capítulo 24

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Capítulo 24
Luka Hauser
Intimidad.

Llegamos a la floristería al cabo de unos minutos.

Mimi abre la puerta haciendo que la pequeña campana suene advirtiendo sobre nuestra presencia.

Inés está sentada detrás del mostrador tomando lo que parece ser un té caliente, eleva su mirada y sonríe en demasía al verme detrás de Mimi.

──Llegó el amor de mi vida. ──Murmura.

Mimi niega divertida.

──Te voy a acusar con Gustavo. ──Señala haciendo que la señora mayor encoja sus hombros. 

──Ya le pedí el divorcio. Así que deja de amenazarme. Hola, buenmozo. Buenos días.

Sonrío levemente, no tengo un buen humor hoy pero no dejaré que eso me afecte.

Me pongo irritable cuando no tomo, y la resaca hace parte de mi día, espero no ponerme peor con el pasar del día y que Mimi reciba la peor parte de ellos.

──Buenos días, Inés. ──Musito. ──. Disculpa por venir.

──Tranquilo. Ven siéntate.

Señala uno de sus bancos, mi me toma de la mano y me guía detrás del mostrador.

──¿Cuántos pedidos tenemos?

──Tres. Necesitamos enviar unas dalias turquesa a esta dirección, es la celebración de un aniversario, el chico pidió que fuera mágico el arreglo.

Mimi asiente y me coloca el banco cerca de donde está su laptop rosa. Me siento y me quito el bolso que lleva mi cello.

──¿Aniversario de novios?

──Primer año de casados, están de paseo por la ciudad.

Mimi sonríe, puedo notar que le gusta el trabajo, se acerca a mi y se cerciora de que todo esté bien.

──¿Quieres algo aparte del café?

Elevo mi mirada hacia ella, adoro como sus orbes brillan al enfocarse en mi.

──Un beso, quizás…

Ríe con nerviosismo pero se acerca aprovechando que Inés nos ha dejado solos, y sus labios se posan en los míos.
Una carga cae, es sorprendente la maravilla que logra con sólo besarme. La pego a mi cuerpo, y ella sonrie pegada a mis labios.

──Esto de trabajar contigo, me va a gustar mucho. ──Susurro.

Paseo mis dedos por su mejilla, la suelto con dificultad, y la veo alejarse con sus mejillas rojas.

Escucho que mueven cosas mientras mi mente y mi cuerpo se debaten sobre que necesitan y que desean.

Siento sequedad en la garganta, y puedo notar como la desesperación empieza tomar parte del juego.

El aroma a café me obliga a cerrar los ojos.

Estoy aquí, no voy a irme y no voy a tomar. Debo buscar ayuda, debo evitar caer otra vez.

Una taza humeantes llama mi atención, Mimi está frente a mi con una taza enorme de color rosa con su nombre en blanco en ella.

──¿Mindre?

──Ignóralo, mi madre está orgullosa del nombre que me puso. Evidentemente, yo no.

Sonrío, tomo la taza.

──Es bello.

Entrecierra sus ojos hacia mi, y pone sus ojos en blanco.

──No digas eso.

Amor platónico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora