JUGAR CON FUEGO
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AVA
La luz que se filtra por la ventana iluminan su iris negro y su imponencia se cierne sobre mi cerrándome la garganta. Se le haría fácil estrangularme, pero en vez de eso pasea los ojos por mi rostro viéndome de una manera extraña, Las sensaciones que me recorren me dan más miedo que su mirada y la mano que se cierra en mi cuello.
Forcejo queriendo poner un mundo entre los dos, no me gusta esto que me hace sentir, pero su fuerza me domina y su perfume me debilita las piernas dejándome contra el cristal.
—No me creas tonto Ava—dice—una de las cosas que más odio es que me crean un idiota y piensen que no me doy cuenta de las cosas.
—Piensa lo que quieras—empujo, pero es como si lo hiciera contra una pared—ya, suéltame, termine con Paris como tanto me lo exigiste lo juro—niega y no pierdo la calma.
No quiero que tome represarías estando en caliente y perjudique a mi familia.
—¿Porque no me crees? —pregunto alterada, sacude su cabeza y no me cree y en vez de buscar palabras que me ayuden yo...
Le miro los labios y quiero besarlo.
—Perdóname mi amor, no quise hacerte daño, te amo y solo quiero que sepas que lo hare toda la vida—repite el mensaje que envió Paris con las rosas dejándome el estómago en el piso, ¿Qué demonios? ¿cómo lo supo? ¿me expía? —esas no son palabras de un hombre despechado.
No puedo creer, apenas asimilo que le me dice y el desespero me exige alejarme, pero su agarre no cede trastornando mis nervios.
—¿Me estas expiando? —enfurezco
—¿Y si fuera así que? —nos miramos a los ojos mientras siento que su miembro crece y crece dentro de su vaquero cada vez más.
Mantiene el agarre en mi cuello y no puedo respirar, el que me acorrale de esta manera no me lo esperaba e intento apartarme, que se aleje, pero me lleva contra el vidrio haciéndome sentir el miembro duro.
Talla mi pierna y siento que le palpita, el recuerdo de cómo es de grande invade mi cabeza y trato de volver, no quiero perderme entre sensaciones ya que no es un buen momento para fantasear.
—Suéltame ya—me doy tiempo—es tu problema si me crees o no, bien dicen que cuando la haces te las imagina y tu mente debe estar podrida.
—No sabes cuánto—me lleva contra su cuerpo de un solo jalón y me cuesta su fuerza. Me encarcela con la mano en mi cintura y los dedos en mi cuello—y no me hables así que no soy el imbécil de Paris al que tratas como se te da la gana—deja claro advirtiendo la forma en que quiere que le hable.
—Ya te lo dije animal y suéltame, es tu maldito problema si me crees o no.
—Problema que te concierne porque ya sabes lo que pasa si me engañas—habla y su aliento fresco golpea mi cara, ladeo la cabeza, pero afianza el agarre haciendo que lo mire. Es tan brusco sin llegar a causarme dolor, pero sí que ensalce mi panty—no quiero repetirlo porque pienso que eres una mujer inteligente que sabe muy bien lo que le conviene.
Lo empujo, pero me restriega la polla y me muerdo los labios como respuesta, el acto le baja la mirada negra que se le ensucia y las ganas queman mi epicentro.
—No puedo respirar—vuelve a mis ojos y lo que veo me contrae. Ganas, hambre, deseo—apártate.
La sensación de sus dedos en mi cuello queda cuando se retira tomando distancia. Mi cuerpo ya no es normal y respiro profundo organizando mi tiara.
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ADICCIÓN
RomanceComplot, Alianzas, Rivalidad, Amores prohibidos, Asesinatos, Escenas eroticas e Investigaciones criminales. Tras tres años fuera de Nueva York, Dracco McFinnigan regresa a su ciudad alzándose como nuevo presidente de la constructora familiar, revivi...