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Finalmente, uno de los sospechosos fue atrapado.
Se le fue encontrado un código de acceso a las cámaras que anteriormente estuvieron instaladas en el cuarto del hotel de Agoti, sin embargo, este niega y jura rotundamente que no es conocedor de cómo llegó eso ahí, declarando que él sería incapaz de acosar a alguien y mucho menos si es para alguien a quien le trabaja.

Si bien todo parecía haberse solucionado, había algo que a Solazar no le terminaba de convencer respecto de aquella "buena noticia", había conocido a ese hombre desde que Agoti empezó su vida musical, y sabía que él era un hombre totalmente sano, con hijos y una esposa a quien mantener, definitivamente era sorpresivo encontrarse con la noticia de que él irrumpía en la privacidad de Agoti, pero había algo que no estaban viendo y llegaría a la respuesta que sus dudas exigían tarde o temprano.

— Agoti. —Saludó el director ampliando sus brazos a sus lados.— Es un gusto tenerte de vuelta después de tanto tiempo, se te extrañó bastante.

— Supongo. —Expresó el joven antes de tensarse un poco al ser envuelto en un abrazo por aquel hombre.— No, no abrace, no me gusta que me toquen.

— No seas mezquino. —Frotó su palma en la cabeza del muchacho, y una vez se separó miró a Solazar.— Igualmente quiero pedirle perdón por lo del colega que resultó ser el culpable de todo su malestar. Pondré más ojo en quienes contrato.

Siempre debió ser así. —Respondió con un tono tajante.

Riendo un poco, el director se mostró un tanto inquieto por la penetrante mirada del hombre fuego, es como si pudiera adentrarse en sus pensamientos y utilizar su nerviosismo en su contra, mierda, era tan imponente.
Tragando saliva, el hombre les dio la espalda y les fue comentando que era todo lo que había cambiado en la empresa durante la ausencia del digidevil.

Habían instalado nuevos sistemas de seguridad a lo largo de toda la cuadra que utilizaba aquella enorme institución, había personal nuevo e incluso mucho más contenido para vender, así que ahora en cuanto se confirmara que Agoti volvía al público, tras meses de haber desaparecido, volverían con todo.

A Agoti no le convencía del todo aquella noticia, sabía que no empezaría enseguida, los conciertos habían sido aplazados para dentro de unos meses, pero mientras, debía ponerse en contacto con los integrantes de producción musical para entregar sus nuevos versos que había creado en lo que se tomaba un tiempo de reposo.

— ¿Crees que se den cuenta que Anton babeó estos papeles? —Pregunto Agoti en un susurro mientras le enseñaba a su manager la mancha de saliva en las hojas.

— Lo más seguro es que si lo noten, pero diles que lloraste, no que tu hijo lo babeó. —Respondió con el mismo tono bajo.

— Obvio no, no saben que soy padre.

— Madre. —Corrigió.

— Padre. —Contradijo.— Tengo pene.

— Y le das pecho al bebé.

— Vete a la mierda.

— Más respeto, mocoso. —Amenazó darle un bofetón con unos papeles del informe de ingreso.

Antes de poder hacer algo, Agoti se apartó de su padre con la intensión de esquivar cualquier golpe que pudiera darle. Adentrándose en la sala de composición para compartir su nueva creación con sus colegas.
Soltando un suspiro, el hombre fuego sólo pudo dar media vuelta y dejarles trabajar, tenía que ponerse al día por su lado comercial, pero por una extraña razón... Las cámaras del sitio le hacían sentir muy incómodo.

Bʀᴇᴀᴋ Tʜᴇ Dɪsᴛᴀɴᴄᴇ -[Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora