Extraviados [Stray] - Parte 1

Capítulo 113: Aurorae

No le quedaba mucho tiempo.

Nemo consideró esta posibilidad cuando metió al loro gris en la lata de galletas. El control y la supervisión de los hechizos de comunicación externa no se habían descuidado debido al enorme tamaño de la iglesia, pero él y Bagelmaurus podían ignorarlo.

No era por lo inquebrantable que era el contrato entre ellos. El poder que Bagelmaurus perdió ante él fue como un río que desemboca en un océano, sin dejar rastros. Rastrear la ubicación del contratista fue por voluntad unilateral y clara de Bagelmaurus. Según la ley, el contrato sólo existe de nombre. Aunque su poder fuera mayor que el de Bagelmaurus, no debería haber conocido la ubicación del loro gris.

Pero Nemo sabía dónde estaba. La existencia de Bagelmaurus era como una tenue estrella, parpadeando en un rincón del oscuro cielo.

Ahora mismo, le daba pereza pensar en el principio. Después de confirmar la ubicación del loro gris de nuevo, Nemo directamente cortó el espacio como un pastel, y luego, sin sorpresa, vio la cara hermosa y molesta de Jesse Dylan en el otro lado.

Mirando la escena circundante, Dylan y el Sr. Cross deberían estar cerca del calabozo donde se celebraban los sacrificios. La lata de galletas estaba en la mano de Jesse. La tapa estaba abierta y Bagelmaurus estiró lentamente la cabeza y miró a Nemo, luego retrajo la cabeza aún más lentamente.

— ¿Qué ocurre, Sr. Light? —. El tono de Jesse era relajado y agradable, como si se dirigieran a un picnic en un lugar pintoresco y no a una misión en el campamento base de la Iglesia Abismal.

No le sorprendió el comportamiento de Nemo de dividir el espacio.

— Este lugar se va a derrumbar —. Nemo no planeaba tener una larga charla con la otra parte. — ¿Cuánto tardarás en llevar todos esos sacrificios a un lugar seguro?

Nemo miró a Jesse Dylan muy directamente a través de la grieta en el espacio.

— Oh, sobre este asunto. No llevará más de unos minutos —, respondió Jesse con entusiasmo. — No necesitas ganarme tiempo, cariño...

— Entonces, por favor actúa ahora —, interrumpió Nemo al joven rubio. — Cuanto antes, mejor.

A continuación, cerró sin contemplaciones la grieta espacial. Antes de que la grieta se cerrara, Nemo estaba bastante seguro de haber oído el zumbido agraviado de Jesse Dylan. Cuando las grietas abiertas a la fuerza se cerraron completamente, la magnífica prisión volvió a quedar extremadamente silenciosa.

Para hacer sitio al loro gris, las galletas que se habían servido se esparcieron por toda la mesa. Nemo soltó su bastón, apoyó una mano en la mesa de madera y, con la otra, empezó a apilar ordenadamente el montón de galletas en vano. La mesa de madera estaba demasiado cálida, incluso un poco caliente. Se notaba que tenía las manos anormalmente frías.

No podía estar nervioso.

La acidez estomacal surgió en su estómago. A Nemo no le gustaba lo que iba a hacer a continuación. En absoluto. Instintivamente, alargó la mano, tomó unas cuantas ciruelas sandpoint y se las metió todas en la boca de un tirón. No te pongas nervioso. Nemo frunció el ceño mientras intentaba concentrarse en la torre de galletas que tenía delante. La siguiente parte, cuando negociaran, era extremadamente importante. Tenía que adoptar una postura lo suficientemente inescrutable...

Hagen abrió la puerta con gracia y elegancia. Llegó antes de lo que él esperaba.

Nemo no había retirado la mano de la torre de galletas. Su rostro seguía afectado por el excesivo sabor agrio, por lo que estaba arrugado con una expresión horrenda. Incluso el Obispo del Abismo se quedó atónito durante unos segundos. Giró la cara y miró con desconfianza el bastón en el suelo, luego la torre de galletas y, finalmente la cara de Nemo. No entró en la habitación.