capítulo 27

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Capítulo 27
Mimi Rosé
No desistas.


Estiró mis brazos en la cama, el vacío me hace abrir los ojos de golpe.

Lola gruñe a mis pies, salta hacia el suelo, la habitación está a oscuras, extiendo mi mano hacia la mesa de noche para encender la luz.

──¿Luka? ──Llamo pensando que puede estar en el baño, tomo la sábana pegándola a mi pecho. ──. ¿Luka?

Nada…

Estoy por salir de la cama cuando noto una pequeña nota junto al pequeño cello que tengo en mi mesita.


No sé si vaya a entrar, quizás no lo haga pero debo hacer esto solo.

Fui a AA.

Vuelvo en un rato.

Te ves hermosa durmiendo, espero meterme a la cama contigo cuando vuelva.

Besos, LH.


Salgo de la cama, tomo una camiseta rosa que yace doblada perfectamente sobre la silla, la deslizo por mi cuerpo y tomo mi teléfono para marcar el número de Luka notando que son las tres de la mañana.
Suena un par de veces, vuelvo a márcalo… llenándome de angustia hasta que se escucha ser contestado.

──¿Mimi? ──La voz de una mujer paraliza mi corazón por un instante. ──. Soy Francia, la asistente de Luka. Nos conocimos, ¿Lo recuerdas?

Me tenso.

──¿Está tomando? ──Pregunto sin dudarlo, y olvidando la amabilidad.

──Enviare al chófer por ti. ¿Ok?

Tranco el teléfono, y me voy directo a mi clóset a buscar un par de jeans, le coloco a Lola su arnés, y tomo mi bolso, y mi teléfono dejando todo a mano para ir al baño y cepillarme los dientes e intentar domar mi cabello largo.

Pasan un par de minutos que se me hacen entreno, y la corneta de una auto me hace salir corriendo con Lola en mis manos.

No se porque la llevo, creo que lo hago más para tener un soporte, un apoyo.
Corro hacia la camioneta negra, subo sin esperar que alguien abra la puerta para mí, y subo a los asientos de cuero negro sintiendo la textura helada.

El chófer no habla, no dice nada y la verdad yo no quiero preguntar algo de lo cual ya se la respuesta.

Leí que no es fácil renunciar a algo que te crea dependencia, el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad duda y monstruosa que va a acabando a la persona desde adentro.

Va destruyendo todo de él, desde el alma hasta su mente. Luka no tiene la capacidad de detenerse, comienza a tomar y no puede parar, no para hasta llegar a la inconsciencia y lamentablemente es algo que escapa de sus manos.

Intento mantener la calma. Intento pensar en que tengo que mantenerme fuerte por él, que no debo huir y dejarlo solo.

Él quiere ayuda, y yo solo voy a enfocarme en ello. En lo que él quiere y le cuesta alcanzar.

Nos detenemos frente a un bar. Noto a Francia caminando de un lado a otro. Bajo de la camioneta, soltando a Lola pero sosteniendo su correa.

──Lamento que nos volvamos a ver en estás circunstancias. ──Susurra.

──¿Está dentro?

Asiento, le extiendo la correa de Lola.

──No la sueltes.

Entro al bar, la música es suave pero el ritmo pegajoso te hace sintonizarte con este.

La luz es tenue, no está lleno pero si se pueden verse varios grupos de amigos compartiendo tragos y celebrando algo, noto en la distancia a Luka sentado en la barra, frente a él se encuentra una botella por la mitad y tiene un vaso en sus manos a medio llenar.

Ríe mientras una mujer habla hacia él sin parar.

Me acerco cautelosa, nunca he estado frente a él mientras se encuentra tomado y consiente. Aunque lo consiente no durará mucho, ya que puedo ver cómo se tambalea mientras intenta mantenerse sentado.

Respiro profundo, y me acerco. La mujer posa su mano en la espalda de Luka, hirviendo mi sangre.

──¿Luka? ──lo llamo, el trago queda a mitad de camino, sonríe levemente y gira su rostro hacia mi.

Puede verse el licor fluyendo por sus venas, su mirada está llena de brillo y tiene un particular color rojizo en su rostro.

──Mi…mi. ──arrastras las palabras.

Siento que se estruja mi corazón.

Desvía su mirada hacia el trago que lleva en sus manos, y la botella que tiene enfrente, puedo notar como es pequeña parte consciente que queda en su mente se percata de lo que hace.

──Oye…. Cellista, quién es ella.

──Nadie que te importe. Quítale las manos de encima, idiota. ──Gruño molesta.

──¡Quién te crees que eres! ──exclama.

Luka intenta levantarse y falla cayendo al suelo sentado, me arrodillo para cerciorarme de que esté bien.

──Lo siento mucho… lo intenté, lo juro pero yo… yo no pude.

Acuno su rostro.

──Mañana será otra día, mañana puedes volver a intentarlo, ¿Si? Pero, vamos a casa, por favor. Ven conmigo.

Pido conteniendo las lágrimas que quieren aflorar de mi rostro.

Asiente.

La mujer intenta posar sus manos en mi, pero el equipo de seguridad de Luka lo evita, ellos lo levantan y Francia se encarga de pagar la cuenta evitando a todo costa que alguien lo reconozca. Cosa que no es fácil ya que al final una mujer se queda largo rato viéndolo.

Estoy por salir cuando una mano cerrando en mi brazo lo evita, vuelvo mi mirada hacia atrás, y me sorprendo con quién veo.

──Hola, chica faro.

Es el mesonero del hotel.

──Hola… ──desvía su mirada hacia donde sacan a Luka. ──. Veo que estás ocupada, y noto también que tú luz se está apagando.

Frunzo mi ceño.

──No se de qué hablas.

──No me prestes atención, me gustó verte. Espero que la próxima vez podamos hablar más rato.

No digo nada más, salgo y Francia me extiende el teléfono de Luka, y a Lola.

──¿Al hotel?

Niego.

──A mi casa.

Luka recarga su cabeza en mi hombro, sujeto su mano, mientras balbucea que yo siempre estoy al rescate. El camino a casa se hace pesado, pienso en toda la fuerza que debió imprimir al tener que contener su deseo de tomar en todo el día, y lo frustrado que va a sentirse al darse cuenta que fallo.

──Contacte a una psicóloga. De verdad él quiere dejar de tomar pero…

──Lo se. ──Cierro mis ojos y lo abrazo con fuerza.

Es una enfermedad muy complicada. Muy destructora. 

Estoy agotada, no he dormido bien pero no pienso desistir, no pienso dejarlo solo.

Al llegar el chófer y la seguridad, me ayudan Luka, lo dejan en mi cama, suelto a Lola quién se va directo a su pequeña cama.

Francia me pregunta si necesito algo, niego. Todos se marchan y me quedo con Luka a solas. Me acerco a él, le quito los zapatos, las medias, el pantalón como puedo.

En un punto de su conciencia, esa que va y viene se percata que lo estoy desvistiendo, sujeta mi mano y puede notarse lo afectado que se encuentra.

──No te… merezco. Eres demasiado, Mimi. Eres demasiado para mi. Tu eres rosa y yo soy negro.

Niego acunando su rostro.

──No digas eso. No desistas, mañana lo vuelves a intentar, ¿Si?

Cierra sus ojos y asiente.

──Un día a la vez… ──murmura.

Paseo mis dedos por su barba.

──Así me rompa en el camino, no voy a dejarte solo. Te quiero con el alma.




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