CAPÍTULO XVI - MI COLOR FAVORITO

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ENZO

— Naranja será tu palabra de seguridad entonces, úsala cuando ya no puedas más y quieras que me detenga.

La beso con vehemencia,  cuando los tirantes de su vestido están fuera de sus hombros, noto que su cuerpo tiembla un poco y me detengo inmediatamente.

— ¿Quieres que me detenga? — pregunto, necesito su total consentimiento para seguir. Niega con la cabeza pero inmediatamente se acuerda de lo que le dije.

— No.— Contesta pero su tono es vacilante, hay tantas cosas que quiero hacerle, tan solo de pensarlas se me aliviana la saliva, pero para que lleguemos a eso aún falta un largo camino por recorrer, la confianza es fundamental y el hecho de que su cuerpo reaccione así, me demuestra que primero debe tener confianza en sí misma.

Bajo los tirantes de su vestido el resto del camino, hasta que éste cae en un charco de tela a sus pies.

Me separo un poco para admirar la escultura de carne y hueso que tengo frente a mí y ella hace algo que me molesta y le voy a enseñar a base de nalgadas a que no lo haga. Se rodea el cuerpo con los brazos intentando cubrirse y bloquearme la vista.

Chasqueo la lengua en desaprobación.

— No lo hagas  — le quito las manos para poder admirar correctamente las curvas de su cuerpo  — déjame verte.

— Es que yo…

— Aquí no hay cavidad para las inseguridades mi bella sirena, así que no lo vuelvas a hacer, no trates de cubrirte a mi vista, porque la próxima vez te azotaré este hermoso trasero  — le aprieto una nalga para puntualizar  — hasta dejarlo rojo y el único lugar en dónde toleres sentarte sea en mi cara .

Se sonroja y se  lame los labios, lo que hace que mi pene palpite en mis pantalones.

Se mantiene con los brazos en sus costados, abre y cierra las manos, está ansiosa por cubrirse, pero no lo hace.

Recorro su silueta con mis ojos bebiéndome su imagen, emborrachándome con las sensaciones que me provoca su cuerpo hasta que me siento mareado. 

Su piel es tan blanca como la leche, salpicada con algunas adorables pecas aquí y allá, su cabello rojo intenso contrasta con su piel reposando sobre sus hombros, recorro el valle de sus senos, son grandes y redondos, apuesto a que no me caben en la mano, en este momento están contenidos dentro de un sexy sostén de encaje color vino,  tiene unos adorables rollitos en la cintura que me dan ganas de morder, culminando en un par de caderas anchas, perfectas para sostenerme mientras la tomo por detrás, la imagen mental de esa posición me hace palpitar, ocasionando que una gota de líquido pre-seminal se filtre de mi pene, lleva unas pantis a juego con su sostén, ocultando su lugar secreto que ansío por conocer y presentárselo a mi amigo ansioso en mis pantalones.

Sus muslos son gruesos y regordetes,  ya me imagino siendo asfixiado por ello, culminando en unos pies  con uñas pintadas de rojo.

— Quítate el sostén — ordeno, no reconozco mi voz.

El viento afuera se hace cada vez más intenso, el sol ha sido ocultando por nubes grises que presagian una tormenta.

Se lleva las manos a la espalda para obedecerme, cuando los tirantes de la prenda se bajan, la ayudo a quitarla el resto del camino liberando ese par de tetas hermosas que se derraman, sus aureolas son rosadas adornadas por dos piedras preciosas perfectamente mordibles.

Sostengo ambos pechos en mis manos comprobando mi teoría de que no me caben en las palmas y son pesados.

Rozo con mis pulgares ambos pezones, masajeando y apretando lo necesario para que se estremezca.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora