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Terminando de ajustar correctamente el pañal de Anton, Agoti se tomó una pausa para acercarse al lavamanos y poder limpiarse alguna suciedad, de paso tiró el pañal sucio a la basura, manteniendo a su hijo bajo vigilancia en todo momento, se apresuró a volver con él, a Tabi no le gustaba que le dejara recostado solo sobre alguna superficie alta por el peligro a que cayera, así que era mejor evitar problemas con su pareja, o en el peor de los casos, un accidente.

Su pequeño bebé ya cursaba los 4 meses con ellos, estaba totalmente feliz de tenerle, pero no iba a negar que era mucha responsabilidad y energía invertida, además, en lo que llevaba de "vacaciones" no se había descubierto aún quien era el acosador, así que seguían estancados en el mismo punto de antes, al menos ahora podía dedicarse a su familia.

— Cuidado con tus deditos, mi amor. —Avisó mientras le hacía pasar su mano a través de la manga de aquella abrigada prenda.

El pequeño removió sus brazos y piernas, sonriendo antes de llevar sus manitos a su boca cómo era de costumbre, moviendo su colita de lado a lado debido a la felicidad que le traía tener a su papito con el.
Al padre primerizo le costó un poco ponerle aquella ropita, no quería lastimarlo así que trataba de jugar un poco con él para conseguir vestirle y en cuanto lo logró pudo ser espectador de la cosita más tierna y encantadora que pudo haber creado, amaba la paternidad.

— Aaawww, tu papá Tabi amará verte. —Mencionó alcanzando su teléfono, tomándole una fotografía al menor enviándola a su pareja al instante.

Dejando su teléfono a un lado, cargó al bebé con cuidado, acercándose a la cama de su cuarto para así recostarse sobre esta, juntando sus rodillas para así reposar al pequeño infante sobre sus piernas, permitiendo que tome sus dedos con sus diminutas manitos.

Entrecerrando sus ojos, contempló el inocente rostro de Anton, quien expresaba completa curiosidad. Amaba como aquellos cuernitos en crecimiento lucían, ahora era más claro que ese pequeño también era hijo de Tabi, sino nadie lo creería.

— ¿Dónde está el pequeño príncipe más precioso del mundo y el rey de mi corazón? —Interrogó el ruso en voz alta entrando en la habitación.

— Tabi. —Sonrió Agoti.— No esperaba verte hoy, dijiste que estarías ocupado.

— Sí, fui de compras con Flux, conseguí fórmula para el bebé, chupetes y un juguetito para que muerda. Aún faltan unos meses para que sus dientes crezcan, pero ya aprieta, no me quería soltar el dedo anoche. —Rió, dejando la bolsa de compras sobre la cama.

Gateando a lo largo de aquel colchón, el ruso se acomodó al lado de Agoti, tomando con mucha delicadeza al entusiasmado bebé que no dejaba de sonreír y agitar sus brazos desde que le oyó.

— ¿Cómo iba tu día, amor? —Preguntó Tabi, permitiendo que Agoti repose su cabeza sobre su hombro y que Anton se recostara sobre su pecho.

— Agotador, hoy Anton está muy inquieto. —Hizo una pausa para pensar.— M-me preocupa que no se voltee por su cuenta, según el libro de bebés ya debería comenzar a hacerlo, incluso ya debería reír, ¿y si le ocurre algo? Solo sonríe y balbucea.

— Amor, no te debes preocupar, algunos son más lentos que otros, Anton utiliza su energía en demostrarnos su amor con gestos adorables y energéticos, ya verás que si va a reír y a adaptarse como el resto a su edad.

Bʀᴇᴀᴋ Tʜᴇ Dɪsᴛᴀɴᴄᴇ -[Tabi x Agoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora