Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 41: El Apóstata

Los ojos de los otros tres se centraron de repente en la espalda de Adrian, e incluso el loro gris se quedó inmóvil sobre los hombros de Nemo sin decir una palabra. La multitud ya era mucho más escasa que al principio. Los Caballeros del Juicio desenvainaron limpiamente sus espadas y rodearon a los cuatro frente a la casa en llamas.

El aroma de las rosas fue finalmente disipado por el olor único de los fuegos artificiales.

La sombra del demonio superior comenzó a dispersarse como el humo y empezó a hacerse más sólida. Parecía que se había formado una enorme telaraña entre el cielo y la tierra. En medio de la telaraña había una estructura similar a un cerebro igualmente enorme. Por desgracia, todo era una nube virtual de niebla negra translúcida, los detalles no se veían con claridad. La sombra estiró su extremo humeante y se fundió con la sombra oscura que había bajo los pies de Adrian. Nemo frunció ligeramente el ceño. La sombra del demonio frente a él revelaba una fuerte sensación de discordancia. Si tenía que decirlo, no sentía el aura similar a Pandorater. No era fuerte, sino todo lo contrario: su ímpetu era un poco más débil que el del falso "Cahill".

Adrian se dio la vuelta con la muñeca izquierda al descubierto. Un sello parpadeó débilmente.

— Cuánto tiempo sin vernos, maestro —, dijo con voz grave, bajando ligeramente la cabeza.

Los caballeros retiraron sus escudos y apareció una figura raquítica. El anciano vestía una túnica roja. Su figura no era alta, pero todo su cuerpo desprendía una majestuosidad indescriptible.

La expresión de su rostro era más cercana al arrepentimiento que a la ira.

— Sacrificio Santo —, suspiró. — Conozco a Joanna. Ella lo preparó para ti.

— Lo había adivinado —. Adrian levantó los ojos.

— Creo que ella sabe lo que haremos —. El anciano hablaba como si estuviera teniendo una agradable charla e ignorara la marca ardiente. Las hojas de las espadas de los Caballeros del Juicio parpadeaban en el fuego, como una hilera de largos colmillos metálicos. — Por supuesto, tú también lo sabes. Vuelve, hijo mío. Zenni perdonará tus errores.

Adrian no habló. Suspiró y levantó lentamente la muñeca izquierda con el sello. Detrás de él, la enorme sombra del demonio se retorcía lentamente. Varios civiles audaces cruzaron la barricada plateada de los Caballeros del Juicio para observar desesperadamente a través de la brecha.

— Sé lo que es esto, hijo mío —. Había más tristeza en la voz del anciano. — No es un contrato. Es sólo una marca de transacción. Sabes que el demonio ha invadido el mundo. Tú no eres la razón. Dios no te culpará demasiado.

— Pero ellos no lo saben —. El tono del ex Comandante de Caballeros era tranquilo mientras fijaba sus ojos en la gente que observaba atentamente en la distancia.

— Hijo, puedo adivinar lo que estás pensando —, dijo el anciano de túnica roja. — Por favor, por favor, vuelve. No te obsesiones. Cahill Edwards está muerto y tú sigues vivo. La reputación de los vivos siempre es más importante que la de los muertos. Joanna es mi buena amiga y conozco el dolor. Todos se han ido. Tienes que aceptarlo.

— Así que aún planeas usar el viejo método para resolverlo —. Adrian bajó la muñeca.

— Todo sea por la situación general —, dijo lentamente el anciano.

— Lo bajaras del altar y le dirás a todos que Cahill Edwards estaba poseído por un demonio desde el principio. Intentó convertirse en un héroe para poder hechizar a todo el mundo después. Se recuperó milagrosamente mientras yo era elegido como sacrificio no mucho después de ser encarcelado. Esta puede ser la mejor prueba. Y yo... me convertiré en el nuevo "Héroe Trágico" y me aferraré a la gloria de Dios mientras esté en prisión.