiero hacer, no cuando por fin escuché lo que tanto había anhelado desde que supe de mi paternidad, papá, ella me dijo papá por su propia voluntad, porque así es como me ve, eso es lo que soy para ella, eso es lo que realmente soy y ella me acepta.

Soy su padre y ella mi hija, y eso nadie puede arrebatármelo.

— Hola licenciado — saluda Cony con un suspiro en cuanto me ve entrar en el ascensor.

Hoy no se va tan tarde como en otras ocasiones, la pobre es la única que aguanta el ritmo de trabajo de mi hija, la cual por cierto no volví a ver en la tarde, salí a comer con un cliente y no pude regresar a la firma hasta no hace mucho, el trabajo me absorbió y no pude verla, por lo que sé  tiene solo unos minutos que salió de la firma, me moría de ganas de hablar con ella, comprobar si comenzará a llamarme papá todo el tiempo o se limitará a hacerlo solo fuera de la firma, conociendo su profesionalismo, ya sé la respuesta, aunque temo que simplemente lo dijo en esa ocasión y no se volverá a repetir, aunque ese pensamiento me angustia y entristece tengo que respetar su decisión, no puedo obligarla a nada.

— Señorita, veo que sale temprano el día de hoy — comento y sus mejillas adquieren un tono rosa, el cual contrasta con su piel morena.

— Si — suelta un resoplido — voy a marcar  ésta fecha en el calendario porque no sucede muy seguido.

— Si lo sé, Emilia puede ser un poco exigente — señalo  mientras el aparato desciende.

— Sin embargo es la mejor jefa que he tenido— la miro arqueando una ceja, ella antes de ser la asistente de mi hija era mi secretaria. — me refiero a jefa mujer, usted también era un excelente jefe, trabajar con Emilia no es diferente de hacerlo con usted, en ese aspecto son muy parecidos.

— Si — acepto mirando al frente sonriendo porque es verdad y me siento orgulloso de ella.

Las puertas se abren en el vestíbulo del edificio y Cony sale, yo permanezco adentro pues debo bajar al estacionamiento.

— Adiós licenciado — se despide cuando está afuera mirándome con las mejillas enrojecidas, algo en mi interior me grita que le diga que yo la llevo a su casa, es casi como un presentimiento, pero no lo hago, no quiero que haya malas interpretaciones por parte de nadie.

Cony trabajó conmigo por casi dos años, tiempo suficiente para notar su potencial, carisma y  belleza, claro que la encuentro hermosa, solo un ciego o un idiota no lo haría, también noté que su comportamiento era algo más que el  coqueteo natural de su personalidad, nunca me sentí incómodo, solo no quería que ella tuviera un idea equivocada así que cuando Emilia la solicitó como asistente lo permití, me dolió dejarla ir  pues es muy eficiente, sin embargo era mejor así, yo nunca podría corresponderle, simplemente no me siento cómodo ante la idea de salir con alguien que tiene la edad de mi hija.

Veo como emprende su camino hacia las enormes puertas de cristal del edificio antes de que las puertas del ascensor se cierren.

Arranco mi coche en cuanto entro en él y salgo del estacionamiento del edificio, el tráfico es desesperante los coches avanzan a vuelta de rueda y para colmo empieza a lloviznar, a tan solo unas cuadras de la firma veo un destello rosa que se me hace conocido, es el saco de Cony,  ella siempre utiliza colores brillantes en su vestimenta, solo alcanzo a ver su espalda, su cabello negro como la noche contrasta con el color de su ropa, un hombre notablemente más alto que ella la abraza desde su lado izquierdo, opuesto al carril en dónde mi coche apenas avanza, Cony mueve la cabeza a los lados como si buscara algo, presiento que algo anda mal, sin descuidar la vista de la carretera,  sigo mirando hasta que mi auto llega a su lado a unos metros de distancia y veo el rostro de Cony el cual está pálido, noto que el hombre presiona su mano en su abdomen, ella sigue mirando a todos lados, alcanzo a ver cómo una lágrima negra recorre su mejilla por el rímel de su maquillaje,  antes de llegar a un callejón poco iluminado al cual el hombre le da un jalón y se pierden lejos de mi vista, sin pensarlo dos veces orillo mi auto en un lugar donde claramente no me puedo estacionar, me preocuparé de la multa después.

Me apeo inmediatamente y corro hacia donde desaparecieron para encontrar a Cony pegada en una pared forcejeando con el hombre, me abalanzo hacia él  para quitárselo de  encima.

Cony suelta un grito y empieza a llorar, es como si se estuviera haciendo la fuerte para no llorar, pero en cuanto me ve se derrumba abrazándose a sí misma con brazos temblorosos.

Le doy un puñetazo en la cara al hombre, el cual no puede tener más de treinta años  con aspecto andrajoso y huele mal.

Cuando se levanta del suelo me preparo para esquivar su golpe, pensando que me intentará golpear la cara, pero en su lugar lanza el brazo hacia mi estómago, alcanzo a echarme atrás a tiempo para evitar su cuchillo, pero no soy tan rápido y me alcanza a rasgar la ropa y me hace un corte en el abdomen.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora