CAPÍTULO I - MI TRISTE REALIDAD

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⚠️ ADVERTENCIA EN ESTE CAPÍTULO SE TOCAN TEMAS COMO: VIOLACIÓN, TORTURA Y ASESINATO, SI ERES SENSIBLE A ALGUNO DE ESTOS TEMAS SALTATE LA PARTE DÓNDE EMILIA LEE EL PERIÓDICO, SON DOS PÁRRAFOS APROXIMADAMENTE ⚠️

EMILIA

La camioneta se detiene después de pasar la verja del cementerio, miro a Enzo que va sentado a mi lado al mismo tiempo que él me mira.

En sus ojos veo tristeza acompañada de resignación, pero también noto una chispa de esperanza, a veces me pregunto cuánto tiempo me tomará llegar a ese punto; a resignarme a no tener a Max conmigo.

Toma mi mano entre la suya y le da un apretón transmitiéndome tácitamente la fuerza que hace mucho me abandonó.

Los escoltas abren la puerta de la camioneta negra blindada, la grava del camino cruje bajo mis zapatillas.

El sol de la tarde se refleja en los árboles esparcidos por el cementerio, Enzo se para a mi lado y caminamos juntos.

En todos los años que viví en este lugar nunca puse un pie en el cementerio, así que para mí es algo nuevo, sin embargo Enzo parece conocerlo a la perfección.

Hoy es la primera vez desde que me enteré de la verdad, que vengo a visitar la tumba de mi madre.
No fue fácil asimilar mi situación, toda mi vida creí que Natalia era mi madre y de pronto un día me entero que no, además de que me mintió y mintió sobre quien era mi padre y eso concluyó en tragedia.

Mis manos se aprietan en puños al recordar aquel día.
De Natalia no he vuelto a saber nada, ni de ella ni de Meinardo,  Valentina o el otro hombre al cual nunca vi su rostro.

No me importan y no me preocupo por eso, más le vale a Natalia mantenerse así, no necesito sus explicaciones, al principio la busqué, sin embargo huyó confirmando que todo lo que ella me había dicho era mentira.

Enzo se detiene frente a una tumba que se encuentra a la sombra de un árbol con flores amarillas, las cuales proyectan sombras irregulares sobre la lápida y el viento crepuscular acaricia el follaje derramando algunas flores sobre el lecho.

Lissette Castelar anuncia la inscripción en la tumba.

He tenido tiempo de hablar con Enzo acerca de la vida de mi madre, ella y Natalia eran huérfanas que vivían en una antigua casa hogar, en dónde a los niños que llegaban sin un nombre ni  registro les daban un nombre pero les ponían el mismo apellido a todos.

Enzo me reconoció legalmente, adquirí su apellido compuesto con el de mi madre, a él no le molestó en absoluto, al contrario me expresó lo orgulloso que se sentía, pues el tenía los papeles en su poder que demostraban que mi madre alcanzó a registrarme ella misma y aunque el apellido de ella y el de Natalia es el mismo, me siento orgullosa de tener el apellido Castelar por mi verdadera madre.

Ahora en mis papeles legales tengo el apellido de mi madre y padre compuesto como uno solo.  Castelar—Sanz.

— No se hace más fácil a pesar del tiempo — comenta Enzo en voz baja, su cabello y el mío se ondulan por el viento. Asiento con la cabeza para que sepa que lo escuché.


Guardo silencio por unos minutos, hasta que me siento lista para hablar.

— Mamá —susurro hacia la tumba — perdón por no venir antes. — las lágrimas se acumulan en mis ojos y se desbordan incontrolables.

Me pregunto cómo habrá sido ella como madre, como hubiera sido crecer con ambos, como hubiera sido tener una madre sincera y un padre presente.

Me pregunto cómo hubiera sido Enzo conmigo cuando era pequeña, si hubiera sido un padre estricto o consentidor, me hubiera educado con rigor o me hubiera malcriado, ¿tuviera el mismo carácter de ahora o en su lugar seria la princesa de papi, insolente y buena para nada?

Pero ya sabes lo que dicen; el hubiera no existe.

— No pidas perdón — Enzo se acerca a mí y me abraza, permito que me acune en su pecho. — a ella no le gustaría verte llorando por una cosa como esa.

— Pero es que tuve que venir mucho antes —contesto reprochándome venir a conocer su lecho un año después de saber que estaba muerta.

— Su cuerpo es el que yace en este lugar — Enzo me toma ambas mejillas con las manos — pero su esencia siempre está con nosotros, si quieres hablar con ella solo tienes que cerrar los ojos pensar en ella y sentirás su tacto.

— ¿Tu la sientes contigo? —inquiero separándome de su pecho para verlo a los ojos, me aparta unos mechones de la cara y sonríe con nostalgia.

— Tanto que por eso nunca pensé en casarme, la siento tan presente conmigo que incluso nunca pensé en formalizar con alguien más. Pero por favor, no sigas mi ejemplo — pide en un susurro. — odiaría ver cómo  pasas el resto de tu vida aferrándote al amor que sientes por él.

— ¿Tu te arrepientes? — me vuelve a sonreír, es una sonrisa que un padre le daría a su hija pequeña por hacer tantas preguntas, y después mira a la tumba de mamá.

— Ni una sola vez, supongo que nunca llegó a mi vida esa persona que me hizo estremecer de la manera que ella lo hacía. Tuve aventuras, no soy un santo, pero  ninguna mujer me hizo volver a sentir vivo, pero tú mi pequeña Lisie, date la oportunidad.

— No lo quiero olvidar— me aferró a sus antebrazos, permitiéndome ser débil ante él.

— Oh,  mi pequeña Lisie —  siento que me deposita un  beso  la coronilla — estoy seguro que nunca lo vas a olvidar, pero tienes que seguir adelante.

— Pero tú…

— Yo —me interrumpe — me perdí la etapa de tu crianza, porque me la negaron, por favor tú no me niegues mi etapa de abuelo, quiero tener la oportunidad de  malcriar a mis nietos.

Me estremezco por un segundo y me separó de él, me mira con calidez en los ojos.

— Oye eso es manipulación — chillo y él sonríe, no puedo evitar sonreír también, la primera en mucho tiempo.

— Por favor, apiádate de este pobre anciano — junta las manos frente a él en forma de plegaria.

Sin poder evitarlo suelto una carcajada. Cómo se atreve a decir que es un anciano, apenas tiene 41 años, debo decir que tengo un padre muy guapo y joven.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora