capítulo 13

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Capítulo 13
Luka Hauser
Truenos y lluvia.



──¿Entonces, Mimi? ──Pregunto, Puedo notar como batalla con lo que dirá.
Suelta el aire que contiene.

──Es que… ──susurra, muerde ligeramente su labio inferior. ──. Me gusta que estés aquí.

──A mí también me gusta estar aquí. Por eso vine. ¿Quieres secuestrarme otra vez?

Sonríe dulcemente.

──Mi sofá es cómodo.

──Lo es. ¿Me dejarías dormir nuevamente en el?

──Si, claro que sí.

No se qué estoy haciendo, pero me quito mi saco, y me despojo de todo aquello que guardo en el bolsillo de mis pantalones.

Mimi sonríe.

──Te buscaré una almohada, y un cobertor.

──Ok.

Corre hacia lo que creo que es su lavandería, me acomodo en el sofá y la verdad es que si, es muy cómodo, te envuelve…

¿Qué hago aquí? No lo sé, pero la verdad es que me gusta. Me siento bien y para ir a dormir en mi habitación de hotel donde seguramente voy a vaciarme todo el mini bar, me quedo aquí donde ella me calma.

──Aquí están las cosas. ──me extiende una almohada y un cobertor rosa.

El aroma a flores sale de ambas cosas.

Recién lavado. Entre ambos acomodamos el sofá.

──¿Mañana trabajas?

──No. Mañana Inés tiene cita médica por problemas con su espalda, y decidió darme el día libre. ──dice notando que todo está listo, se sienta en el otro sofá.

──Ya que has sido muy amable conmigo, quiero llevarte mañana a desayunar y hacer algo divertido. ¿Te gustaría?

──¿En serio?

──Si.

Los pequeños pasos de Lola se sienten en el piso, se pasea por las piernas de mi Mimi para luego hacerlo por los míos, y quedarse allí acostada.

──Va a dormir otra vez en tu pecho. ──Susurra mirando a su gata.

──¿Quieres hacerlo tú? ──Se sonroja y rio al notar lo incómoda que se pone. ──. Era broma, Mimi.

Bufa.

──Pesadita… ──susurra. ──. ¿Por qué estás pensando en lo de tocar aquí en Chicago?

Suelta de golpe.

──Como te dije, no me gusta esta ciudad.

──¿Por qué? A mí me gustaría verte tocar en vivo, en serio. ──Trago grueso al escucharla.

No vayas allí.

No lo hagas.

──Deberías dormir, Mimi. ──Susurro.
Entiende que no quiero hablar de ello, y se levanta del sillón, se acerca hasta donde se encuentra Lola metida entre mis piernas y la acaricia.

──Te amo, desgraciada. ──Sisea. ──. Descansa.

Río al escucharla.

──Con esos insultos logro entender porque te aruña.

Ella ríe, bajo mi rostro para verla a los ojos. Es bellísima.

Me encanta su look despreocupada.

──Ella me aruña y yo la insulto pero la amo, lo juro. Mi amor es sincero.

──No lo dudo. Buenas noches, Mimi.

──Buenas noches, Luka…

Se levanta y siento unas inmensas ganas de acercarme más a ella pero no quiero estropear nada, no quiero que huya y menos hacerla sentir incómoda.

──Si necesitas algo… ──señala la puerta blanca que se encuentra frente al comedor. ──. Esa es mi habitación, allá está el baño de visitas y de la cocinas puedes tomar lo que quieras.

Asiento.

Se aleja dejando a Lola conmigo, quien no duda en subirse al sofá. Sigo cada uno de sus movimientos hasta que la puerta de su habitación se cierra haciendo desaparecer detrás de esta.

Largo un fuerte suspiro y agarro a Lola para pisarle frente a mi rostro.

──¿Qué esta pasando? ¿Y qué hago aquí, Lola? ──Le pregunto como si ella pudiese darme repuestas.

Lame su nariz, y sonrío.

Me recuesto en el sofá deshaciéndome de mis zapatos, Lola se acuesta en mi pecho.

El techo… me parece de lo más aburrido, no dejo de pensar en la pequeña chica que sin saberlo sana pedazos de mi alma sólo con posar su mirada en mi.
No he pensado en el licor desde que llegué a esta casa, extraño pero cierto. Extiendo mi mano para tomar mi teléfono y encender la pantalla.

Mimi y Lola se iluminan. Ambas se miran como si el mundo de cada una de ellas estuviese frente a sus ojos. Y es irónico porque viven en guerra.

Paseo mi mano por la gata… desbloqueo mi teléfono y marco el número de Ignacio.

──Dígame, Jefe.

──Concreta una reunión en la escuela de música para mañana. Me avisas la hora.

──¡Si! ¿Qué te hizo cambiar de parecer? ──Pregunta animado.

──Quién… además, aún no he dicho si lo haré, sólo quiero una reunión y allí veremos. ──Susurro evitando que Mimi me escuche.  

──Está bien, está bien… ¿Ya llegaste? Te compre algunas cosas.

Mi boca se hace agua… cuando hablar de que compró unas cosas se a que se refiere.

──Ehh, no. Hablamos después.

──Ok. Hasta mañana.

Vuelvo mi teléfono a su lugar y me acomodo el sofá con Lola encima.
Intento no pensar en lo que dijo Ignacio, intento no ir allí recordando donde estoy, y lo calmado que me siento aquí.

No puedo irme en medio de la noche, y no lo haré.

Un leve destello de luz se asoma por la ventana. Va a llover…

Es hora de dormir.


****


Un fuerte estruendo me hace despertar, me yergo en el sofá para notar que Lola está parada mirando hacia la ventana, una puerta se abre.

──¿Lola? ──Llama Mimi, y la gata se va corriendo hacia quien dice su nombre.

Me quedo viendo cómo ambas se abrazan, su mirada da con la mía.

──No nos gustan los truenos… ──sisea.

──Ven… ──susurro con voz ronca.

Ella lo duda por un instante pero otra trueno que parece a haber caído a una calle la hace correr hasta el sofá.

La gata oculta su rostro en el pecho de Mimi. Puedo sentir como ella tiembla… la halo a mi cuerpo y la abrazo.

──Sólo son truenos, estamos a salvo aquí. ──Susurro.

Mimi no dice nada, sólo se deja abrazar por mi.

──¿Lo juras?

──Lo juro. ──Siseo acariciando su cabello suelto.

Tiene el cabello larguísimo. Nunca la había visto con el suelto. Siempre lleva la cola alta que por supuesto le queda muy bien.

──Te contaré un cuento. ──Digo, ella recarga su rostro en mi pecho y yo me inclino para que nos acostemos los tres en el sofá. Debe tener mucho miedo como para no salir huyendo de mi tacto, su calor me invade y me gusta. ──. Había una vez un niño con grandes sueños, y esperanzas… un mágico instrumento llegó a su vida para hacerle ver que sus sueños podían cumplirse pero una mala persona busca romper su alma como fuese posible. Un día su maldad fue tanta que en medio de una noche lluviosa lo lanzó a la calle con su instrumento mágico, esa noche… de truenos, y lluvia fuerte, la paso practicando entre temblores y lágrimas saladas que se funcionaban con las gotas de lluvia, el cielo y la tormenta fueron su público esa noche, no lo abandonaron. ──recuerdo mirando el techo. ──. Hasta que el sol salió... ese dia, con resfriado, y con mucho malestar fue a una presentación que cambiaría su vida por completo. ──recuerdo como el sudor de la fiebre corría por mi frente, y como mis músculos dolían. ──. Recordó los truenos y la lluvia cayendo por su cuerpo, y dio a pesar del malestar la mejor presentación de su vida… esa presentación, marco un antes y un después, le enseñó que la lluvia fue su mejor aliada y que los sueños se cumplen, y las esperanzas nunca deben de perderse.

Se mueve ligeramente, y eleva sus pestañas hacia mi, mientras Lola sigue oculta en su pecho.

──Nunca te rendiste.

Niego.

──No permití que mis miedos me derrumbarán pero los daños causados en mi vida tendrían secuelas, secuelas graves… ──Susurro confesando.

──Puedes sanar, yo sé que si.

──¿Cómo se cura un alma herida, Mimi?

──Con amor…

Amor platónico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora