capítulo 6

330 77 4
                                    

Capítulo 6
Mimi Rosé
Un café.


Tuve que tomar un taxi hacia su hotel porque dejé mi bicicleta en la floristería anoche, así que me arregle lo más rápido que pude ya que quería llegar temprano a la tienda para que Inés no viera el desastre que hizo.

Me conseguí con su manager en la recepción, me escucho hablar con el personal y se acercó a mí muy animado indicándome el número de habitación y piso, así que me arme de valor el cual no duró mucho y fui a entregarle su teléfono, no fue fácil verlo recién duchado… creo que hasta los momentos el único aspecto que me falta ver de él es ese que veo en mis sueños eróticos y me muero si eso llega a pasar.

¡Juro que me muero!

Hui como cobarde cuando le entregué su teléfono, hui tan rápido que siento que el aire me falta de lo agitada que me encuentro.

Recojo los floreros que se cayeron, seco el agua e intento dejar todo como estaba, ya que Inés es muy observadora.

Demasiado.

Creo que nunca había llegado tan temprano como hoy, y eso quizás levante un poco de sospechas pero; La verdad os hará libres. Aunque en mi caso me hará esclava de las preguntas de Inés.

Adelanto algunos pedido para distraer mi mente de los recuerdos que buscan hacer un desastre en mi mente.

Mierda…

Luka en el suelo, Luka en mi sofá, Luka con mi gata, Luka recién duchado, Luka, Luka, Luka…

Mi condenado amor platónico. 

──¡Buenos días, Mimi! ──exclama la voz animada de mi jefa, elevo mi cabeza ya que yazco hundida en el recibidor.

Estoy agotada, sudada y con sueño.

──Buenos días, Inés. ──respondo, recorre con su mirada el lugar.

Está buscando que algo este fuera de lugar y no lo va a conseguir, fui muy detallista al recoger y acomodar.

Se acerca a mi y posa su mano en mi frente.

──¿Estás enferma?

Niego.

──¿Y qué haces tan temprano aquí? ──inquiere entrecerrando sus ojos para detallarme mejor. ──. Tienes cara de no haber dormido.

──Dormí pero poco. ──confieso.

──¿Fuiste a ver a tu amor Platónico?

──No… ──canturreo.

Inés eleva una de sus cejas, su frente se arruga un poco más de lo normal con ese gesto.

──Algo hiciste…

──¿Yo? ¡Jamás! ──suelto provocando que ría divertida.

──Gracias por limpiar todo te quedo casi, casi perfecto… ──entrando a su oficina.

No la engañe.

Mierda, va a decirle a mi madre. Seguro ya la está llamando.

Abro mi laptop y me acomodo en mi lugar de siempre para revisar el perfil de Luka, hace pocos instantes lo volví a ver, y quiero saber qué hará hoy, aunque desde que está aquí solo ha hecho una sola publicación.

Extraño…

Mi teléfono vibra sobre el recibidor, y como lo sabía…

──Madre. ──siseo.

──¡Buenos días, Cariño mío! ¿Cómo amanece mi bella y hermosa hija?
Río al escucharla.

──Bien, mamá. ¿Qué te dijo, Inés?

──Que estás sospechosa… ──susurra. ──. Que llegaste muy temprano y limpiando todo. ¿hiciste alguna fiesta anoche en la tienda? ──inquiere curiosa.

Pongo mis ojos en blanco. Ella me conoce, sabe que no soy así.

──No, mamá. Tu me conoces.

──Entonces, ¿Qué pasó?

──Nada… luego hablamos estoy haciendo algo. ──susurro buscando en mi laptop.

──Hija, deja de andar de acosadora…

──Chao, mamá.

Tranco la llamada, y noto que Inés regresa a la tienda principal con unas rosas en sus manos.

Se hace la distraída mientras arma un arreglo, así que dejo a un lado mi modo acosadora aunque no tanto porque coloco música clásica tocada por él en los parlantes para con ello ponerme a trabajar en los pedidos y tarjetas que deben ir con cada arreglo.

Ayudo a Inés a armar el lazo que irá junto al jarrón que me lleno de agua anoche.

Luka…

──Yo deje este jarrón con agua. ──dice.

──¿Segura?

Asiente.

──Inés tu mente es un caos. ──digo cuando escuchamos la campanita que avisa que la puerta ha sido abierta.
Yo sigo haciendo el lazo y noto que Inés no se mueve, elevo mi mirada para verla y sigo el curso de su mirada, yo me quedo igual que ella.

Me voy a desmayar.

──Hola, secuestradora. ──dice y mi corazón se detiene.

Inés pasa su mirada a mi.

──¡Yo no te secuestre! ──es lo único que logro decir.

──Él es… ──sisea mi jefa casi sin habla al verlo, lo recorre de pies a cabeza.
Mientras yo no puedo dejar de ver sus orbes oscuros.

¿Qué hace aquí?

Escucha lo que suena en los parlantes, sonríe de lado, y vuelve su vista hacia mi. Eleva una de sus cejas, y cruza sus musculosos brazos en su pecho.

──Te busque en internet… ──suelto rápido.

──¿Ujum? ──chasquea su lengua y camina hacia donde nos encontramos. Inés está igual que yo, o peor. ──. No te dije mi nombre.

Trago grueso.

¿Qué puedo decir? ¿la verdad?

¡No!

Jamás.

──Tu manager si…

Entrecierra sus ojos hacia mi.

Inés golpea mi brazo, y lo señala muda…

Si, lo sé. Yo también me siento igual.

──Inés podrías dejarme a solas con el señor. Por favor. ──suplico uniendo mis manos.

──¿Él está aquí?

──Si.

──Él es…

──Si… Inés, por favor.

──Ok, ok…

Es lo único que dice caminando hacia la trastienda sin quitarle la mirada de encima, lo cuál hace que la sonrisa de quien tengo en frente se ensanche. Llega a mostrar todos sus dientes, y puedo asegurar que un poco de luz deslumbra su rostro.

──Ella sabe quién soy. ──dice con tono de voz seguro y creído.

──¿Qué quieres? ──inquiero soltando el aire que tengo estancado en mis pulmones.

Empiezo a mover mis pies nerviosa, y puedo sentir una ligera gota de sudor correr por mi espalda.

──Quiero… ──frunce sus labios y debo sostenerme del mostrador. ──. Llevarte a tomar un café.

Elevo mis cejas al escucharlo. 

──Fui muy grosero cuando me secuestraste. Debería ser más agradecido.

──¡Que yo no te secuestre! ──insisto provocando su risa.

Siento mis mejillas arder. Él me va a matar… esto no puede estar pasándome a mi. Esto debe ser una muy mala jugada del destino, me quiere hacer sufrir, lo siento… lo siento en mi pecho.

──¿Nos tomamos un café?

Me quedo mirándolo por unos segundos que se sienten eternos, me aprendí sus facciones y suspiro notando sus pequeños lunares y esa barba que cosquilleo mis dedos.

──Si, claro. Yo puedo sola con la tienda, Mimi. Anda…

Inés aparece con mi bolso tejido, y me entrega mi teléfono.

──Quiero un autógrafo. ──señala a Luka.

──Con gusto, hasta una fotografía puedo darle.

Inés aplaude feliz, y rodea el mostrador para verlo posa sus manos en su pecho y ríe divertida y elevando sus cejas. Inés es pequeña y a su lado se ve más diminuta.

──Ándale, Mimi. Toma la fotografía.
Desbloqueo mi teléfono para ver su fotografía durmiendo con mi gata de fondo de pantalla.

Hago la fotografía ambos sonríen.

──Listo.

──¿Cómo quedó? ──insiste mi jefa, si la muestro puede ver las demás.

──Bien, ya te la paso. ──digo.

──Ok, entonces… ve, no la traigas tan tarde que luego su madre me mata.

Sentencia, me giro a verla sorprendida.

──No se preocupe. Cuando regrese le autografío lo que desee. ¿Nos vamos?
Me quedo viendo a Luka, quién si estaba  bellísimo está mañana, ahora más. Lleva un look relajado, un pantalón suelto marrón y una polo de cuello.

──Nos vamos.

Me voy a tomar un condenado café con Luka Hauser.

Con Luka Hauser.

Amor platónico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora