CAPÍTULO XXV - AHORA TODO ES DULCE

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MARATÓN 3/3

ENZO

— ¿Ahora son inseparables? — pregunto a mi Sirena quien está acostada en un camastro de jardín viéndonos a Steven y a mí jugar,  acuna en su regazo a mi pequeña Dina mientras le rasca las orejas. Ahora son las mejores amigas.

Está usando un bikini rojo, tuve que convencerla de que se lo pusiera, pues aún está luchando con sus inseguridades, cuando me dijo que nunca había usado uno no podía creerlo, pero ahora que la veo con él me doy cuenta que fue mala idea, pues tengo que disimular mi erección y aguantarme las ganas de montarla  justo ahí donde está en el camastro o en la piscina o sobre la hierva del jardín.

Maldita sea, me estoy poniendo más duro, pues esa tela apenas cubre lo que me comí esta mañana, sería tan fácil solo hacer aún lado la parte inferior de su bikini y entonces estaría en mi lugar feliz, húmedo y apretado.

— ¿ Qué estás pensando? — me mira con ojos entrecerrados como rendijas. Vuelvo a lanzar el frisbee para que Steven vaya por él, y me siento a su lado para que no se note más la carpa de circo que tengo en los pantalones.

— Nada — sonrío como angelito y le doy un besito en la nariz. Baja la mirada a mi entrepierna y se muerde los labios al notar el bulto, ocasionando que mi miembro dé un tirón.

— Ya veo — se ríe y reanuda sus caricias a Dina. Steven llega con el frisbee en el hocico y se sube también al camastro reclamando un poco de atención de Elvira y mía. —¿tienes hambre? — pregunta al cabo de repartir sus caricias entre los niños y yo.

— Me muero de hambre — le contesto recorriendo con la mirada su suculento cuerpo.

— Compórtate frente a los niños — me da un codazo en las costillas haciéndome reír, ya me desquitaré con su trasero ésta noche.

— Es la verdad, tengo mucha hambre.

— Muy bien, vayamos a cocinar algo. — se levanta de la tumbona y la redondez de su trasero casi me distrae de lo que acaba de decir.

— ¿Nosotros?

— Si. Me apetece cocinar y necesito un ayudante — extiende su mano para que vayamos juntos adentro. Dina y Steven se han puesto a corretearse  por todo el jardín.

— Si, pero con una condición —la tomo de la mano y la jalo para pegarla a mi.

— ¿Cuál?

— No quiero que te pongas ropa, solo el delantal — le doy una pequeña mordida al lóbulo de la oreja cuando le hablo al oído.

— Me voy a quemar — protesta.
— Yo te voy a cuidar para que no te lastimes, pero en verdad necesito verte contoneando  en la cocina con este atuendo. Ya que no puedo tenerte desnuda por el personal.

— Te ves muy serio a simple vista, pero eres un pervertido — ronronea en mi cuello. Bajo las mano y le agarro las nalgas dándoles un fuerte apretón.

— Yo no era así, tú me convertiste en esto.

Se separa de mí y nos lleva dentro tomados de la mano como dos adolescentes. Así es como me siento con ella.

En mi vida había cocinado algo, no puedo creer lo complicado que es rebanar los vegetales sin perder un dedo en el proceso y la cantidad de trastes sucios que resultan de hacer una comida sencilla. Voy a aumentarle el sueldo a mi cocinera, yo creía que ganaban bien, porque nunca se han quejado, además de que les hago un aumento cada año, pero ahora con todo el trabajo que estamos haciendo, siento que les pago una miseria.

SIEMPRE FUISTE TÚ [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora