EPISODIO 37

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21 QUESTIONS

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DRACCO.

Entro al restaurante con Bianca quien eleva el mentón cuando las miradas de los comensales se posan en nosotros. Es normal para mi obtener atención, que los ojos se posen en mi en cada lugar al cual llego, es un restaurante lujoso, por lo tanto, las personas pertenecen al grupo de adinerados y privilegiados socialmente.

No me incomoda que lo hagan, se perfectamente que soy una persona publica, me entrenaron para esto, aunque no me importa o no obtener atención de personas  desconocidas o que me importan una mierda.

—Es lo que siempre me gusta de ti—dice cuando caminamos entre las mesas—que a donde vayas, llamas la atención haciendo brillar a quien está a tu lado.

Comenta mientras la guio con mi mano en su espalda baja.

—En cambio debo decir que solo he estado en compañía de una mujer—le digo—que por estar a su lado soy yo quien es envidiado y admirado.

—Quiero conocerla—dice en tono burlón y fingiendo un real interés.

—Morirías de celos—sigo sintiendo los ojos en mí.

—¿Así es de bella?

—Ni te lo imaginas.

Alza a mirarme y siento sus ojos en mi rostro mientras mantengo la mirada fija adelante. Teniendo en mi mente a la mujer a quien le dedico estas palabras y no miento o exagero, lo note en la cena, cuando el chef y el mesero no le quitaban los ojos de encima.

Me concentro en esto apartando su rostro de mi mente, la rabia que me consume recordando la estúpida cena que lo único que sirvió fue para reiterarme que somos dos infiernos dispuestos a quemar al otro.

El mesero aparta la silla para que Bianca tome asiento en lo que se quita el abrigo de pieles que luce y la hacen ver como una estrella de cine. Yo hago lo mismo con mi silla tomando asiento primero que la mujer que me sonríe coqueta.

Miro a mano derecha ignorando su gesto, no me interesa, veo más cautivador el cristal que deja ver como cayó ya la noche y segundos después de divagar estupideces con Ava, en donde le saboreo la vagina, me concentro en la mujer que tengo al frente que habla sin saber que pedir.

Tengo hambre, uno muy diferente, uno que me engorda la polla y acelera mis pulsaciones. Tengo hambre, pero hambre de Ava.

—Realmente extraño la comida americana—dice abriendo la carta—y el clima también.

Estaba en Francia, viviendo una vida que se puede definir como encarcelada en una casa de oro. Eso no me importa por ahora, solo la quiero para una cosa que tiene nombre propio y quiero que se convierta en su castigo y maldición.

—Me imagino—es tan aburrido, sin embargo, me aguanto porque tengo claro un objetivo y nunca me desvió de las metas.

Es mi rasgo característico que resalta de mi personalidad. No me detengo hasta conseguir lo que quiero y no me importa pasar por encima del que sea.

La vida es injusta, si, en ocasiones, cuando te dejas pisotear, que pasen por encima de ti, todo depende de cómo te tomes las pruebas que la vida tiene preparada para ti, el dinero no limita si eres presa o cazador, es tu carácter que se impone ante los escenarios y no importa si tienes poder, posición, dinero o prestigioso, son tus acciones quien te definen y el carácter que tengas ante las situaciones difíciles.

—Creo que pediré un cordero con ensalada Caprese—me mira el chico después de tomar la orden de Bianca.

—Lasaña clásica para mi—no miro la carta, es lo que siempre pido cuando estoy en un restaurante.

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