EPISODIO 19

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A MUERTE

CHICAS RECUERDEN QUE HAY UNA VERSION DIFERENTE DE ESTE UNIVERSO…

PLACERES CULPOSOS ES LA PRIMERA VERSION DE ESTOS PERSONAJES. PUEDEN ENCONTRARLA AQUÍ EN MI PERFIL.

DRACCO

La excitación me tiene la vena interna del cuello hinchada y mojo las manos, el choque termino es peor de lo que pensé, mi calor corporal combinado con el agua fría acelera mi circulación sanguínea.

Las pulsaciones las tengo aceleradas y cierro mis ojos respirando hondo y pausado, siento que voy a tener uno de esos episodios compulsivos y por ello ingrese al baño para calmarme un poco.

La tengo ahí en mi oficina, dispuesta irse conmigo a mi apartamento y eso me genera mucha ansiedad, nunca había sentido esto, esta sensación indescriptible y solo ella me lo forja, tiene la capacidad de elevarme de cero a cien en cuestión de segundos.

Trueno mis dedos, siento que estoy en uno de esos episodios y el sonido de mis dedos me calma, es mi único tratamiento, no hay cura, siempre puedo controlarlo, por lo general no me sucede con frecuencia, se me había olvidado la última vez que tuve un suceso, tres, cuatro años posiblemente, solo me pasa cuando estoy junto a ella, al lado de Ava porque siento que no tengo nada bajo control y lo peor es que siento que es cura y veneno al mismo tiempo.

No la hago esperar más, respiro hondo antes de salir del baño de mi oficina.

Quiero arrastrarla a mi cama, llenar mi sabana de su aroma, envolver mi mano en su cabello, besarla y entregarnos hasta que la piel nos arda.

—Ava—no la encuentro cuando salgo de mi oficina—Ava.

El ceño se me frunce cuando noto el cajón de mi escritorio abierto, la puerta cerrada, su presencia no la hayo, y el silencio me lo dice todo.

—Es una….

Me quedo callado tragándome las palabras, soltando un suspiro lleno de impotencia. Reviso el cajón viendo que la muy desgraciada se fue, se marchó, me robo y me ha dejado duro, frustrado y con ganas.

Maldita Pryntsesa.

Se fue, la muy desgraciada. Siento que la sangre no vuelve a mi cabeza y la sensación de vértigo me hace cerrar los ojos respirando hondo.

—Hay Ava, juro que cuando te coja maldita loca, me las vas a pagar todas—musito—me las pagaras desgraciada.

Me acerco a la licorera donde me sirvo el bourbon que bebo seguido, sirvo uno, dos y tres que me trago maldita sea con la sangre burbujeándome. Respiro mal, me siento un tarado que se deja engañar y nunca nadie me había dejado así, como si se atrevió ella.

Tomo mi teléfono, escribo lo que quiero que hagan para mañana mismo y de la rabia que tengo, arrojo la copa en el piso tronándome después el dedo.

—La voy a matar—no me encuentro—juro que me va pedir que pare.

Y cuando me la coja, le dejare ese coño en carne viva.

Necesito calmarme y me organizo la dureza antes de contestar el móvil que le entra la llamada de flechas a quien le digo que estoy en la oficina y no tarda nada en llegar viendo el desastre en el piso.

—¿Que paso aquí? —sacudo mi cabeza—¿te puedes calmar?

—En verdad siento que la odio maldita sea—hago con mis manos la imagen de ahorcarla—es que, en verdad, maldita sea, quiero matarla maldita sea, azotarla, dejarle el culo rojo, morderla y follarla al mismo tiempo maldita sea.

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