EPISODIO 50

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CENIZAS EN LA OSCURIDAD

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AVA

Yazco en su cama, mi mundo aun en sombras, y la tranquilidad de la mañana me envuelve. La ventana esta entreabierta, y una brisa fresca acaricia mi rostro, portando de los sonidos de la ciudad que comienza a despertar. Quiero seguir durmiendo porque hay algo más, un aroma que se entrelaza con el aire, un perfume familiar que me hace sonreír incluso en el umbral del sueño.

Es su perfume, el de él, una mezcla de madera y cítricos que siempre me parece el olor de la seguridad, de los brazos que me rodean y me protegen del mundo. Ruedo en la cama sin intenciones de levantarme, Dios que rico, que comodidad, cada nota de esa fragancia es un recuerdo, una promesa, un secreto compartido entre sábanas y susurros.

No quiero levantarme, no quiero que el día comience y disipe este momento de paz. Quiero quedarme aqui, enredada en los restos de nuestros sueños, dejando que el perfume me hable de todas las mañanas que vamos a compartir y de todas las que aún nos quedan por vivir.

Me envuelvo en las sábanas y cierro mis ojos con fuerza, tratando de aferrarme a la oscuridad, a él, a nosotros. Y aunque sé que pronto tengo que deslizarme fuera de este refugio y enfrentar la luz del día, por ahora, el olor de su perfume es suficiente para mantenerme en este dulce limbo, suspendida entre el sueño y la vigilia, entre la noche y la mañana, entre él y yo.

Vuelvo a despertar, no sé por cuánto tiempo he dormido, pero algo rico llega a mi olfato, es el olor a café recién hecho, a pan tostado, a huevos revueltos con hierbas frescas. Es el olor de la mañana que no se puede ignorar y me desliza fuera de la cama.

Me estiro desnuda y froto mi parte intima, duele, ayer folle toda la noche con Dracco después de tres días fuera de sus dominios, sin tocar mi cuerpo y darme cariñitos.

Busco algo que ponerme, elijo la camisa que tenía ayer, la cual conserva su perfume y salgo de su habitacion, notándolo en la cocina con solo una sudadera y me acerco rodeándolo por detrás y dejando un beso en su espalda.

—Buenos días—saludo más enamorada que nunca.

—¿Dormiste bien? —pregunta mientras sirve los platos.

—Tu cama, es maravillosa, no quiero salir de ella—tomo asiento y dejo las manos en la encimera.

—¿No quieres salir por lo que te hago ahí, o lo reconfortante que es? —siempre con ese tono cargado de morbo que me encanta.

Mira por encima de su hombro con una sonrisa ladina que hace que me muerda el labio inferior con las ganas que surge y controlo. Llego en la noche desesperado por tenerme y me destruyo dándome cinco orgasmos deliciosos.

—Por ambas—le respondo.

—Entonces cuando quieras puedes quedarte en ella—me da esa sonrisa nerviosa con las palabras que me dice y me hace pensar en cosas raras.

Vivir juntos y porque no, matrimonio.

Es una decisión que resuena en lo más profundo de mi ser, una mezcla de emoción y seriedad. Casarme... no es solo un acto de amor, sino también un compromiso de vida, una promesa de construir juntos un futuro.

Amo a este hombre con una pasión que trasciende palabras, y la idea de compartir cada día a su lado me llena de alegría. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme si estamos preparados para entrelazar nuestras vidas de esta manera tan profunda. ¿Estamos listos para enfrentar juntos los desafíos que vendrán? ¿Podremos mantener viva la llama del amor a través de los años?

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