EPISODIO 27

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DESEOS PELIGROSOS

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DRACCO

Los parpados se me abren, los tengo pesados, me obligo a mantenerlos abiertos, el dolor me parte, me siento desorientado y en mi mente solo hay una imagen, un nombre.

Mi madre.

Samira Mcfinnigan.

Me quito la careta, parpadeo varias veces y el recuerdo de los impactos calan profundo e intento levantarme, pero siento que sobre mi cuerpo tengo un camión.

—No—los ojos negros, el cabello rubio y la suavidad de su mano me recuerdan quien es—tranquilo hermanito.

—Ma—aprieto los ojos desesperado, parpadeo, la luz me molesta, me siento pesado y todo por dentro me arde—Cruella, mama.

—Dracco tienes que calmarte—cierro y abro los ojos cuando mi mente trae la escena del centro comercial.

—Mi madre—se me forma un vacío en el centro del pecho.

Estoy tan desorientado, quiero ponerme de pie, pero siento mis huesos hechos de titanio que forman un peso que me cuesta lidiar, las imágenes las absorbo descontrolándome ya que todo me arde, me duele, me quema.

—Dracco por favor tienes que calmarte—me pide, pero no puedo, mi instinto me lo pide e intento ponerme de pie haciendo un esfuerzo casi inhumano.

—Mi ma —la angustia es tan grande que no siento cuando arranco la aguja intravenosa y me siento en la cama —¿dónde esta maldita sea?

—Dracco no puedes ponerte de pie, estas muy débil—insiste pero los flash que pasan por mi cabeza me ponen a mil.

Me empuja dejando mi espalda contra la cama y tomo sus muñecas anclando su vista a la mía. Tiembla, la respiración la tiene alterada y con las pocas fuerzas que me quedan la sacudo para que hable cuando sus labios forman una línea.

—¿Dónde está? —rompe en llanto en un dos por tres, lo que me golpea hace que no mida mi fuerza—donde esta...

—Me estas haciendo daño —forceja y se suelta—te calmas, estas muy débil y...

—¿Dónde está mi mama? —la vista se me torna borrosa cuando mi propio subconsciente me lanza la respuesta.

Cruella retrocede abrazándose a si misma y no tiene nada mas que decir cuando lagrimas mojan su piel de porcelana.

—Dracco no—mi reina no llora, ella no, mi reina no lo hace a menos que....

No termina la frase y mando todo a la mierda cuando lo entiendo todo. Las piernas apenas si pueden sujetar mi peso, el cuerpo me duele, me siento desorientado, el mundo me da vueltas sin embargo no me detengo queriendo destruir el mundo entero, volverlo cenizas a acabar con todos con esto que me quema por dentro.

Hiperventilo y respiro odio puro llegando a la puerta que no logro atravesar porque un par de hombres vestidos de blanco forcejean conmigo queriendo devolverme a la cama que me niego.

No se que busco, el ocaso se esconde y percibo llamas en mi interior que arrasan con matarme por dentro. Entro en un estado que pierdo la noción de todo, mientras mi mente trae los recuerdos, el sonido de las armas, el primer impacto que me perforo, los gritos, el caos, todo es una mezcla de pensamientos oscuros y sensaciones confusas que son el detonante de la oscuridad que me lleva alzar el puño con las pocas fuerzas que me quedan dándole a quien se me atraviese.

—Dracco basta—la voz de Cruella se rompe y me parte a mi también.

No me mido, no paro, simplemente reacciono ante lo que mi instinto me pide con la imagen de la mujer mas importante en mi vida muriéndose en mis manos. Los latidos aumentan su ritmo mientras tengo vivo en la cabeza cuando la vi caer, sangrar, agonizar y la realidad se me vuelve un mal sueño del cual quiero despertar y me vuelvo un maldito animal incontrolable el cual llevan a la cama mientras siente varios brazos rodearlo tratando de controlarlo.

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