Capítulo 61
Luka Hauser
Nuestra boda.
Mientras me miro al espejo, siento cómo la mano del destino ha tejido el tapiz de este día con hilos de esperanza y amor incondicional. Cada instante de luz que penetra la habitación ilumina el nuevo camino que he elegido tomar, un sendero que contrasta con la penumbra de ayer. Hoy, la vida se viste de una solemnidad gloriosa, de una promesa eterna que se atreve a decir que, tal vez, sí hay segundas oportunidades.
Ante mí, la tela de mi chaqueta refleja cada rayo de sol como si aceptara la carga de llevar toda la luz que he encontrado en este resurgimiento. Con las palmas de las manos, aliso el frente de mi traje, un gesto que calma la maraña de emociones que bailan dentro de mí. Excitación, gratitud, un leve matiz de nerviosismo; todos conviven en un torbellino que fluye hacia la superficie de mi piel.
Paso a paso, me visto, consciente de cada acción, de cada elección que he hecho para llegar hasta aquí. La tela es suave pero firme, un recordatorio de la dualidad de la vida: ser suave en el amor, fuerte en la decisión. Me siento un explorador al borde de la historia más significativa de su vida, al pie de una montaña que sé escalaré con Mimi a mi lado.
Pero es el corbatín el que desafía mi destreza. Mis dedos, acostumbrados a las cuerdas del cello, vacilan en la tarea. Es en ese instante cuando la puerta se abre con una suavidad que presagia algo sagrado, y la silueta de la madre de Mimi aparece, portadora de una herencia emocional que reconozco y acuno.
Con una ternura que nace del lazo que ahora compartimos, se aproxima y sus manos, mucho más diestras que las mías, toman el corbatín y empiezan a trabajar en él. Sus dedos tejen alrededor de mi cuello, no solo la tela, sino una red de pertenencia. Sus ojos encuentran los míos en el reflejo del espejo, y ahí me baño en la calidez. estás aquí, eres uno de nosotros, eres familia.”
──Luka. ──dice, su voz tintineando con la emoción del momento. ──este día es tan importante para nosotros como lo es para ti. Estoy tan orgullosa de verte tan fuerte, tan sobrio… tan enamorado. Has batallado contra tus demonios y aquí estás, un hombre hecho y derecho que eligió mejorar, eligió amar, eligió vivir.
La habitación se llena de un silencio sublime cuando termina, pero es un silencio lleno de palabras no dichas, de lágrimas no vertidas; es un reconocimiento de que mi viaje hacia aquí no lo he caminado solo. La gratitud que siento parece un sol que no puedo contener dentro de mí, brilla a través de mis ojos, y deposito esa luz en un simple “Gracias” que no puede empezar a cubrir la magnitud de mi sentir.
Mientras se aleja, dejándome listo y compuesto, una certeza irrumpe dentro de mí no estoy solo. Puede que mi linaje no se refleje en las venas que corren por mi piel, pero sin duda, se manifiesta en los lazos que he forjado, en este amor que me ha rescatado y en este jardín donde juraré ser eternamente de Mimi.
Hoy, me caso no solo con ella, sino también con la promesa de un mañana y con una familia que me ha adoptado en su corazón. Hoy, el orgullo que siento es mi estandarte y mi compromiso, mi anillo más precioso.
La mañana ha desplegado su manto sobre el jardín, adornándolo con el rocío que acaricia cada pétalo, cada hoja, como si la misma naturaleza se vistiera de gala para nuestro día. Bajo el dosel de un cielo de un azul claro e infinito, doy cada paso con una reverencia que apenas comprendo; no es solo mi cuerpo el que se mueve, es todo mi ser.
Atravieso el umbral que separa la casa de este oasis que hemos creado y siento cómo el aire fresco se llena de las primeras notas de un violín. El sonido me alcanza y reconozco la sutil firma de mis compañeros de orquesta. Han venido a regalarnos su música, a tejer con cada arco y cuerda el himno de nuestra unión.
Me posiciono bajo una arquitectura de ramas y flores con la solemnidad de un príncipe de cuentos, aunque en mi cuento, he escrito cada palabra con esfuerzo y esperanza. Las notas del violín se elevan, dando inicio al ritmo de los corazones latiendo en armonía. Son nuestros seres queridos, dispersos con una casualidad perfectamente orquestada entre las sillas y el verdor del jardín, quienes crean el coro silencioso de presencias que cobijarán nuestra promesa.
Y entonces la veo.
Mimi aparece en el marco de la puerta, y es como si el mismísimo sol decidiera cambiar de curso para iluminarla solo a ella. Su caminar es delicado, pero cada paso es un eco poderoso en mi pecho. La visión de su vestido de encaje, que abraza su figura con una elegancia simple pero arrebatadora, es un suspiro hecho realidad. El cabello suelto, modulado por una brisa suave, enmarca esos ojos azules que han sido faro en mis tempestades.
Noto cómo cada cosa en el mundo se desvanece y solo queda ella, su madre a su lado, reflejando el orgullo y el amor que ha sembrado en su hija.
Cuando nuestras miradas se encuentran, todo lo que soy se afianza. Ella es la razón de mi renacer, la musa de la sinfonía que ahora mi vida interpreta. Cada paso que da hacia mí es un verso que narra nuestra historia, una historia donde hemos danzado en el filo de la desesperación para encontrarnos a nosotros mismos, a cada uno en el otro.
Los violines envuelven el momento y en su música, en sus pausas y sus notas, escucho las palabras que he jurado en lo profundo de mi espíritu y que nadie más oirá. “Permaneceré sobrio”, me comprometo en el silencio de mi mente, “por mí, por ella, por nosotros”. No necesito palabras en voz alta, porque sé que desde el abismo a este jardín, desde la soledad a sus ojos, mi vida ya es la promesa en sí misma.
Mientras Mimi avanza, cada promesa que nos hemos hecho, cada caricia, cada noche compartiendo sueños y miedos, confluyen en este instante. Amo cada parte de ella, cada fragmento de luz y sombra, porque me ha enseñado la belleza del contraste, la fuerza en la fragilidad.
La orquesta baja sus arcos y el jardín queda impregnado de la alta expectativa del último compás. Pronto, ella se unirá a mí, romperemos el silencio con votos que son más que palabras y nos atreveremos, juntos, a seguir componiendo esta melodía que es nuestra vida.
──Hoy estoy aquí, Luka, el hombre que luchó por redimirse, y que ahora, ante el testigo de los cielos y la tierra, me convertiré en el hombre que andará a tu lado Mimi, en harmonía, por todos los días venideros
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Amor platónico
Romance¿Alguna vez en tu vida has tenido un amor platónico? ¿Te has enamorado de alguien que no conoces? ¿Lo has hecho? Yo si. Me llamó Mimi Roses, y tengo un amor platónico, un muy imposible amor soñado. Estoy perdida e irrefutablemente enamorada de...