EPÍLOGO: LA SANGRE ES PODER

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Siete años después

Fue una noche oscura y fría cuando la reina Leilani, el rey Luis, la reina Linda —junto con sus generales— y Julio se reunieron en aquella torre abandonada a las afueras de Tokán, la antigua capital de Yaofruc. Las tres tribus llevaban charlando los últimos meses de forma clandestina, todo con el fin de discutir sobre el propósito en común que compartían Jaiden, Nord y Eukauyo: La reunificación del reino.

Desde la masacre ocurrida en la ciudad principal de Jaiden, Leilani se había replanteado varias cosas sobre lo que sus antepasados habían hecho para dividir Yaofruc. Finalmente, el límite no dicho, pero secretado en silencio, se había corrompido: Algea había traicionado a los suyos para aliarse con Ertain y llevar a cabo esa matanza hace casi una década. La reina de Jaiden tardó un poco en convencerse a sí misma de que la reunificación era la mejor vía para que esto jamás volviera a pasar. Luego tuvo que persuadir al rey Luis de su premisa, lo cual le llevó más tiempo; y finalmente también se acercó a Linda para convencerla, acción que tardó mucho más. Sin embargo, ahora estos tres reyes yaofrucs tenían por seguro que la reunificación era la única manera para evitar que colapsaran en la miseria.

—Podemos proponer la reanudación de ideas arcaicas y que se lleve a cabo la batalla en la Arena..., pero nadie le ganará a Algea —expresó Linda con su voz rasposa. 

—Sin mencionar que Samantha ha regresado con su padre, más fuerte y leal que nunca —agregó Luis.

—Tiene razón el rey de Nord —siguió la gobernante de Eukauyo— ¿Eso quieres, Leilani?, ¿a Lucanor haciendo lo que le plazca con Yaofruc a través de un tercero?

Un silencio se extendió en la habitación, pues Linda estaba en lo correcto: Nadie podía contra Algea

Entre los presentes de aquella junta, también se hallaba Daniel, quien se había vuelto un guerrero cruel e implacable desde que habían asesinado a su esposa y a su mejor amiga en aquella masacre. Ahora el hombre de treinta y cuatro años era mano derecha de Leilani... Durante aquel encuentro, Daniel —cansado de tantas negativas— se rio discretamente al recordar quién había sido el responsable de hacer temblar al Pueblo Antiguo en el último año.

Asesin Daun —murmuró para sí mismo, mientras contenía las ganas de carcajearse de forma estruendosa.

—¿Eso propones, Daniel venan Jaiden? —se quejó Luis al escuchar su comentario—, ¿pedirle ayuda a un fantasma?

—Él ha puesto a los soldados y generales de Algea a llorar desde que apareció —defendió Dan su punto—. Es la mejor opción que tenemos hasta ahora.

—No creo que pedirle favores a un asesino, al que el vulgo apodó el Vengador Fantasma, sea realmente una solución —opinó Linda, a punto de perder la paciencia.

Leilani había fruncido el ceño con interés. Sabía que Daniel había comentado el nombre de aquel desconocido de forma sarcástica, pero estaban desesperados por encontrar a alguien que pudiera sobrevivir un combate en la Arena contra Algea, así que ahora ese vengador fantasma no sonaba tan mala idea. 

—Yo creo que sí es una solución —defendió Leilani—. Según lo que se ha contado, hace su trabajo rápidamente y sin titubeos.

—Y no olvides también que no tiene mesura en la violencia que utiliza para matar —refutó Linda—. Hasta donde sabemos se podría tratar de un lunático.

—Además —dijo Luis—, para este punto todos sabemos qué objetivos persigue este asesino fantasma, dudo mucho que nuestra causa le llame la atención.

—Pues supongo que le interesa que Lucanor no llegue al trono, ya que hasta ahora sólo ha matado a gente que estuvo involucrada en la masacre que pasó en mi tribu hace casi una década —respondió Daniel, sin vacilar—. Debe ser del norte si se está vengando de todos aquellos hombres.

—O puede ser un loco que sólo disfrute matar... —contraatacó Linda.

