Logios ni siquiera redujo la velocidad a pesar del pasajero desconocido que llevaba adherido al techo. Alex, por su parte, pensó en asomarse por la ventanilla para intentar atisbar algo en medio de la oscuridad, pero prefirió no arriesgarse a perder la cabeza. Ambos tenían claro que detenerse a revisar de quién o qué se trataba era una muy mala idea. No solo porque carecían del tiempo necesario para andarse con distracciones, sino por la simple razón de que sus vidas estarían en juego de estallar una confrontación.
—Hazte a un lado, muchacho —dijo el brujo luego de escuchar un traqueteo encima del vehículo, al mismo tiempo que alzaba una mano abierta con dirección a la ventana del copiloto sin apartar su mirada del frente—. Va a mostrarse.
Sin pedir ninguna explicación, Alex se arrimó todo lo que pudo al respaldar del asiento. No le agradaba tener la amenazante palma del anciano tan cerca, más aún porque había comenzado a soltar un espeso vapor junto a un silbido similar al de una tetera con agua hirviendo. Era evidente que pretendía lanzar alguna especie de ataque contra el polizonte, aunque para lograr atinarle debía calcular los tiempos exactos sin descuidar la conducción de la camioneta. En el peor de los casos, el vehículo entero sufriría las consecuencias y se llevaría consigo a sus desafortunados pasajeros.
—¡Espera!
La exclamación que Alex había soltado a último segundo desconcentró al barbudo, quien solo atinó a cerrar la mano para no disparar a quemarropa. El joven no había tenido la intención de sabotearlo, sino que había podido reconocer el largo cabello plateado y los ojos amarillentos de la criatura que acababa de aparecer tras el cristal de la ventanilla.
—¡Es la necrólito! —señaló, en tanto dejaba escapar un suspiro de alivio—. ¿Cómo pudo escapar de la base de Cruz Negra?
Logios no emitió ninguna respuesta. Todavía no había bajado la mano con la que apuntaba al monstruo, en una clara señal de hostilidad remarcada por las ocasionales volutas de vapor que emergían de entre sus dedos. Consciente del peligro inminente, la necrólito se limitó a observarlo con el ceño fruncido y las fauces entreabiertas. De su garganta surgía un gruñido gutural que se hacía más fuerte a cada segundo, en tanto sus ojos amarillentos escudriñaban al brujo como buscando algún punto débil. Dado que ninguno parecía estar dispuesto a bajar la guardia, Alex se vio obligado a intervenir antes de que se iniciara un combate a muerte.
—¡Recuerda lo que te conté, Logios! La necrólito solo ataca en defensa propia o para alimentarse. —El joven miró de reojo a la bestia, emocionado por recuperar el chance de cumplir con su misión oficial—. No creo que nos haya buscado específicamente a nosotros para devorarnos. Ella debe suponer que también queremos rescatar a Nirv.
—Acepto la posibilidad de que recuerde tu olor, pero...
La necrólito aprovechó el breve momento de distracción del brujo para arrancar parte del techo con sus garras. El movimiento brusco causó que el vehículo zigzagueara descontrolado durante un buen rato, forzando a Logios a mantener toda su concentración en dar vueltas al timón hasta recuperar el control. Para ese entonces, el monstruo de ojos amarillos había podido acomodar su inmenso cuerpo en el compartimiento posterior, sin rastro de la actitud hostil que había expresado unos instantes atrás.
—Resulta demasiado sospechoso... —masculló Logios, dando un vistazo fugaz al reflejo de la bestia en el espejo retrovisor central—. Posiblemente aprovechó el ataque del Quinto Ojo para huir de Cruz Negra, aunque dudo que nos haya encontrado por simple casualidad.
—¿Acaso importa? Mientras más seamos, mejor. Incluso podemos usar su sentido del olfato para localizar a Nirv.
La necrólito resopló, como dando su aprobación a la idea.
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Necrópata
ParanormalAlexander Hound enfrenta un complicado desafío: reincorporarse a la universidad luego de pasar un año entero internado en el hospital. Como está por cursar el último ciclo académico, sus escasos conocidos ya se han graduado, así que solo le queda re...