capítulo 5

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Capítulo 5


Luka Hauser


En pedazos.


Reconozco este maldito vecindario siento escalofríos en mi piel, así qué camino lo más rápido que puedo para salir hacia la avenida. El intenso dolor de cabeza no me deja pensar con claridad, reviso mis bolsillos y no tengo mi teléfono.

¡Maldita sea!

Esa pequeña mocosa seguro me lo robo.

Intento detener un taxi, y lo logro luego de un rato.

──Buenos días. ──me acomodo en el asiento y cierro mis ojos.

No recuerdo absolutamente nada de anoche, estaba tomando algunos tragos en el lobby porque estar en esta maldita ciudad solo trae de vuelta mi pasado, quería apartar a los demonios, en el hotel ya no querían servirme tragos, así que salí en busca de un bar que pensé que estaba cerca pero no fue así... es lo último que recuerdo.

He evitado en todo lo que tengo de carrera presentarme aquí.

Si, nací en Croacia, mi madre también era de ella pero mi padre era de aquí, vinimos a vivir con él, la peor decisión.

Nunca debimos dejar Zagreb.

Saco un par de billetes del bolsillo de mi pantalón, y lo extiendo al hombre, bajo en el hotel y camino huyendo del sol que acentúa mi malestar.

Mi resaca.

Escucho la risa de Ignacio en la distancia, lo busco con la mirada para conseguirlo sentada con dos mujeres que babean con lo que dice.

Gruño al verlo, y me acerco a donde se encuentra sentado plácidamente, debería estar buscándome, en cambio está allí sentada riendo como si yo hubiese dormido en mi habitación.


Toma una taza de café y me acerco llamando la atención de todos, las mujeres se quedan sin habla al verme e Ignacio sonríe.

──¡Despertaste!

──¿Desperté? ──inquiero molesto. Detalla mi ropa y pone sus ojos en blanco.

──Mis amores, no vemos luego. ¿Si? ──dice dudan en irse pero lo hacen, me dejó caer en el sofá. ──. Pensé que habías subido a tu habitación. Por lo que veo esta vez sí lograste dormir algo.

──Me secuestraron. ──ríe divertido.

──¿Otra vez? ¿Otra fanática? Amigo, te lo he dicho si vas a tomar hazlo encerrado en tu habitación, siempre pasa algo cuando te pones de creativo.

Gruño al escucharlo.

──¿Era bonita?

No digo nada, saca de su saco una pequeña riñonera y sirve vodka en su café y me lo extiende.

Mi boca se hace agua.

──¿Era muy bonita?

Tomo el café con manos temblorosas y lo sorbo sintiendo el éxtasis que me produce el licor con el líquido negro.

──Era muy bonita por lo que veo.

Aunque calma mi cuerpo, no me hace tan bien como el café que tomé hace un par de minutos con mi secuestradora.

──Haz silencio. ──gruño.

Cada músculo de mi cuerpo duele, llevo mi mano a mi cabeza para sentir un pequeño bulto, debí caerme...

──Se que no te hace bien estar aquí, pero en cuanto firmes los papeles podremos irnos. Sólo trata de aguantar, Luka.

──Consígueme varias botellas... ──suelto levantándome. ──. Por cierto, actívale el GPS a mi teléfono, mi secuestradora se quedó con él.

Ríe divertido.

Lo ignoro recibiendo un par de miradas de huéspedes que se encuentran en el hotel, varios murmuran deseando fotografías conmigo pero mi cara lo dice todo, no estoy de ánimos.

Subo al elevador, e intento recordar mi piso.

Odio estar aquí, odio está puta ciudad. Necesito irme.

Saco de mi billetera la tarjeta de mi habitación, e intento adivinar cual es hasta que en lo más profundo de mi memoria consigo el recuerdo. Cuando tomo mi memoria se vuelve mierda...

Cosas tan sencillas se me hacen difícil de recordar.

Ingreso la llave a su cerradura, y abre.


Todo está como lo dejé, ni siquiera saque mi ropa de mi maleta, este viaje fue totalmente improvisado no esperaba tener que venir.

Me quito la camisa y voy directo al baño para dejar que el agua aligere mi cabeza y mi cuerpo.

No sé cuánto tomé anoche, sólo sé que mi mente necesitaba una vía de escape y eso me lo brinda el alcohol.

Lavo mi cabello y enjabono mi cuerpo, notando algunos golpes. Recuerdo a mi pequeña secuestradora.

¿Cómo hizo para meterme en su casa?

Seguro me dejó caer...

Me recuesto en mi cama luego del baño, noto en un esquina mi Cello, me siento para tomarlo en mis manos, lo saco de su bolso y paseo mis dedos por la fina madera.

Mi primer Cello está en mi casa en New York, me lo regaló mi profesor, estaba todo rayado con algunas cuerdas a punto de romperse pero lo ame como nunca. Fui el chico más feliz ese día... y casi lo destruyen.

Ese día mi padre llegó furioso por un mal día de trabajo, arremetió contra mi madre y fue en mi búsqueda saqué el Cello por la ventana de mi habitación buscando protegerlo de su furia, sabía que lo destruiría al verlo, y mis sueños con ello. Tenía que evitarlo.

Me interpuse y recibí la más grande de las golpizas. Dejo mi cuerpo en el suelo, yo solo era un chico de 13 años que aún no sabía de la vida, creía que podía defenderme pero temía por mi vida y por la de mi madre.

Cuando logré recobrar el conocimiento mi madre estaba sanando mis heridas, y el cuello estaba a mi lado con lágrimas en sus ojos y llena de culpa, ese día susurro algo que quedó grabado en mi memoria para siempre, y lo agradezco.


"Pueden romper tu cuerpo en miles de pedazos, Luka... pero tus sueños jamás"


Cuando logré comprarme otro cello lo hice, ahora tengo más de 20 y mi sueños siguen intactos pero mi alma está vuelta mierda.

Un leve toque en la puerta de mi habitación me obliga a cerrar el bolso y dejar a un lado mi instrumento. Reviso las tiras de mi pantalón y me coloco una camiseta que tengo a la vista, abro la puerta y debo bajar mi mirada para notar quien toca.

Puedo notar como tiembla al verme...

Sus orbes azules se intensifican y sus pupilas se dilatan, va con un abrigo rosa tejido, y un jean gastado.

Tiene un fetiche con el rosa.

──Secuestradora... ──susurro, tensa su mandíbula.

──Yo... no te secuestre. Te ayude. ──dice, extiende mi teléfono. ──. Sólo vine a devolverte esto, se quedó en mi sofá y tú manager me dijo que podía subir.

Ignacio idiota.

Tomo mi teléfono rozando ligeramente sus dedos, una corriente extraña me recorre, se siente como una descarga eléctrica que intenta revivir mi corazón.

──Gracias. ──suelto alejándome de su tacto, ella cruza sus brazos en su pecho.

──Debo irme. Tengo que recoger un desastre...

Murmura muy bajito, baja la mirada hacia mis pies y sale literalmente huyendo de mi, cierro la puerta de mi habitación y estoy por volver a la cama cuando me detengo de golpe.

──No lo hagas... ──susurro, noto un aroma a flores en mi habitación, llevo mi teléfono a mi nariz y está impregnado de lo que parece ser su perfume. ──. ¡Mierda!


Amor platónico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora