Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 20: La Carne y Sangre del Demonio

No fue el dolor lo que despertó a Ann, sino el entumecimiento y picor provocados por la rápida cicatrización de sus heridas. Su ropa sudada se pegaba a las heridas de la piel, dándole una sensación de que su piel se estaba pudriendo. 'Tal vez no fue una ilusión, pero así es como debería ser la muerte', pensó Ann en voz baja.

Intentó mover los dedos, pero parecían estar enterrados en el fango del fondo de un pantano, ya que ni siquiera podía levantar uno. Una luz anaranjada atravesó sus párpados y agotó todas sus fuerzas para levantarlos. Desde el pequeño hueco, dos caras sucias llenaron inmediatamente su campo de visión, haciendo que la guerrera cerrara los ojos por reflejo.

— ¡Está despierta! Acabo de verla parpadear —. proclamó Nemo con entusiasmo.

Ann giró los ojos laboriosamente. El amanecer de verano llegaba temprano. La mitad del cielo ya estaba bañada por el azul brillante propio del día. Por supuesto, no pasó por alto los llamativos y enormes carámbanos que la ayudaron a reunir la mayoría de los datos sobre los sucesos de la noche anterior sin mucha dificultad.

Abrió la boca y se esforzó por ignorar el dolor de garganta causado por la sed.

— ¿Quién me pegó? — susurró Ann con voz ronca.

Probablemente no pensaron que la primera frase que saldría de su boca sería esta, lo que hizo que Nemo diera un paso atrás inconscientemente. — Fui yo... — respondió poco convincente. — Yo... pensaba que te estabas quemando con la magia.

— No pienso hacerte nada —. Ann acercó la boca al odre de agua* que Oliver le entregó. Ignoró las manchas de la abertura y tragó su contenido con avidez. — Quiero saber cómo sobreviviste... ¿fue realmente magia abismal?

— ¡¿Puedes usar magia abismal?! — gritó Nemo, mientras su mirada se dirigía inconscientemente hacia Oliver.

— No, es un hechizo dibujado en un libro de hechizos —. Ann no se molestó en explicarlo, como de costumbre. — Solo que es más caro de usar.

Oliver parecía un poco decepcionado, pero lo disimuló bien.

— Lo pinché con el dedo para ver si mi capacidad de recuperación podía seguir el ritmo —. Nemo se frotó los dedos. — Tu aspecto en ese momento era terrible. No me atreví a pensar demasiado. No me dolía el dedo, así que cerré los ojos y me apresuré. Ya sabes lo que pasó después.

Ann se quedó mirando en silencio al joven de pelo negro que tenía la cara cubierta de un líquido desconocido. Parecía que su mundo estaba destinado a no aflojar ni una sola esquina. Quería agarrarle del cuello de la camisa y gritarle que ese tipo de cosas no podían suceder, pero como lo imposible sí sucedió, y ella estaba agotada hasta el punto de no poder mover ni un dedo, la guerrera decidió girar en otra dirección, optando en su lugar por creer que la matriz mágica era falsa o de mala calidad y que tenía una resistencia insignificante. Al menos esta conjetura no le haría doler tanto la cabeza.

— ...Tal vez debería enviarte a la inquisición —, suspiró débilmente, decidida a no preguntar por el demonio superior por el momento, para dar a sus nervios la oportunidad de calmarse. — Olvídalo.

— Entonces, ¿ha terminado la prueba? —. Oliver parecía un poco culpable. — Eh... Quizá debería romper el muro de hielo. Ahora estamos rodeados, así que será difícil que entren los mercenarios.

— Ya huyeron hace tiempo —. Ann mostró lentamente una sonrisa ambigua. Nemo notó un poco de schadenfreude en ella. — Estoy deseando ver la expresión que pondrá Fenrir.

— ¡¿Cuánto?! — La saliva de Troy Fenrir salpicó la cara de Thorne, mojando las gafas de montura redonda que llevaba. Thorne bajó la cara, se quitó las gafas y las limpió con las mangas.