CAPÍTULO XXIII - SOY UN ARTISTA

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MARATÓN 1/3


ENZO

Recorro sus suaves curvas con la yemas de mis dedos, sintiendo como su piel se eriza con mi toque, al llegar a sus senos trazo el contorno de sus aureolas ocasionando que sus pezones se pongan duros. Respiro el aroma de su cabello para después enterrar mi nariz en su cuello, huele a mí y el por qué; hace que mi miembro se endurezca al instante a pesar de que hace apenas unos minutos acabamos de tener sexo.

— ¿Otra vez? — pregunta somnolienta al sentir mi dureza, esa que solo ella provoca, siento un atisbo de culpa por siempre despertarla tan temprano para tener sexo antes de irme a la firma, pero no la escucho quejarse, o por lo menos no se queja en ese sentido, ustedes me entienden.

— Yo solo quiero sentirte — tarareo en su cabello muy cerca de su cuello — él — pego mis caderas a las suyas para que mi falo se sitúe entre sus redondas nalgas — es el que se despierta cuando te siente cerca y respira tu aroma.

Se ríe y pega su trasero a mi pene, haciendo movimientos provocativos y tentadores, si sigue así, mi pene tomará un camino distinto ésta vez, uno que aún no exploro con ella pero que sin duda tengo ganas de hacerlo.

— ¿Estás culpando a tu pene por algo que claramente tú haces?

— Si, lo hago — doy una pequeña mordida — pero no todo es culpa mía, es algo que no puedo controlar, también es tu culpa, pues tú eres la que lo provoca.

— Mmm — gime cuando mi mano baja hasta su entrepierna para palpar su humedad y empiezo a hacer círculos en su clítoris.

Recorro su mandíbula con mi boca dejando un rastro de besos húmedos a mi paso, me subo encima de ella alineando mi falo palpitante en su entrada,  preparándome para penetrarla de una sola estocada y envolverme en su estrecho calor pero…

Unos rasguños insistentes en la puerta de madera de mi habitación interrumpen nuestro momento, quiero ignorarlos pero no paran.

— Seguirá así hasta que la dejemos entrar — señala mi Sirena, su cabello rojo esparcido por la almohada haciendo un contraste con el blanco de la tela.

— A veces pienso que lo hace a propósito — me separo de ella, me permito contemplar su cuerpo desnudo sobre mi cama, con las piernas abiertas para recibirme, por un segundo pienso ignorar los rasguños en la puerta y enterrarme en ella.

— Eres un dramático — se ríe y como si leyera mi mente cierra sus hermosas piernas alejándome de la tentación.

— Tu insolencia te costará cara —le doy un último beso adornado con una fuerte mordida a su labio.

— Promesas, promesas — canturrea levantándose de la cama para buscar su bata, yo busco mis pantalones de pijama para vestirme y recibir a mi pequeña inoportuna.

Ya me resigné a que la puerta de mi habitación tenga sus rasguños marcados.

— Buenos días — la saludo en cuanto abro la puerta — buenos días Steven — lo saludo a él también, el pequeño de mi hija es un niño bueno, él solo aguarda sentado moviendo su colita mientras Dina se encarga de destrozar mi puerta  exigiendo su acceso a mi habitación.

Steven corre a saludarme dándome lengüetazos en la cara, mientras Dina se limita a olfatearme y a mirarme con ojos entrecerrados, a veces siento que ella sabe lo que Elvira y yo hacemos en mi habitación, o cualquier otra habitación de la casa, cuando nos encerramos con llave.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora