capítulo 2

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Capítulo 2
Mimi Rosé
Coincidencias.


Mi día de trabajo ha sido agotador no he podido si quiera tener un descanso de un par de minutos para stalkear al hombre que hace palpitar mi corazón.

Me siento finalmente en uno de los taburetes, la noche en Chicago hace resplandecer las luces puedo ver los autos y la gente transitar gracias al gran ventanal que tiene la tienda.

Abro mi laptop, y entro a Instagram en busca de su perfil.

Luka Hauser.

──Hola, esposo. ──susurro viendo sus historias.

Carajos…

Mi corazón se acelera al verlo, está en un gira promocional por el país, y la fecha de Chicago aún no se ha confirmado, necesito que venga… yo sería la primera en comprar su entrada.

Me detengo en una de sus fotos. Está sentado en lo que parece el lobby de un hotel, lleva un trago en sus manos y sonríe a la cámara vestido casual.

Sus manos son sexys, y muy hermosas.

Me centro en la fotografía que tengo frente a mi, noto algo en el fondo que llama mi atención.

Ya va…

Intento hacerle zoom a la fotografía pero con la laptop es horrible, busco mi teléfono y entro a la aplicación lo más rápido que puedo, y me voy a la misma fotografía que acaba de montar. A esta si puedo hacerle zoom.

¡Mierda!

Me levanto de golpe haciendo que la silla caiga al suelo.

──¡Mimi! Casi me matas. ──exclama Inés desde el otro lado de la tienda, esparce agua en las rosas.

──¡Está aquí! ──grito.

──¿Quién? ──inquiere casi al borde de un infarto por mi culpa.

──Esta aquí, está aquí, está aquí.

──¡Quién!

──Luka. Luka está en Chicago… ──susurro casi al borde de las lágrimas y con el corazón acelerado.

Mierda.

Está aquí.

Mis manos tiemblan con mi teléfono en estas.

──¿Y como lo sabes?

Cruzo la tienda, y me acerco a Inés quien ajusta sus lentes para poder ver, le hago zoom nuevamente a la fotografía y le muestro el nombre del hotel y lo que dice debajo.

Chicago

──Esta aquí. Mi amor platónico está aquí.

──Hay cariño, ese hombre no sabe ni que existes.

Me desinflo al escucharla.

Lo sé, pero lo sabrá.

──Iré a verlo.

──Sera después que cierres la tienda, hoy llegaste tarde y la verdad es que el dolor de espaldas me está matando. Te toca cerrar cariño.

Acomodo mis lentes, y dejo caer mis manos derrotada.

No puedo quejarme, llegué tarde. Reviso la historia nuevamente y la monto hace 40 minutos. Nunca en mi vida había querido tanto que el tiempo corriera a la velocidad de la luz. 

Inés se queja con cada paso queda, toma las lleves de su auto y su bolso.

──Esta vieja ya no puede más. Nos vemos mañana.

──Hasta mañana, Inés.

──Cuidado en esa bicicleta, y no vayas a asustar a ese hombre, capaz y terminas arrestada por acosadora.

Bufo al escucharla cuando sale por la puerta. En cuanto la veo cruzar en la esquina, corro a recoger todo para tener todo listo y cerrar lo más rápido posible. 

Guardo mi laptop en mi bolso rosa, y con mi teléfono vuelvo a meterme en las redes  sociales.

¿Cómo puede perderme el hecho de que él esté aquí?

Pasé toda la condenada noche siguiendo el blog que pasa información sobre él, y todo lo que s el formaba era que su gira no incluía Chicago, siempre evita tocar acá en la ciudad.

Lo he notado.

Reviso el refrigerador de las rosas, la temperatura es la adecuada, y empiezo a apagar las luces a mi paso sintiendo cómo la emoción recorre mi cuerpo.

Estoy hecha un desastre, hasta flores en el cabello tengo pero no perderé la oportunidad de verlo por nadie. Corro de un lado a otro tomo mis cosas y voy a cerrar la Santamaría cuando un fuerte golpe en uno de los vidrios me hace girar.

Frunzo mi ceño al notar a un hombre dejándose caer por el vidrio.

¿Qué mierda?

Dejo mis cosas en el suelo, y cuando estoy por abrir la puerta el mismo hombre gatea hasta abrirla.

¿Qué coño?

Tomo lo primero que consigo para defenderme, un bambú decorativo.

──Estoy armada. ──advierto.

Su balbuceo eriza mi piel, intenta levantarse con la puerta de apoyo, yo me acerco haciéndome la valiente.

──¡Oye deberías irte! Llamaré a la policía. ──susurro llena de miedo, algo en su cabello, en su porte llama mi atención.

No se porque pero siento que lo he visto antes…

──No, no, no. ──balbucea. ──. No llames a nadie.

Su acento.

¡No puede ser!

¡No puede ser!

Eleva su rostro e intenta mantenerse erguido pero su rostro chispeante delata que unos grados de alcohol circulan en su sangre.

¡Mierda!

¡Luka!

Mi corazón se detiene por un segundo, me siento en una especie de sueño. Me tropiezo con una de las macetas que están en el suelo cayendo a este con fuerza, unos jarrones llenos de agua se voltean bañándome por completo. 

Gruñe, y yo aún no salgo de mi asombro.

¡Él está aquí!

Luka Hauser, está aquí.

──Si serás torpe. ──murmura tambaleándose. ──. ¿Dónde coño estoy?

Mira hacia su entorno, cierro sus ojos y los vuelve abrir buscando algo.

──Aquí había un bar… estoy seguro. ──hipa mientras las gotas de agua caen por mi rostro y empañan mis lentes. ──. ¿Y tú qué haces allí viéndome? ──Reprocha. ──. Niña torpe.

Luka…

Es mi Luka Hauser. 

Me quito mis lentes, y me levanto soltando el bambú que sostenía, mis piernas tiemblan y siento que mi corazón está por salir corriendo.

Está vestido tal y como lo estaba en su historia de Instagram.  Recarga sus brazos en uno de los estantes y deja caer su cabeza hacia el frente. El golpe es seco, eso debió doler pero no se queja.
Limpio el cristal de mis lentes con lo seco de mi sweater. Me acerco con cautela para asegurarme que realmente sea él. Se queda inmóvil en el mismo sitio.

Por lo empañado que está el vidrio puede comprobar que respira, con mi dedo pincho su abdomen, este gruñe y empieza a deslizarse poco a poco.

¡Mierda!

Va a caerse, intento sujetarlo por su abdomen pero por su peso ya que es un hombre corpulento caemos ambos al suelo, cayendo sobre mi pecho.

──¡Puta mierda! ──me quejo ante el golpe que me llevo.

Su peso me deja sin aire, sus quejidos me hacen notar que se ha dormido. Intento quitarlo de mi cuerpo aunque juro que no quiero pero si seguimos en esta posición, terminaré asfixiada, y él creerá que duerme plácidamente sobre un almohada cuando la realidad será es que duerme sobre mi cadáver frío y azul.

Se queja pero sigo moviéndolo hasta que logro librarme de su peso. Me siento en el piso para poder detallarlo bien aprovechando que está dormido.

──Mierda, si eres tú. ──susurro.

Tiene sus labios levemente separados. Sabía que era bello pero verlo en persona es una locura, su físico… su rostro parece de mentira.

Detallo cada cosa, puedo notar que tiene pequeño lunares cerca de su nariz perfilada, su barba está bien cuidada, tiene unas pestañas pobladas y largas, y su tez es blanca aunque está un poco bronceado. Su cabello es castaño oscuro, pensé que era negro y aunque el aroma a whiskey busca opacar su perfume amaderado y con tonos ácidos no puede hacerlo, su exquisitez se ante pone.
Soñé muchas veces con verlo en persona, muchas… incluso me contemple que le diría. Pero el escenario era distinto, muy distinto.

Balbucea algo.

──No la toques… ──murmura.

Mi mirada va hacia sus manos, sus perfectas y condenadas manos.

──He estado enamorada de ti por dos largos años.

Amor platónico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora