EPISODIO 34

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DECLARACION DE UN BASTARDO

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HANNIBAL

Pieza por pieza, la vida es una baraja de naipes, pero somos nosotros los dueños del juego. No importa que clase de cartas tengas, sino como la utilizas.

La carta se pasea entre mis manos, «AS de espadas»... la tengo tatuada en la mano, recuerdo bien que fue mi primer tatuaje y dolió, pero nada me ha dolido más que perder a mi hermana. La vista se me pierde en la nada y con la mano dentro de mi pantalón, trato de calmar la respiración que se acelera.

«Las chicas buenas van al cielo» es lo que pienso cuando recuerdo a Helly. Como me duele no tenerla y su muerte no se va a quedar así, voy a matar a Greco con mis propias manos o me quito el apellido.

Los wínchester somos una familia de guerras, pero cuidamos a los nuestros y falle en esa tarea.

Greco. Lo voy a matar y lo voy a disfrutar, porque lo voy a mirar a los ojos, de la misma manera como vi a Helly mientras la vida se le escapaba en mis manos.

Eso es una promesa.

—Amit registro la casa de tu padre buscándote y la volvió mierda—habla Donimik—tu apartamento también fue allanado y descubrieron tu cuarto secreto.

—Ya me está cansando ese policía—debió morirse el maldito.

—No sabía que lo tenías—ruedo los ojos.

—No es relevante.

—¿Qué tenías ahí? —se interesa por saber y aunque no me da vergüenza admitirlo, no le concierte. Es mi vida privada y mis perversas fantasías.

—Déjalo, no es importante—lo escucho suspirar.

—Eso no es todo, también el bar y las otras propiedades a tu nombre—son pocas, realmente no son relevantes—así que todo lo que te mantenía en la legalidad, desapareció.

Me jodieron, es así, simplemente.

Donimik me ofrece el trago que recibo y el sabor del licor quema mi garganta. Posiblemente sea la cantidad que trago, pero lo necesito y vuelvo a empinarme la copa acabando con el contenido.

—Despacio—opina.

—Dame mas—no demora en entregármelo y yo en terminarlo.

Necesito beber. Una por mi hermana, dos, porque antes gozaba de algo que tenía y acabo de perder, mi libertad, el, anonimato. Antes tenían sospechas, no pasaba nada, estaba bajo la mira, pero no tenían nada en concreto y ahora saben que yo soy el cabecilla de una de las bandas delincuenciales más importantes de la ciudad.

Medición. Tiro al piso la copa encolerizado con esta situación de mierda que no tenia porque pasar.

—Cálmate Hannibal—me pide mi mejor hombre, pero no puedo, no cuando todo estaba calculado y ahora debo esconderme como una rata.

Mis planes se han derrumbado tan fácil como un castillo de naipes y lo peor es que no puedo hacer nada con esta situación.

—No puedo, no entiendes Donimik, todo lo ideado se fue a la mierda con esa redada, ya saben quién soy, no tiene duda alguna porque me vieron la cara y eso me pone en el ojo del huracán.

—Ya buscaremos una solución, pero ahora tenemos que procurar arreglar las cosas más urgentes—me acerco a la mesa la cual rodeo para sentarme en el sillón cansado—como por ejemplo la reunión con los lideres de la organización y reabrir los negocios que han sido clausurados por la policía.

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