—Él es la clave —Julio interrumpió la discusión. Los presentes lo miraron con incredulidad, ya que, todo este tiempo, el pupilo de la sacerdotisa sólo se había mantenido sentado, como un haragán. Sin embargo, ahora el joven se levantó de aquella polvorosa silla y caminó hacia el centro de la habitación—. Hace seis años, le pediste a Sabdi que intercediera por ti ante la Diosa para que ella te diera un soldado capaz de reunificar Yaofruc —comenzó, viendo a Leilani—, ¿recuerdas qué te contestó?

—Dijo que la persona que yo estaba buscando ya existía, pero que ella aún no sabía lo fuerte que podía llegar a ser —repitió la líder de Jaiden.

—Esa persona era al que ahora conocen como Vengador Fantasma. Actualmente, él sabe muy bien de lo que es capaz y del dolor que puede llegar a infligir a aquellos que lo lastimaron; pues están en lo correcto, Asesin Daun es del norte. Su familia, como muchas otras, fue víctima de la masacre que sucedió en tierra Jaiden hace ocho años. Ahora él se encuentra lleno de odio, rencor y padece de una sed de sangre tan desbordante, que no parará hasta que mate a la última persona que estuvo involucrada en aquella carnicería. No tienen que buscarlo, cuando termine su misión, él vendrá a ustedes; será entonces que verán su verdadero potencial para que sea su Rey de Sangre. 

—¿Y cómo creerle a tu maestra Sabdi si antes profetizó que sería la reina Selena quien unificaría Yaofruc, y ahora ella está muerta? —se quejó Linda.

Leilani y Daniel se sintieron golpeados ante la simple mención del nombre.

—Selena Fernández nunca estuvo destinada a reunificar Yaofruc —contestó Julio con firmeza—. Ella era nathála, hasta cierto punto pacifista e incapaz de usar las armas. El reunificador de su tierra es yaofruc, un guerrero forjado con el dolor y completamente letal a la hora de chocar espadas contra él. Como saben, ya se ha cobrado varias vidas de Algea.

Los presentes murmuraron entre ellos ante esa avalancha de información, exceptuando a Daniel. La mente del hombre había comenzado a unir las piezas, haciendo que el ruido de su alrededor desapareciera. Sintió un cosquilleo en el abdomen ante la mera posibilidad...

—¿Conozco personalmente a este Vengador Fantasma? —cuestionó, mirando a Julio con intriga.

La gente se calló ante esa pregunta.

—Sí —contestó el niño. Los presentes retuvieron el aliento y Daniel sintió un jaloneo en el corazón—. De hecho, por mucho tiempo tú fuiste el único que reconoció su lado yaofruc.

Las quejas de los demás hacia Julio volvieron a escucharse porque esas palabras no habían significado nada para ellos, pero Dan se sumergió en sus pensamientos mientras sentía la sonrisa del pupilo sobre él. Daniel sabía quién era el Vengador Fantasma, sabía quién reunificaría Yaofruc y, aunque se trataba de una buena noticia, temía mucho estar en lo correcto, ya que simplemente no sabría cómo acomodar aquella información en su mente.

Su pobre madre no dejó de buscarla todos estos años, a pesar de que la gente a su alrededor se había rendido. Al final, la intuición de Cecilia fue certera.

En ese momento, Dan miró a Julio, quien ignoraba todas las exigencias de la sala. El pupilo asintió hacia el general, dándole a entender que su teoría era correcta. Selena, Selena, Selena, pensó el yaofruc, ¿en qué te has convertido, vieja amiga?, se cuestionó, ¿Quién te enseñó a ser una asesina? El hombre sentía una mezcla de admiración, asombro y miedo por esta revelación que se abría ante sus ojos, como si aquella mujer fuera la muy anhelada luz al final del túnel.

Lo que Daniel no sabía era que, con el fin de sobrevivir, Selena Fernández tuvo que perecer para que Selena venan Jaiden tomara el control de aquel cuerpo terriblemente violentado. La nathála tuvo que morir para que la yaofruc viviera. La prudente Era del Mar había sucumbido para que la impetuosa Era de Sangre pudiera comenzar.

Batalla de Dioses: La Reina del Mar (Batalla de Dioses, #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora